Ba?¨¢ndonos en la distop¨ªa
Desde que se supo qui¨¦n iba a ser el pr¨®ximo emperador de EE UU, se ha multiplicado la venta de novelas dist¨®picas
1. Emperadores
Ya se habr¨¢n enterado de que, desde que se supo qui¨¦n iba a ser el pr¨®ximo emperador (que previsiblemente durar¨¢ m¨¢s en su despacho que Marco Salvio Ot¨®n, que tuvo la cortes¨ªa de suicidarse a los cuatro meses de llegar al suyo), se ha multiplicado (sobre todo en EE?UU) la venta de novelas dist¨®picas. Un aut¨¦ntico boom que no solo ha beneficiado a la siempre dispuesta 1984 (m¨¢s de 45.000 copias vendidas desde noviembre), sino a otras menos c¨¦lebres, como la estupenda El cuento de la criada, de Margaret Atwood (?qu¨¦ esperan para reeditarla?), centrada en una dist¨®pica dictadura particularmente cruel con las mujeres, o Nosotros, de Eugeni Zamiatin, o Los despose¨ªdos, de la gran Ursula K. Le Guin. Seg¨²n Nielsen y Amazon, en las ¨²ltimas semanas ha crecido incluso la demanda por cl¨¢sicos como Eso no puede pasar aqu¨ª, de Sinclair Lewis (Antonio Machado), que, aunque publicada en 1935, parece haber sido escrita con Trump en mente, y otros como El tal¨®n de hierro, de London (varias ediciones); Un mundo feliz, de Aldous Huxley (Edhasa), o hasta por el ensayo Los or¨ªgenes del totalitarismo, de Hannah Arendt (Alianza). No se sabe muy bien si la gente vuelve a leerlos como consuelo (¡°podr¨ªa ser a¨²n peor¡±) o como manuales pedag¨®gicos, pero lo cierto es que se buscan. Claro que con declaraciones como las de la asesora presidencial Kellyanne Conway, que afirm¨® que sus mentirosos datos sobre la asistencia a la coronaci¨®n del nuevo emperador no fueron ¡°falsedades¡±, sino alternative facts, la Administraci¨®n de Trump da un impulso a la neolengua orwelliana que ya habr¨ªa querido el pobre Winston Smith, tan bien interpretado por mi llorado John Hurt en el 1984 cinematogr¨¢fico de Michael Radford. Claro que, si hablamos de la distorsi¨®n del lenguaje como arma pol¨ªtica o propagand¨ªstica, por aqu¨ª no faltan ejemplos: ah¨ª tienen sin ir m¨¢s lejos la ¡°indemnizaci¨®n en diferido¡± de la inefable De Cospedal (a la que mi mente enferma imagina fascinada fan del insoportable Lo niego todo, de Sabina) o, m¨¢s recientemente, a Mar¨ªa Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter, que nos ha regalado una pastoral caracterizaci¨®n del oficio de banquero como ¡°financiador de los sue?os de la gente¡±. Yo ya sue?o con que se est¨¦ calladita.
2. Bonet
Conoc¨ª a Juan Manuel Bonet, el flamante director del Instituto Cervantes, poco antes de la muerte de Franco, quiz¨¢s en casa del historiador de la arquitectura (y disc¨ªpulo de su padre) Carlos Sambricio. Me deslumbr¨® inmediatamente con su sorprendente erudici¨®n art¨ªstica y revolucionaria ¡ªmuy importante en aquellos a?os¡ª que parec¨ªa que no le cab¨ªa en el cuerpo. Sab¨ªa casi todo lo que se refer¨ªa a los partidos revolucionarios a la izquierda (y en contra) del estalinismo. Intercambi¨¢bamos ideas y libros (creo que todav¨ªa tengo uno suyo) y discut¨ªamos con pasi¨®n acerca de la posibilidad de hallar un partido revolucionario que pusiera la democracia directa ¡°de las masas¡± por delante del sacrosanto dogma de la dictadura del proletariado: todo m¨¢s bien te¨®rico y de toreros de sal¨®n. En 1977, me llev¨® de visita proselitista a la sede de Acci¨®n Comunista en Malasa?a (?d¨®nde si no?). No me acuerdo si mi amigo era militante o simpatizante de aquella organizaci¨®n que, surgida de una escisi¨®n del FLP a mediados de los sesenta (los a?os en que la izquierda comunista se fragment¨® en un mosaico de grupos y grup¨²sculos), se fundamentaba en un marxismo magm¨¢tico en el que pod¨ªan distinguirse memes troskistas, espartakistas y hasta modernos toques situacionistas (quiz¨¢s m¨¢s v¨ªa Vaneigem que Debord). Y, por supuesto, eran m¨¢s partidarios de los consejos obreros promocionados por Amadeo Bordiga o Anton Pannekoek que del centralismo democr¨¢tico de Vlad¨ªmir Ilich. Recuerdo, como en un sue?o, un d¨ªa en aquella laber¨ªntica sede de Malasa?a en la que en cada habitaci¨®n o cub¨ªculo, tras las cortinas de humo espesas como alquitr¨¢n, ten¨ªan lugar otras tantas reuniones de avezados conspiradores. Y recuerdo tambi¨¦n que en otra, cuya puerta abrimos y cerramos inmediatamente, estaba una pareja de j¨®venes militantes d¨¢ndose el lote: el amor y la revoluci¨®n, como elementos inseparables de una Weltanschauung definitivamente atractiva. Bueno, la vida ha dado desde entonces muchas vueltas y nosotros tambi¨¦n, aunque creo que conservo (casi como un fetiche) en alg¨²n lugar rec¨®ndito de mi heter¨®clita biblioteca una vieja colecci¨®n de la muy interesante revista Acci¨®n Comunista. Luego, el joven Bonet se hizo poeta: le¨ª con placer su poemario inicial La patria oscura, que public¨® en 1983 su amigo inseparable Andr¨¦s Trapiello en aquella irrepetible editorial Trieste. En uno de sus poemas, ¡®Comme le temps passe¡¯, Bonet constataba ¡ªmucho antes de saber cu¨¢nta raz¨®n ten¨ªa¡ª que ¡°nunca ha de volver nada¡±, aunque siempre he pensado que, de haber elegido la ¨¦poca en que le habr¨ªa gustado vivir, Bonet habr¨ªa preferido aquella en la que las artes y la cultura se debat¨ªan entre las ¨²ltimas vanguardias y la vuelta al orden: de ambas cosas ha participado siempre este exquisito clasicista con tempranas admiraciones revolucionarias. Despu¨¦s, aquel amigo a quien luego he frecuentado poco hizo cosas importantes: un Diccionario de las vanguardias absolutamente imprescindible, la direcci¨®n de nuestros dos museos de arte contempor¨¢neo de referencia, nuevos libros (m¨¢s maduros) de poes¨ªa, una tambi¨¦n imprescindible antolog¨ªa de la poes¨ªa ultra¨ªsta (Las cosas que se han roto; Fundaci¨®n Jos¨¦ Manuel Lara), etc¨¦tera. Y ahora se pone al frente del Cervantes, para promover y ense?ar una lengua (y su cultura) que hablan y escriben much¨ªsimos. Y lo har¨¢ bien, sin duda, sobre todo si consigue (y deber¨ªa emplearse a fondo) la total autonom¨ªa del Instituto, para que deje de ser manjar codiciado de ciertos funcionarios ministeriales (he conocido a varios) a los que les encanta jugar con lo que no entienden pero creen que les adorna. Buena suerte.
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