¡®Tres tristes tigres¡¯ cumple 50 a?os de explosi¨®n de vida y literatura
Censurada y hoy reeditada, la novela de Cabrera Infante cambi¨® las letras latinoamericanas ¡°Nunca vi a nadie tan estoico¡±, recuerda su viuda, Miriam G¨®mez
Quien hubiera le¨ªdo Tres tristes tigres (Seix Barral, 1967; fue premio Biblioteca Breve en 1964 y la censura espa?ola la retuvo) se hubiese quedado estupefacto cinco a?os m¨¢s tarde al ver sentado, casi mudo, a su autor, que con esa novela cambi¨® el humor de la literatura hispanoamericana. TTT (como ¨¦l la abreviaba) ha sido reeditada ahora por Seix Barral, medio siglo despu¨¦s de su aparici¨®n. Un ap¨¦ndice incluye lo que la censura espa?ola de la ¨¦poca no quiso que se publicara en la versi¨®n original. ¡°El contenido es pornogr¨¢fico a veces, irrespetuoso otras, procaz siempre¡±, dijo el censor Jos¨¦ Vila Selma. ¡°Irreligiosidad, antimilitarismo, groser¨ªa... La novela es relamente ile¨ªble [sic]¡±, incid¨ªan luego los censores.
Guillermo Cabrera Infante (Gibara, Cuba, 1929-Londres, 2005) estaba sentado as¨ª, en Londres, v¨ªctima de un ataque de nervios que le sobrevino mientras trabajaba en un guion de Bajo el volc¨¢n, de Malcolm Lowry. Ya viv¨ªa en el exilio, con su mujer, la actriz Miriam G¨®mez.
Hab¨ªa otras huellas a¨²n m¨¢s duraderas en aquel hombre silencioso en Londres, 1972. Cuba lo desterr¨® en 1965 y ya no volvieron ni ¨¦l ni su esposa a la tierra cuya m¨²sica y cuyo clima marcaron para siempre lo que escribi¨®. Tres tristes tigres fue su himno a la alegr¨ªa habanera, a la noche. Era un malabarista de la escritura y esta novela fue su explosi¨®n.
Vendaval reaccionario
A Tres tristes tigres la censura espa?ola lo salv¨® de ser otra cosa. Miriam G¨®mez, que jam¨¢s dej¨® de ocuparse de su obra, y de inspirarla, rememora desde aquella casa de Londres el tiempo exacto en que naci¨® el libro. Fidel Castro acababa de proclamar la censura revolucionaria: ¡°Con la Revoluci¨®n, todo, contra la Revoluci¨®n, nada¡±. Era 1961. Ese vendaval reaccionario se llev¨® por delante a escritores y a revolucionarios de primera hora.
¡°En ese momento, Guillermo supo que all¨ª no ten¨ªa nada que hacer¡±. Pero ¨¦l ten¨ªa mucha fuerza de concentraci¨®n, y se puso a escribir Ella cantaba boleros, que tiene vida propia en el libro, le dio su diapas¨®n y su m¨²sica, que marcan toda la obra. Alguien le cont¨® que hab¨ªa muerto Freddy (Fredesvinda) Garc¨ªa Vald¨¦s, una cantante de la noche que se hab¨ªa ido a Puerto Rico. Fue un golpe para Cabrera, como una premonici¨®n de la oscuridad que estaba llegando a la noche de La Habana. Como si a la isla le hubieran amputado el ritmo. ¡°Y se puso a escribir de esa mujer, escuchando a la vez a Billie Holiday¡±. ?l estaba en Lunes de la Revoluci¨®n, lo dirig¨ªa, y a la vez hac¨ªa guardias revolucionarias. Hasta que fue barrido del trabajo por el vendaval Castro: contra la Revoluci¨®n nada. ¡°??l dec¨ªa que fue el primer chulo de Cuba, porque pas¨® a vivir de lo que yo ganaba!¡±, recuerda la actriz.
Era un estoico: ¡°Nunca vi a nadie tan estoico. Encontraba la felicidad en los libros, en el cine, en el sexo¡ En escribir, en o¨ªr m¨²sica¡±. En esos a?os en que la Revoluci¨®n se hizo contra gente como Cabrera, ¨¦l sigui¨® narrando as¨ª la noche de Freddy y del elenco ex¨®tico de personajes que pueblan TTT. ¡°Y lo continu¨® en B¨¦lgica, el primer exilio al que lo enviaron. El peor lugar fue para Guillermo, pero un buen sitio para escribir¡±. Su hermano Saba (autor de P. M., el documental sobre La Habana de noche que desat¨® el exilio definitivo de Guillermo) lo convenci¨® para que se presentara al Biblioteca Breve (que ya hab¨ªa ganado Mario Vargas Llosa, entre otros). Gan¨® el premio en 1964, cuando a¨²n ejerc¨ªa de ciudadano cubano. ¡°Y la censura lo retuvo. Esa fue una bendici¨®n, porque cuando Guillermo lleg¨® a Cuba de nuevo se dio cuenta de que hab¨ªa que cambiar el libro¡±. Y lo hizo. Era, en su primera versi¨®n, ¡°la celebraci¨®n del cambio en Cuba, la noche habanera¡±. Al regreso ¡°se dio cuenta de que todo era un fracaso, un horror. ?l prefer¨ªa morirse que seguir all¨ª¡±.
