El sue?o de un genio inimitable
Con 27 a?os, Walt Disney ya hab¨ªa creado su propio estudio de animaci¨®n. Su visi¨®n convirti¨® a su compa?¨ªa en el referente audiovisual de decenas de generaciones
El t¨ªo Walt siempre fue un hombre de enorme contradicciones. ¡°La animaci¨®n como medio para narrar y entretener visualmente puede brindar placer e informaci¨®n a gente de todas las edades en todo el mundo¡±. Toda una declaraci¨®n solemne de principios, de seriedad casi cartesiana, probablemente hecha a sabiendas de que quedaba registrada para la historia, y con un tono muy alejado del de aquel chaval nacido en Chicago en 1901, a quien le gustaba dibujar caricaturas, disfrazarse y hacer re¨ªr a su familia y amigos, de alguien que con 27 a?os ya hab¨ªa montado un estudio de animaci¨®n con su hermano Roy, lo hab¨ªa hecho crecer hasta que quebr¨®, mudado a California, enfangado en una pelea por derechos intelectuales con Universal, y creado el primer Mickey Mouse junto a Ub Iwerks: Disney siempre tuvo ojo para rodearse de los mejores creadores, y por ello su gran labor fue la producci¨®n, aunar y dirigir equipos.
Gracias a ese olfato, Disney ha sido el urdidor audiovisual de la infancia y adolescencia de varias generaciones. La cultural occidental ha quedado marcada por sus historias, su animaci¨®n, sus moralejas y sus chistes. A cada requerimiento del p¨²blico de mejores pel¨ªculas, auspiciado por la misma publicidad de la compa?¨ªa, Walt Disney ya iba dos pasos por delante preparando su siguiente lanzamiento. Por ello, estuvo al borde de la quiebra en diversas ocasiones al inicio de su carrera, y tras su muerte, la posterior falta de olfato de sus sucesores casi acaba con sus estudios.
Como cimiento, Mickey Mouse. Ya en 1932 Disney recibi¨® el Oscar honor¨ªfico por la creaci¨®n de Mickey Mouse, y su sencillo dise?o (tres c¨ªrculos, dos para las orejas y un tercero para la cabeza) es uno de los m¨¢s populares iconos de la cultura occidental. En eso Disney ha sido imbatible, creando marca e im¨¢genes indelebles. Tambi¨¦n d¨¢ndole una vuelta a los cuentos populares y leyendas de Europa Occidental: ¡°De todos los personajes de cuentos de hadas, Blancanieves era el que m¨¢s me gustaba, y cuando decid¨ª hacer mi primer largometraje supe que ten¨ªa que ser la hero¨ªna¡±. As¨ª que a mediados de los a?os treinta, Disney se lanz¨® a por su primer largo, y para que sus animadores supieran crear un personaje realista -que pareciera una chica y no una caricatura- les envi¨® a clases de arte. La leyenda dice que las dos copias originales de Blancanieves y los siete enanitos llegaron a sus cines a dos horas de comenzar las sesiones el 21 de diciembre de 1937 y tras cuatro a?os de trabajos y 1,5 millones de d¨®lares gastados en su realizaci¨®n.
