Miguel Falomir, el hombre que siempre estuvo all¨ª
El hasta hoy director adjunto de Conservaci¨®n sustituye a Miguel Zugaza al frente del Prado
La llegada de Miguel Falomir Faus (Valencia, 1966) a la direcci¨®n del Museo del Prado viene a significar bastantes cosas y, al decir general de quienes han frecuentado su entorno en los ¨²ltimos tiempos, todas ellas positivas tanto en lo profesional como en lo personal. Otro significado de su nombramiento sobreviene en forma de demostraci¨®n. Porque demostrado queda ahora, con su acceso al mando de uno de los m¨¢s grandes tesoros mundiales del arte, lo que muchos sospechaban: que este gran experto en pintura italiana del Renacimiento ha sabido ir acumulando a lo largo de su carrera muy parecidas dosis de dos condiciones imprescindibles para aspirar a un puesto as¨ª: la excelencia cient¨ªfica y la calidad humana.
La tercera de esas condiciones o de esas deseables virtudes para un director del Prado es, sin lugar a dudas, la capacidad del elegido para moverse con soltura, y m¨¢s all¨¢ de eso con habilidad y un poco de esp¨ªritu maquiav¨¦lico, en las procelosas aguas de la pol¨ªtica, ya retumbe el oleaje a babor o a estribor, o sea, ya se las tenga uno con un ministro de Cultura del PSOE o con uno del PP. Miguel Zugaza ten¨ªa esa capacidad sin un ¨¢tomo de duda. Queda por ver si la tiene Miguel Falomir, claramente due?o de un perfil m¨¢s de puertas adentro y menos florentino que el de Zugaza.
Puede decirse sin demasiado temor a errar que en Falomir ha sido y es directamente proporcional la absoluta dedicaci¨®n al estudio de grandes maestros como Tiziano, Tintoretto o Rafael y a su puesta en valor, y con ella la del propio Prado, a la naturalidad y la no impostaci¨®n del hombre tranquilo. Dicho con otras palabras: un experto extremadamente respetado y un personaje discreto y ¨Cvirtud tan evidente como poco evaluada en nuestros d¨ªas- muy en su sitio, alguien del que no se conoce en p¨²blico una palabra m¨¢s alta que la otra. Recu¨¦rdese en este punto que quien manda en El Prado no solo ha de torear con la gesti¨®n pura y dura en lo administrativo (los dineros y sobre todo la falta de ellos) sino tambi¨¦n con los equipos humanos de corte m¨¢s t¨¦cnico o cultural (conservadores, restauradores, comisarios de exposiciones¡), con los eventuales conflictos laborales de la instituci¨®n (recordemos las ya lejanas huelgas del Prado), y con lo que pudiera denominarse como el inmenso entorno social del museo (mecenas y patrocinadores, invitados especiales y compromisos, Amigos del Museo del Prado¡). Y el prudente a priori parece decir que Falomir es capaz de llevar todo eso con pu?o de hierro y mano de seda.
As¨ª que para algunos este doctor en Historia del Arte, exprofesor titular de la disciplina en la Universidad de Valencia, comisario de brillantes exposiciones como El retrato del Renacimiento, El ¨²ltimo Rafael, Tiziano o Las furias; el hombre que dio carta de naturaleza a la nueva Gioconda del Prado tras modificar su catalogaci¨®n y aproximarla al c¨ªrculo de colaboradores de Da Vinci; el jefe del departamento de Conservaci¨®n del museo desde 1997 hasta 2015 y director adjunto de Conservaci¨®n y Restauraci¨®n desde el 1 de junio de ese a?o ¨Ccargo en el que reemplaz¨® a Gabriele Finaldi, que puso rumbo a la National Gallery de Londres- era el tapado en la l¨ªnea de sucesi¨®n en la c¨²pula del Prado tras el precipitado adi¨®s de Miguel Zugaza. No as¨ª para quienes conocen desde hace tiempo que Miguel Falomir es, de todos los profesionales que pueblan la pinacoteca, y dejando de lado sus demostrables aptitudes cient¨ªficas, quien mejor conoce los entresijos, virtudes y maldades de la casa, incluida la facci¨®n anti-Zugaza del museo, que haberla, hayla. Es, en ese sentido y como dir¨ªa el rapero y poeta Nach, el hombre que siempre estuvo ah¨ª.
Un Miguel Zugaza que desde el minuto 1 ten¨ªa en Falomir a su candidato ideal para sucederle en el cargo, y que cuando le nombr¨® director adjunto destac¨® de ¨¦l ¡°el alto grado de preparaci¨®n y capacidad de liderazgo para impulsar el desarrollo pleno en los pr¨®ximos a?os del Centro de Estudios y la Escuela del Prado y su compromiso para contribuir de forma decisiva en la nueva etapa que se abre ahora en el Museo, con el horizonte puesto en la celebraci¨®n del bicentenario de la instituci¨®n en 2019¡±. Traducci¨®n retroactiva: El Prado estaba ante un director que empezaba a entonar el adi¨®s y a preparar a su sucesor.
Otra cosa distinta es que la opci¨®n Falomir no provocase el mismo entusiasmo en otros dirigentes de la instituci¨®n. Entre ellos, el mism¨ªsimo presidente del Patronato, Jos¨¦ Pedro P¨¦rez Llorca, que prefer¨ªa romper con el continuismo de la gesti¨®n de Zugaza ¨Cencarnado en teor¨ªa por Miguel Falomir- e imponer otro candidato, mejor dicho otra candidata. Eso es ya historia.
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