Habaneras
'Cuatro estaciones en La Habana' muestra hechos y decisiones de un Gobierno que dirigi¨® dogm¨¢ticamente la sociedad cubana
Lo explic¨® en su d¨ªa Leonardo Padura sobre sus historias polic¨ªacas: "Lo que quise fue hacer una especie de cr¨®nica, de testimonio de lo que ha sido la vida cubana reciente. En cada una de las investigaciones del agente Mario Conde se revela un sector de la sociedad cubana, pero tambi¨¦n la humanidad de una serie de personajes que viven esa realidad de manera cotidiana". Una forma sencilla de esclarecer sus novelas, base de la excelente serie Cuatro estaciones en La Habana.
Contemplando los cuatro relatos en ocho cap¨ªtulos que se pueden ver en Movistar Series Xtra, dirigidos todos ellos por F¨¦lix Viscarret, no se pueden olvidar algunos hechos y decisiones de un Gobierno que dirigi¨® dogm¨¢ticamente la sociedad cubana durante m¨¢s de medio siglo. No se puede olvidar, por ejemplo, que la gota que colm¨® el vaso de la paciencia de Guillermo Cabrera Infante y su posterior exilio fue la incomprensible prohibici¨®n de un cortometraje de su hermano Sab¨¢ y de Orlando Jim¨¦nez-Leal, P. M, una mirada sin malicia a la noche cubana. Quiz¨¢ alguno de aquellos censores a¨²n viva para contemplar la honesta descripci¨®n que Padura y Viscarret muestran en la serie, con un espl¨¦ndido Jorge Perugorr¨ªa de protagonista. Una Habana en la que la desigualdad social es hasta arquitect¨®nicamente evidente y en la que se demuestra que si el poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente.
Con el tercer episodio de la serie, M¨¢scaras, probablemente el mejor de todos ellos, surge la cuesti¨®n de la homosexualidad, es decir, la intolerancia del r¨¦gimen. Un relato en el que asoman nombres concretos como el de Virgilio Pi?era y en el que sobrevuelan otros innominados, como los de Reinaldo Arenas o Severo Sarduy, gentes que sufrieron los campos de concentraci¨®n de las Unidades Militares de Ayuda a la Producci¨®n, que fueron detenidos, marginados y humillados bajo las siempre mesi¨¢nicas consignas del l¨ªder supremo, Fidel Castro: "La sociedad socialista no puede permitir ese tipo de degeneraciones".
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