1923. Walt Disney funda la compa?¨ªa junto a su hermano Roy. Produjeron 41 cortos llamados Comedias de Alicia.
1928. Primer corto de Mickey Mouse. 1932. Primer ?scar para Disney por el corto animado ?rboles y flores.
1937. Se estrena Blancanieves y los siete enanitos, primer largo animado.
1950. Primera pel¨ªcula con personajes reales, La isla del tesoro.
1966. Muere Walt Disney. 1971. Card Walker se convierte en presidente de la empresa.
1985. La compa?¨ªa comienza a hacer dibujos para televisi¨®n.
1995. Se esntrena Toy Story, primer largo animado ¨ªntegramente por ordenador.
2006. Compra de Pixar.
2016. Disney acapara el 25% de la taquilla estadounidense.
El ¨¦xito impuls¨® a Disney en su carrera por su superaci¨®n. Pinocho, de Carlo Collodi, fue su siguiente paso. Contrat¨® a artistas famosos para los dise?os previos, tir¨® seis meses de trabajo de animaci¨®n porque no sent¨ªa emoci¨®n en las im¨¢genes, orden¨® crear un gu¨ªa que acompa?ara a un personaje inocente, en realidad un reci¨¦n nacido gracias a la magia del hada azul, y as¨ª surgi¨® Pepito Grillo (despu¨¦s de 14 versiones de esa clase de insecto).
Con solo dos largometrajes -y eso s¨ª, un largu¨ªsimo recorrido en cortometrajes- Walt Disney ya hab¨ªa marcado el que ser¨ªa su legado. Como sus historias proced¨ªan de los cuentos medievales de Europa, que aunque hab¨ªan sido reelaborados y plasmados en papel por escritores de siglos posteriores manten¨ªan su esp¨ªritu primigenio, sus protagonistas ya aparec¨ªan lastrados por dolorosas p¨¦rdidas al inicio de la narraci¨®n y acechados por terribles amenazas. En la Edad Media cualquier ni?o corr¨ªa innumerables peligros, y las leyendas no dejan de ser historias con moraleja, para que ante una situaci¨®n potencialmente espinosa, cualquier cr¨ªo tuviera sentido com¨²n. Durante siglos, esas narraciones sirvieron como manuales soterrados de comportamiento; de ah¨ª que al pasar a la pantalla, los personajes Disney sufrieran en sus primeros minutos la muerte de su padre o de su madre, el ataque de alguna bruja malvada, se perdiera en una alocada carrera impulsada por la avaricia¡
El mismo Walt entend¨ªa que a un guion lo mueve un personaje en acci¨®n, y desde luego el fallecimiento de un progenitor es un gran motivador. Aun muerto Disney, ese mandamiento, el de la acci¨®n impulsada por el dolor, ha seguido hasta nuestros d¨ªas, como puede verse en El rey Le¨®n, El viaje de Arlo o Frozen. As¨ª que para que el protagonista emprenda un cambio vital, al inicio de la trama siempre es sacudido por un gran golpe emocional. Cuanto m¨¢s grande, mayor ser¨¢ el impulso. Y en pel¨ªculas de 90 minutos no hay mucho tiempo para vericuetos: r¨¢pido, matemos a su madre.
El mundo Disney no solo se ha centrado en los dibujos animados, sino tambi¨¦n en decenas de pel¨ªculas con actores de carne y hueso y en, por supuesto, sus parque tem¨¢ticos, que nacieron a la vez como oportunidad de negocio y por la visi¨®n del fundador de construir mundos distintos al ¨¢spero del d¨ªa a d¨ªa. Walt Disney sol¨ªa decir que ¨¦l no hac¨ªa pel¨ªculas para ni?os de seis a?os, sino para el ni?o que todos llevamos dentro, independientemente de la edad f¨ªsica que arrastremos en el exterior. Un lema certero.
Tambi¨¦n supo discernir cu¨¢ndo una historia debe de ser contado animadamente y cu¨¢ndo no. Tres ejemplos: por muchas versiones que posteriormente hayan vuelto a la obra de J. M. Barrie, no hay Peter Pan como el que la productora estren¨® en 1953, en dibujos. Y eso que la base fueron los cientos de horas que se grabaron con actores reales para que inspiraran a los animadores. El personaje principal, dibujado por Milt Kahl, para vivir permanentemente flotando en el aire, con un aire a la vez de nostalgia y de ansia por la aventura. Segundo ejemplo: El libro de la selva (1967). Disney compr¨® los derechos de los cuentos de Rudyard Kipling en 1962, pero desde mitad de los a?os treinta ansiaba llevarlos a la pantalla. Sab¨ªa del tono sombr¨ªo de esas narraciones y encarg¨® canciones que llevaran la pel¨ªcula hacia un tono m¨¢s jocoso.
