La magia ¨²ltima de Shakespeare
La compa?¨ªa Cheek by Jowl vuelve a Espa?a con un 'Cuento de invierno' brillante y conciso
He visto muchos montajes de Cuento de invierno, de Shakespeare, y mis favoritos siguen siendo el de Edward Hall/Propeller (2005) en Temporada Alta, y el de Sam Mendes/The Bridge Project (2009) en el Espa?ol, pero el de Cheek by Jowl/Declan Donnellan, que se me escap¨® el pasado a?o en el Mar¨ªa Guerrero y acabo de ver en su nueva gira, en el Auditori de Sant Cugat, tiene, pese a algunas irregularidades, un ritmo estupendo, interpretaciones de alto nivel y una conmovedora clausura. Cuento de invierno es una obra maestra en la que nunca sabes lo que va a suceder en los pr¨®ximos diez minutos. Est¨¢ muy cerca de La tempestad: en fecha de escritura, en textura e invenci¨®n. Es verdad que en La tempestad hay unidad de tiempo y espacio, que salta por los aires en el Cuento ¡ª16 a?os separan de un soplo las dos partes de la historia¡ª, pero en ambos romances (a veces se traduce como ¡°f¨¢bulas¡±) se mezclan los tonos con una libertad gozosa y definitiva: el Cuento combina furiosa tragedia de celos, comedia pastoril con giros picarescos y uno de los finales m¨¢s ins¨®litos y hermosos del teatro shakesperiano.
Me cost¨® un poco entrar en la funci¨®n. El Leontes de Orlando James, ese Otelo que contiene su propio Yago, al principio me pareci¨® demasiado agitado y corretero. La idea metaf¨®rica de que mueva a su esposa y hermano como t¨ªteres (y que ellos permanezcan inm¨®viles mientras monologa) enfr¨ªa un tanto, a mi juicio, la tremenda crisis de celos. Enseguida llega la gran escena del juicio, donde brilla (presencia, emoci¨®n, soberbia voz grave) la Hermione de Natalie Radmall-Quirke, actriz superlativa que desconoc¨ªa. Brilla de modo similar, desde que pisa la escena, con enorme autoridad, Joy Richardson en el papel de Paulina, la aya, noble defensora de la causa de la reina, en impecable mixtura de furia y raz¨®n. Siempre me conmueve el personaje del peque?o Mamilius (Tom Cawte), el hijo de Leontes y Hermione, que de un d¨ªa para otro, sin comprender, ve saltar por los aires su peque?o reino afortunado y muere de pena.
El espect¨¢culo combina tragedia de celos, comedia pastoril y uno de los finales m¨¢s ins¨®litos y hermosos del teatro shakesperiano
Me resultaba fr¨ªa la escueta escenograf¨ªa de Ormerod, dise?ada para la gira (un par de banquetas y una caja blanca), hasta que brota una gran idea de puesta: Leontes rasga el mensaje del or¨¢culo, retumba un trueno, caen las paredes de la caja y, envuelto en luz blanca, aparece el cad¨¢ver del muchacho. Luego, rumbo a Bohemia, la caja ser¨¢ el barco que conduce a Antigonus llevando en brazos a Perdita, y m¨¢s tarde el porche de la fiesta campestre. Peter Moreton dobla, formidablemente, en los papeles de Antigonus y el Viejo Pastor, y Eleanor McLoughlin es una delicada y firme Perdita. Bohemia es una arcadia rural donde el tiempo se ensancha como un r¨ªo, con ecos del lejano bosque de Arden. La parte que ah¨ª transcurre suele alargarse con bailes y canciones, error que Donnellan esquiva sabiamente. Autolycus (Ryan Donaldson) es un tah¨²r astuto, burl¨®n y conciso, que no se excede en las coplas, y volvemos a encontrarnos a Pol¨ªxenes (Edward Sayer), hermano de Leontes, con m¨¢s tela que cortar porque se ve que la tiran¨ªa le viene de familia, y al fiel Camilo (David Carr). La sobriedad parece ser el norte del tercio bohemio, tanto en la historia de amor de Perdita con Florizel (Sam Woolf) como en la figura del joven pastor (Sam McArdle). Bordean un poco la clave de farsa las comadres Dorcas y Mopsa (aqu¨ª doblan Radmall-Quirke y Joy Richardson), pero en un vuelo estamos de nuevo en Sicilia. Con el peso de la edad y la culpa, el Leontes de Orlando James al fin te parte el alma. Sigue desfilando ante mis ojos la gran escena de la estatua. Muy podada de texto, l¨¢stima, pero deslumbrante. Los personajes bajan a la cripta en procesi¨®n, sosteniendo velas votivas. Magistralmente iluminada por Judith Greenwood y vestida como una arist¨®crata victoriana por Angie ?Burns, vuelve a la vida la presunta estatua de Hermione y corta el aliento. Paulina es la maga, la maestra de ceremonias. Suena una m¨²sica como una brisa, y cuando Leontes dice ¡°mi Hermiona no estaba tan arrugada ni ten¨ªa tantos a?os como aparenta esta estatua¡±, no cuesta pensar que De Filippo bien pudo haberse inspirado en ese momento para la resoluci¨®n de La grande magia. Echo de menos las ¨²ltimas palabras de Paulina, tan cercanas a las de Pr¨®spero en La tempestad: ¡°Marchad juntos a compartir vuestra dicha, que yo, t¨®rtola vieja, volar¨¦ hasta hacer mi nido en una rama seca, y a mi compa?ero, al que nunca he de encontrar, recordar¨¦ con mi llanto hasta la muerte¡±. A cambio, Donnellan despide la funci¨®n con otro remate fant¨¢stico (en su doble acepci¨®n), haciendo que aparezca el fantasma del peque?o Mamilius para abrazar, mudo, a sus padres. ?Bravo!
Esta nueva visita de Cheek by Jowl ha sido una iniciativa conjunta de varios teatros espa?oles: el Romea de Murcia, el Auditori de Sant Cugat, el Niemeyer de Avil¨¦s y el Arriaga de Bilbao; en el Principal de Palma, aunque no participa de esta iniciativa, pueden ver todav¨ªa la funci¨®n el 20 de mayo. Que se repita, por favor.
¡®The Winter¡¯s Tale¡¯, de Shakespeare. Teatre Auditori Sant Cugat (Barcelona). Director: Declan Donnellan. Int¨¦rpretes: Orlando James, Natalie Radmall-Quirke, Eleanor McLoughlin y otros. Teatro Principal de Palma. 20 de mayo.
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