El camino al exilio fue lento, pero cuando se produjo, en 1965, ya la suerte de Guillermo y Miriam estaba echada: jam¨¢s volver¨ªan al escenario de aquella noche habanera de TTT¡ El libro fue maldito en Cuba, donde sigue siendo una rareza que en un tiempo se cambiaba por latas de leche condensada.
El m¨¢s radical y transgresor del ¡®boom¡¯
Jordi Gracia, cr¨ªtico y profesor, recuerda el impacto de Tres tristes tigres: "Fue como asistir a la potencia in¨¦dita en Espa?a de una lengua sin l¨ªmites, con chispazos verbales crujientes y tanta densidad de sexo y vida que parec¨ªa desparramarse f¨ªsicamente: pura subversi¨®n ¨¦tica desde la est¨¦tica". Coautor con Joaquim Marco de La llegada de los b¨¢rbaros sobre la explosi¨®n del boom latinoamericano en Espa?a, Gracia contesta por qu¨¦ Cabrera Infante no figur¨® en el boom: "El boom es una lista raqu¨ªtica e innecesaria¡ Quiz¨¢ en ¨¦l estuvo el m¨¢s radical y transgresor de todos, tanto por el estilo como por la turbamulta de sensaciones, transgresiones, nocturnidad y sexualidad. El sexo en Vargas es siempre m¨¢s burgu¨¦s, en Cort¨¢zar m¨¢s l¨²dico y l¨ªrico, en Garc¨ªa M¨¢rquez b¨ªblico, en Donoso morboso, en Fuentes cin¨¦filo y en Bryce melanc¨®lico".
El cineasta Fernando Trueba visit¨® a Guillermo y a Miriam en aquel santuario de La Habana en Londres: ¡°Era un gran humorista. Con esa sonrisa medio reprimida. Era muy divertido; siempre hab¨ªa alegr¨ªa en aquella casa¡ Fue mi escritor de cabecera. ?Aquel libro! ?Como si se hubieran juntado Groucho Marx y James Joyce!¡±.
Y tercia Vicente Molina Foix: ¡°Hay pasajes que es posible leer como poemas en prosa de Mallarm¨¦ aclarado por la luz de un humor tropical¡±.
Aquel Cabrera Infante sombr¨ªo en Londres resucit¨® luego, escribi¨® a¨²n grandes novelas (como La Habana para un infante difunto) y puso en orden (y en desorden) toda su abundante producci¨®n como escritor cinematogr¨¢fico (Un oficio del siglo XX, Arcadia todas las noches). ?Y c¨®mo sonaba el libro! Dice Vicente Molina Foix, que los oy¨® a hablar a Miriam y a Guillermo: ¡°Guillermo era el ventr¨ªlocuo de su novela, aunque yo le conoc¨ª en el verano de 1971 cuando su cabeza le manten¨ªa callado. Por fortuna, fue recuperando pronto todas sus voces, a las que a?adi¨® otras. Y el milagro ha sido que despu¨¦s de su muerte han aparecido voces nuevas que hab¨ªa dejado registradas, es decir, escritas, pero sin sonido. Ahora se oyen en libros p¨®stumos tan extraordinarios como Mapa dibujado por un esp¨ªa o Cuerpos divinos¡±.
Tres habitaciones
La casa del matrimonio en Gloucester Road fue sitio de peregrinaci¨®n para quienes hab¨ªan le¨ªdo Tres tristes tigres. Era como La Habana dividida en tres habitaciones; en la mesa de la cocina est¨¢ a¨²n el mapa que sigui¨® para escribir La Habana para un infante difunto; all¨ª siguen sus enormes bibliotecas, su colecci¨®n de cine¡ Una atm¨®sfera de la que no ten¨ªan que salir para buscar el mundo: el mundo era la casa. Y, m¨¢s precisamente, la casa era La Habana.
Fernando Savater: ¡°Ese libro de Guillermo, y no digamos ya conocerle a ¨¦l, nos revel¨® que un libro puede ser profundo, tierno, emocionante y a la vez una cr¨ªtica feroz de una situaci¨®n dictatorial. Si adem¨¢s de eso es enormemente divertido, consigue hacerte re¨ªr y encontrar unos golpes humor¨ªsticos que luego no se te olvidan, es una aut¨¦ntica liberaci¨®n¡±.
Rosa Pereda, periodista y cr¨ªtica: ¡°Est¨¢ llena de carne y sangre, de m¨²sica y color¡ No creo que sea un libro humor¨ªstico, aunque me he re¨ªdo mucho con ¨¦l, y me sigo riendo. Pero es la historia de una esperanza, escrita desde la desilusi¨®n. Una desilusi¨®n, por cierto, muy temprana, que ya se ve venir en esa larga noche ¡ªesas largas noches¡ª de los tigres peripat¨¦ticos justo antes de la Revoluci¨®n¡±.
Aquel Guillermo Cabrera Infante que nos recibi¨® triste en 1972 se estaba recuperando no solo del esfuerzo por llevar al cine a Lowry. Estaba volviendo a hablar en medio del trauma de un exilio que entonces deglut¨ªa a¨²n como una bola de tristeza. Despu¨¦s volvi¨® a ser el que aparece por las noches, oyendo m¨²sica, escuchando c¨®mo ella cantaba boleros¡ Ella fue alguna vez no solo Freddy, sino La Habana.
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