Disney muri¨® el 15 de diciembre de 1966, y no pudo ver pel¨ªcula acabada, ya que su estreno fue el 18 de octubre de 1967. Hoy, vistas las nuevas versiones con actores o con personajes creados por ordenador, la pel¨ªcula de 1967 sigue superando otros acercamientos. El ¨²ltimo ejemplo nace de la serie de novelas de la escritora P. L. Travers, creadora de una curiosa ni?era hechicera, Mary Poppins. Aqu¨ª Walt Disney -que durante a?os luch¨® porque Travers le cediera los derechos, algo que finalmente s¨ª hizo la autora, aunque posteriormente se arrepentir¨ªa- entendi¨® que deb¨ªa de utilizar a int¨¦rpretes como Julie Andrews o Dick Van Dyke para que su Mary Poppins (1964) enganchara al p¨²blico, aunque con apoyo de la animaci¨®n y diversos trucos f¨ªlmicos. La obra de Walt Disney puede no gustar a todos. Sin embargo, es innegable el poso que ha dejado desde hace ochenta a?os en el alma de millones de seres humanos. M¨¢s all¨¢ del negocio, Disney sab¨ªa qu¨¦ quer¨ªa en la pantalla y qu¨¦ quer¨ªa transmitir m¨¢s all¨¢ de las pantallas. En el reino de las emociones, pocos han tenido su talento. Y ninguno su visi¨®n.
Todos los¡®oscars¡¯ de la factor¨ªa
Gracias a su enorme carrera como productor, Watl Disney se convirti¨® en uno de los grandes de Hollywood y la industria cinematogr¨¢fica supo reconocerlo y honrarlo con varios galardones y reconocimientos. En vida, recibi¨® 26 oscars, cuatro de ellos honor¨ªficos, el primero de ellos fue un homenaje al fundador de la factor¨ªa Disney por haber creado a Mickey Mouse, en 1932. Y eso que en aquellos a?os no exist¨ªa la estatuilla al mejor filme de animaci¨®n (se cre¨® en 2001). Doce de esos galardones se lo llevaron cortos de animaci¨®n (en los a?os treinta no dej¨® hueco a posibles competidores, su factura era incomparable y la producci¨®n abundante). Tambi¨¦n gan¨® premios de la Academia de cine de Hollywood en apartados como mejor cortometraje de ficci¨®n, mejor cortometraje documental y mejor largometraje documental (este lo gan¨® en dos ocasiones). Mary Poppins, que logr¨® 13 candidaturas y cinco estatuillas, fue la pel¨ªcula que m¨¢s le acerc¨® a su ansiada estatuilla a mejor pel¨ªcula. No logr¨® nunca ese Oscar, fue la espinita que no consigui¨® sacarse con ninguno de sus t¨ªtulos. En cambio, dos de sus largometrajes, Blancanieves y los siete enanitos (le dieron siete miniestatuillas) y Fantas¨ªa, le reportaron sendos galardones honor¨ªficos. Fallecido el fundador, la empresa ha ganado otros 44 oscars, tanto en proyectos de animaci¨®n como de acci¨®n real, en apartados como corto animado, largo de animaci¨®n, dise?o de vestuario, canci¨®n original, montaje de sonido, banda sonora, efectos visuales, documental o direcci¨®n art¨ªstica. La cuenta aumenta cada a?o, m¨¢s a¨²n desde la adquisici¨®n de la otra gran productora de animaci¨®n, Pixar. Curiosamente, el ¨²ltimo obtenido ha sido para un actor, Mark Rylance, por su trabajo en El puente de los esp¨ªas.
La nueva colecci¨®n Disney de EL PA?S trae 20 t¨ªtulos cl¨¢sicos en DVD y sus cuentos. La primera entrega, Blancanieves, por 9,95 euros.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.