Los audaces van al cielo
La suma de Ni?o de Elche y Toundra se estrena con aires de cosa grande, en¨¦rgica y po¨¦tica
Toundra y Ni?o de Elche han propuesto con Exquirla una intersecci¨®n un tanto inaudita, pero el cielo siempre fue el lugar que merecen los audaces. Los rockeros sol¨ªan ser tan intensos como dispersos, unos h¨¢biles creadores de ambientes que a menudo se olvidaban de instalar la toma de tierra. Al segundo, cantaor cafre y bestia parda, se le ve ahora tan capaz de absorber la avalancha de guitarrazos como antes supo interactuar con ramalazos de electr¨®nica. Ni el m¨¢s calenturiento guionista de First dates habr¨ªa imaginado el celestinaje entre el ilicitano irredento y los matritenses del ce?o fruncido, pero a estos ins¨®litos viajeros se les intuye ahora encantados de compartir el viaje. Y, lo m¨¢s importante de todo, la m¨¢quina carbura. Francamente bien.
La elecci¨®n misma de un teatro cl¨¢sico y adusto, el Fernando de Rojas (C¨ªrculo de Bellas Artes), parec¨ªa anoche un llamamiento a la solemnidad: si¨¦ntense, presten atenci¨®n, esto va en serio. Todo ello en el mismo viernes en que Para quienes a¨²n viven, el estreno discogr¨¢fico de Exquirla, ve¨ªa la luz en medio de una expectaci¨®n considerable, bordeando el rango de acontecimiento. Y es cierto: Exquirla constituye un hallazgo. Menos novedoso que aquella colisi¨®n entre Morente y Lagartija Nick con la que algunos se han apresurado a compararlo. Y no tan rupturista como ese Voces del extremo con el que el Ni?o rompi¨® en 2015 todos los moldes, las categorizaciones, los puntos de sutura. Pero un hallazgo es, a estas alturas de partido, una bendici¨®n. Y en la presente confluencia, ese ideal que la izquierda pol¨ªtica parece incapaz de abrazar, es donde estos sabrosos anarquistas s¨®nicos han encontrado un discurso con naturaleza propia.
A Francisco Contreras se le intuye m¨¢s reconcentrado que en otras formulaciones, incluso en su vestuario. Puede que hasta m¨¢s comedido, lo que en su caso bordea la anomal¨ªa. Era la primer¨ªsima presentaci¨®n del nuevo tinglado y a¨²n se aprecian momentos de cierta colisi¨®n entre las dos partes; como si los contrayentes, al tiempo que se dan la mano, intentaran ser retratados en la parte central de la foto. Falt¨® hilar m¨¢s fino en vol¨²menes y balances: los versos de Enrique Falc¨®n son lacerantes como pu?os americanos, pero no siempre resultaban inteligibles en labios de Paco.
Esa finura es la que Toundra, banda habituada a las tormentas el¨¦ctricas y la ejecuci¨®n musculosa, est¨¢ ahora terminando de interiorizar. Igual que Contreras tiene que asumir su peso medular en la banda: un hombre de lengua afilada y sagaz, puro vitriolo supurante, sonaba extra?amente modoso al ponderar ¡°estos momentos m¨¢gicos que se recordar¨¢n por siempre¡±, una manifestaci¨®n m¨¢s propia de cantantes mel¨®dicos. Pero son solo matices, peque?os desajustes. A cambio, Destruidnos juntos ofrece casi diez minutos apote¨®sicos, desde la tensi¨®n y el dolor al puro aullido. Contigo aporta un h¨¢bil respiro m¨¢s ac¨²stico. Y se disparan las evocaciones m¨¢s inesperados. Habr¨¢ quien se acuerde de Metallica con las digresiones furibundas de Toundra, pero la cantinela final de Un hombre pod¨ªa asemejarse a Epitaph, de King Crimson, en reelaboraci¨®n borrica.
De fondo prevalece siempre esa din¨¢mica dislocada (crescendos y parones en seco, arrebatos y frenazos) que caracteriza a los rockeros madrile?os, pero tambi¨¦n los experimentos guturales de Contreras y un compromiso literario que se agradece mucho. Estamos probablemente ante un gran invento; ahora solo falta acabar de embadurnarlo bien de grasa. De la grasa m¨¢s audaz.
Babelia
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