Venezuela, el pa¨ªs del disimulo
Se estrena un documental sobre la vida del dramaturgo Jos¨¦ Ignacio Cabrujas, el intelectual m¨¢s influyente de la segunda mitad del siglo XX, en el pa¨ªs sudamericano
Es tiempo de mirarse a s¨ª mismo en Venezuela. En diciembre se estren¨® el documental sobre las dos presidencias de Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, una cinta que funciona como un inventario de las oportunidades perdidas y una forma de pasar factura a la dirigencia que boicote¨® el giro liberal propuesto por el pol¨ªtico socialdem¨®crata. Ahora en enero llega a las salas de cine Cabrujas: en el pa¨ªs del disimulo. El primer estreno del a?o del cine local es un documental que se convierte en un modo de interpelar a la venezolanidad, al difundir entre las nuevas generaciones las ideas de Jos¨¦ Ignacio Cabrujas, quiz¨¢s el intelectual m¨¢s influyente de la segunda mitad del siglo XX en la naci¨®n sudamericana.
Cabrujas (1937-1995) fue un genio inclasificable. Siendo un activo entusiasta en su juventud y madurez de los movimientos de izquierdas, jam¨¢s adhiri¨® la solidaridad autom¨¢tica ni la pose grave y aburrida de los feligreses del comunismo. Nunca se sinti¨® c¨®modo dentro de la rigidez de los camaradas que lo acusaron de venderse al capitalismo cuando se convirti¨® en escritor de culebrones. ¡°Sufr¨ª mucho en una ¨¦poca, pero luego entend¨ª que era la mejor decisi¨®n. Le tengo p¨¢nico a vivir del Estado¡±, dijo muchos a?os despu¨¦s en una entrevista a los medios locales. A ese oficio de guionista de telenovelas le debe la fama que tuvo en Espa?a. Fue el autor de La dama de rosa junto a Boris Izaguirre. En 1991 se convirti¨® en uno de los programas m¨¢s vistos.
Como varios de los hombres de su tiempo Jos¨¦ Ignacio Cabrujas termin¨® desencantado de la deriva de la revoluci¨®n cubana y en general con todos los simulacros de redenci¨®n social ensayados en Am¨¦rica Latina por iluminados. ¡°Me importa Latinoam¨¦rica solo como consecuencia de una historia no decidida por sus habitantes¡±, escribi¨® alguna vez, puesto en el trance de redactar una breve semblanza sobre su trabajo. Lo que diferenciaba a Jos¨¦ Ignacio Cabrujas de un argentino es que no sol¨ªa explicarse su entorno desde la tragedia, sino desde el humor y la burla m¨¢s lacerantes. M¨¢s caribe?o imposible.
El gran tema de Cabrujas era el fracaso y el intento por disimularlo. Sobre esa idea, a lo largo de casi 100 minutos, discurre el documental. Ha querido el director Antonio Llerandi entroncar el relato a partir del concepto cabrujiano del ¡°estado del disimulo¡± porque los ensayos, obras de teatros y prosas period¨ªsticas del autor siempre desembocaban en esa idea. El Estado, en su tragic¨®mica lectura, no es un conjunto de normas perdurables en el tiempo, sino la idea m¨¢s o menos acabada que tiene el gobernante de turno de lo que hay que hacer. Todas esas normas enuncian a un pa¨ªs apol¨ªneo que nada tiene que ver con lo que en realidad le gusta o interesa a la gente, que trata, sin embargo, de dar el tipo sin ¨¦xito.
La idea de Cabrujas est¨¢ mejor explicada en el parlamento de Valerio, un personaje del filme Amaneci¨® de golpe, una ficci¨®n que escribi¨® alrededor del cruento golpe de Estado del comandante Hugo Ch¨¢vez en 1992. ¡°Esto no es un pa¨ªs, sino un estacionamiento (parqueadero) lleno de gente¡±. En las explanadas cada quien busca como sobrevivir. El humor encierra sin embargo un contenido tr¨¢gico. Al terminar el documental queda la sensaci¨®n de que, a trav¨¦s del testimonio de m¨¢s de 30 personas que trabajaron y lo conocieron, y la puesta en escena de extractos de sus piezas teatrales, todo el relato grandilocuente que cuentan los venezolanos sobre s¨ª mismos es una gran pose que oculta la idea de que este pa¨ªs es por completo prescindible para el resto del planeta.
Cabrujas: en el pa¨ªs del disimulo es una mirada desmitificadora de Venezuela, la gran mentira de su (supuesta) herencia gloriosa como salvadora del presente, pero sobre todo es una advertencia para todos los venezolanos. Solo queda enorgullecerse de los parajes y del clima entre primaveral y veraniego como ¨²nica forma de persistir en esta ¡°equivocaci¨®n del destino¡±, como dir¨ªa el dramaturgo. Es un diagn¨®stico ciertamente antip¨¢tico que se disimula con la aparente buena disposici¨®n de su gente de llevar ese fracaso que enuncia el documental con buen humor y felicidad. No es poca cosa. Con la escena final del fallecimiento de Cabrujas, contada por su viuda, Isabel Palacios, y sus compa?eros del teatro, se entiende que Venezuela podr¨¢ ser un pa¨ªs fallido, pero muy divertido.
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