El objeto que nos ve
Las consideraciones entre lo bello y lo siniestro formaron parte de la obra de Jean Baudrillard, de cuya muerte se cumplen diez a?os

Creemos que somos nosotros quienes miramos al objeto. Pero el objeto tambi¨¦n mira. Nos mira y nos seduce mediante la prestancia de su ojeada imperturbable. Gracias a ella conoce la calidad y el contenido de nuestro deseo. Nuestra ansiedad por poseerlo, nuestro sue?o de abrazarlo. Nuestra ambici¨®n hierve ante su aparente indiferencia y nuestra ambici¨®n nos cuece.
Nos mira mientras, simult¨¢neamente, nos espera para martirizarnos o para enardecernos. Consideraciones as¨ª, entre lo bello y lo siniestro, entre la existencia y su anulaci¨®n, formaron una parte de la obra de Jean Baudrillard de cuya muerte (?parece mentira! ?parece ficci¨®n!) se cumplen diez a?os.
?Por qu¨¦ todo no ha desaparecido a¨²n?, t¨ªtulo de su ¨²ltimo libro en 2011, en Argentina. Porque si todo es efecto de nuestra ceguera realista, al obtener la vista el panorama se hace irreal.
Algunos tontos, muy tontos, llamaron a Baudrillard, bodrillard. Lo ten¨ªan ciertamente por un bodrio del que no sacaban nada en claro. Se entiende bien. Todos eran academicistas, oscurantistas intelectuales de regla y cartab¨®n. Efectivamente no se entend¨ªa todo de lo que dec¨ªan los textos de Baudrillard (influido por Foucault, Bataille, L¨¦vi-Strauss, Derrida) pero esto constitu¨ªa la parte m¨¢s suculenta de sus escritos. Magra pura.
De la masticaci¨®n de esas ondeantes tinieblas se destilaba un licor que estimulaba pensamiento imaginativo. Los que fuimos de Baudrillard nos hicimos por perfusi¨®n conspicuos en la reflexi¨®n fant¨¢stica, subjetivamente objetos para conocer, por parentela, la objetividad y el doble efecto de lo real al rojo vivo.
El crimen perfecto (Anagrama 1966) consist¨ªa en el mejor y m¨¢s sangriento de los cr¨ªmenes: sin criminal, sin v¨ªctima, sin m¨®vil, sin huellas. En la transparencia del suceso se hallaba su m¨¢gica consistencia. Observ¨¢bamos el suceso sin la recompensa de inmutarlo, ser visto. Porque as¨ª se crean y perviven, por ejemplo, los grandes amores por las estrellas del cine (objetos de culto). No nos dirigen la mirada, no contamos nada en sus vidas mientras sus vidas criminalizan nuestra ansiedad. Somos para ellas transparentes. Y en la transparencia desarrollamos nuestra existencia.?Importante? Ante los ojos de Dios, m¨¢ximo objeto del mundo, comprobamos con temor su desinter¨¦s que, en cambio, tanto seduce nuestras vidas.
La editorial Anagrama (Herralde), que ha publicado a lo largo de dos d¨¦cadas casi todos sus libros, y Jorge Lozano, m¨¢ximo representante de Baudrillard en Espa?a (aunque siempre pinch¨® en hueso al pretender sistematizarlo), son dos eminentes protagonistas que conmemorar¨¢n este aniversario de su muerte. O, mejor: de su desaparici¨®n. Porque si sigue viviente este autor de aspecto campesino e indiferente ser¨¢ porque nunca nos correspondi¨®. O como ya pensaba en vida: ?C¨®mo es que todo no ha desaparecido a¨²n? Paciencia maestro: llevamos camino de ello mientras apuras tu sucio tabaco de l¨ªar en el caf¨¦ Beaubourg que dise?¨® Philippe Stark.
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