El esp¨ªritu de Sylvia Beach revive en Madrid
Terry Craven y Charlotte Delattre se inspiraron en la parisiense 'Shakespeare and Company' para abrir en el centro de Madrid su propia librer¨ªa: 'Desperate Literature'
Siempre he pensado que la buena literatura es un acto desesperado. Quienes la ejercen, naturalmente, unos seres desajustados con la vida, es decir, desesperados por no poder abarcar la realidad completa. Como protesta, escriben. Para no estar desesperados, escriben. Escriben para registrar su desesperaci¨®n. Roberto Bola?o no fue el primero que detect¨® esta cualidad desesperante de la literatura pero s¨ª fue uno de los que mejor la describi¨® en Los detectives salvajes: ¡°Hay una literatura para cuando est¨¢s calmado. ?sta es la mejor literatura, creo yo. Tambi¨¦n hay una literatura para cuando est¨¢s triste. Y hay para cuando est¨¢s alegre. Hay una literatura para cuando est¨¢s ¨¢vido de conocimiento. Y hay una literatura para cuando est¨¢s desesperado¡±. Y en efecto, fue este fragmento el que sirvi¨® de inspiraci¨®n a Terry Craven y Charlotte Delattre para dar nombre a la librer¨ªa que hace dos a?os decidieron abrir en el centro de Madrid (Calle Campomanes, 13): Desperate Literature. Ambos hab¨ªan echado horas y ojos y manos en la m¨ªtica librer¨ªa Shakespeare and Company de Par¨ªs, aquella que Sylvia Beach convirti¨® en punto de encuentro para los intelectuales y escritores de habla inglesa que hab¨ªan emigrado a Par¨ªs. Era finales de 1919 y Sylvia hab¨ªa conocido a Adrienne Monner, la propietaria de Amis des Livres. Ambas formaron una hermosa pareja cuya misi¨®n en la vida era cobijar libros. Terry y Charlotte parecen una encarnaci¨®n de aquellas dos mujeres: j¨®venes, entusiastas, amables¡ ¡°Claro que Shakespeare and Company es una referencia para nosotros, ambos trabajamos all¨ª¡±, afirma Charlotte.
Su llegada a Madrid fue m¨¢s bien fortuita. Les lleg¨® el rumor de que la antigua Librer¨ªa Internacional Petra de la zona de ?pera hab¨ªa cerrado. Creyeron entonces que hab¨ªa llegado el momento de hacer realidad su sue?o cultivado en tardes parisinas: ¡°Nos gust¨® mucho el espacio aunque cuando llegamos hab¨ªa goteras y desperfectos. Aqu¨ª hab¨ªa mucho turista que visita el Palacio Real, mucho profesor de ingl¨¦s, muchos vecinos¡±, explica Charlotte. La decisi¨®n estaba tomada. Entre risas, la copropietaria nos confiesa que el proceso de transformaci¨®n de este peque?o espacio no fue sencillo. La antigua librer¨ªa era un caos absoluto. A este hecho contribu¨ªa un due?o bastante descentrado y con m¨²ltiples deudas. Hablando con Terry y Charlotte constato que, con su estilo hype y rom¨¢ntico, bien podr¨ªan ser los trasuntos de Tom Hanks y Meg Ryan en Tienes un e-mail, la pel¨ªcula de 1998 que dirigi¨® Nora Ephron y que narraba la sustituci¨®n progresiva de las peque?as librer¨ªas de barrio- muy al estilo Desperate Literature- por las grandes cadenas, o por ese diablo que algunos creen ver en Amazon.
El valor a?adido que este espacio propone es inigualable: a cambio de dejar dos cosas en la librer¨ªa (una permanente y otra et¨¦rea), el cliente puede pasar la noche en ella, en un peque?o colch¨®n situado en el espacio reservado a la ficci¨®n. Durante 24 horas, Terry y Charlotte hacen un exhaustivo casting para acoger a viajeros letraheridos que quieren vivir esta experiencia: comen con ellos, trabajan a su lado, leen¡ Ah¨ª mismo durmieron estos propietarios cuando comenz¨® su aventura madrile?a. Despu¨¦s alquilaron un piso en el mismo edificio. Adem¨¢s de Terry y Charlotte, otros dos socios forman el tri¨¢ngulo desesperado de la literatura: Craig Walzer, propietario de Atlantis Books en Santorini y Corey Eastwood, due?o de varias librer¨ªas en Brooklyn.
Si es cierto que algunos lugares y ciertas personas pueden resumirse en determinados objetos, el esp¨ªritu de Desperate Literature se sintetizar¨ªa en una m¨¢quina de escribir, un tablero de ajedrez, unas tazas de t¨¦ y algunas plantas estrat¨¦gicamente situadas. Dividida por idiomas ¨Cingl¨¦s (70%), espa?ol (20%), franc¨¦s (10%)- y por tipo de libro ¨Cnuevos, antiguos y segunda mano-, Desperate Literature aloja aut¨¦nticas joyas en su interior. Este pr¨®ximo mes de marzo lanzar¨¢n un magazine biling¨¹e llamado La Errante con la que pretenden expandir su proyecto: ¡°No queremos ser solo una librer¨ªa¡±, dice Robert, el librero de Desperate Literature. Me dan ganas de responderle que ojal¨¢ todas las librer¨ªas fueran tan rentables como la suya. Antes de despedirse, como buen librero, Robert nos recomiendan tres obras: The argonauts, de Maggie Nelson, (una exploraci¨®n rigurosa y te¨®rica acerca de la sexualidad, el g¨¦nero o el matrimonio); Berg, de Ann Quin (una novela de los a?os 60 que la escritora redact¨® mientras trabajaba como secretaria y tuvo un colapso nervioso) y, por supuesto, Ulysses de James Joyce, el libro emblema de la librer¨ªa en la que se inspiran.
Me parece una obviedad preguntarle si creen en los libros a dos personas que han cruzado un oc¨¦ano por este motivo: ¡°Con los libros intercambiamos ideas y las ideas pueden cambiar el mundo¡±.
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