Soy Isabel la ¡®Cat¨®nica¡¯

?Qui¨¦n manda m¨¢s, el rey o el alcalde?¡±, pregunta una de las protagonistas de esta versi¨®n ingenua, desenfadada y aligerad¨ªsima de Fuenteovejuna, encarnada por un grupo de mujeres gitanas de El Vacie, barrio chabolista sevillano; apoyadas en la resuelta actriz onubense Bea Ortega, en el c¨®mico todoterreno David Montero (el Comendador) y en la direcci¨®n experta de Pepa Gamboa. Este mismo grupo, nos sorprendi¨® har¨¢ cuatro a?os con su relectura de La casa de Bernarda Alba, funci¨®n cuyos personajes, po¨¦tica y texto estaban m¨¢s pr¨®ximos a la idiosincrasia de sus int¨¦rpretes.

El espect¨¢culo tiene el encanto pr¨ªstino de lo amateur, tanto m¨¢s cuanto m¨¢s se aparta del original lopesco: mejor hubiera sido rehacer el texto por completo, a la medida del elenco, y acentuar m¨¢s a¨²n la metateatralidad del empe?o. Para ser la Fuenteovejuna de Lope, como anuncia el cartel, echamos de menos aqu¨ª el enfrentamiento entre Frondoso y el Comendador, la formidable arenga de Laurencia, la sublevaci¨®n consiguiente¡­, escenas todas ellas podadas y reducidas a su m¨¢s m¨ªnima expresi¨®n, por la dificultad a?adida que para un colectivo empobrecido econ¨®micamente y deprivado de tantas cosas supone hablar en verso y sostener al tiempo una acci¨®n dram¨¢tica intensa.

En cambio, cuando cantan Gr?ndola, Vila Morena y un fado, estas mujeres est¨¢n en su salsa, lo mismo que cuando saldan a un euro, la ropa, la carne y la asadura del Comendador. Gracios¨ªsima en cada una de sus escasas intervenciones, Ana Jim¨¦nez Garc¨ªa, la Reina ¡®Cat¨®nica¡¯, que lo dice todo con su jugoso lenguaje mellado, puestas por montera las reglas de la ortograf¨ªa. Carina Ram¨ªrez Montero, donos¨ªsima Frondoso, es una joya sin tallar. Alegra ver la continuidad de esta compa?¨ªa amateur, arropada por los profesionales de la prestigios¨ªsima Atalaya y del TNT sevillano, que para el pr¨®ximo montaje no apuntar¨¢n tan alto y llegar¨¢n mejor.