S¨ªndrome de Kiev
El nuevo esc¨¢ndalo en Espa?a en torno a Eurovisi¨®n ha llegado al Congreso. ?Por qu¨¦ seguimos enganchados a un espect¨¢culo que adoramos odiar?
![Manel Navarro, representante de España en Eurovisión 2017.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/VGMRFKBJ7BU4KTPRBZ42LY7HPY.jpg?auth=f456d051fbd5d1e64276b9c0179d280282fdc11737116e71a37353036f4104de&width=414)
El nuevo esc¨¢ndalo en Espa?a en torno a Eurovisi¨®n ha llegado al Congreso, con acusaciones de dedazo camuflado al elegir candidato, tras un costoso proceso de preselecci¨®n costeado con dinero p¨²blico. La pol¨¦mica y el concurso son casi sin¨®nimos desde que Serrat se negara a cantar La, La, La si no era en catal¨¢n hace casi medio siglo. ?Por qu¨¦ seguimos enganchados a un espect¨¢culo que adoramos odiar? Porque nos gusta el l¨ªo.
Eurovisi¨®n nos recuerda que no es casualidad que una palabra europea como kitsch sea adoptada por el resto del mundo. Como dir¨ªa Mecano, es la noche en la que los europe¨ªtos hacemos por una vez algo a la vez: re¨ªrnos sin piedad los unos de los otros. Para muchos, ese "algo a la vez" puede resultar m¨¢s pertinente que nunca en tiempos de disgregaci¨®n.
Si no fuera por esa pincelada comunitaria, el festival de la canci¨®n europea ya ni siquiera nos resultar¨ªa necesario como entretenimiento televisivo. La f¨®rmula de humillante desfile que combina lo freak con algunos golpes de talento an¨®nimo lo ha sabido adaptar el audaz flautista de Brighton, Simon Cowell, para su Got Talent.
Es cierto que la fastuosa gala musical permit¨ªa en los 60 que pa¨ªses como Espa?a o Polonia se asomaran durante unas horas a ver lo que era el lujo. Quiz¨¢ de aquellas haya quedado un potente S¨ªndrome de Estocolmo (o de Kiev, seg¨²n el pa¨ªs que gane), pero para eso Eurovisi¨®n ya tampoco es necesario.
Ahora sirve para ajustar cuentas con alg¨²n miembro de la familia que se ha salido del tiesto. En a?os recientes le ha ocurrido a Rusia, que se ha llevado abucheos cada vez que recib¨ªa puntos. Esta vez Reino Unido ser¨¢ objetivo de los dardos en Twitter, donde la audiencia social del espacio aumenta cada edici¨®n. Ese ligero alivio psicol¨®gico no compensa el gasto p¨²blico necesario. Son unos 400.000 euros al a?o, casi todos ellos destinados a costes de participaci¨®n. La diversi¨®n como espectadores ser¨ªa casi la misma si Espa?a no concursara y est¨¢ claro que de Eurovisi¨®n va a salir poco bueno, al menos no canciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
![H¨¦ctor Llanos Mart¨ªnez](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F918dd28f-b4d5-425e-a9b5-f238392b84a1.png?auth=daa8d45588f245675ef4f0691580f8f1e3ce934da090de97fb462521cf4d7507&width=100&height=100&smart=true)