Los libros que intentaron asesinar a la literatura
El PA?S recorre la retrospectiva del Museo Jumex sobre el artista conceptual mexicano Ulises Carri¨®n junto a su amigo, editor y tambi¨¦n artista conceptual Felipe Ehrenberg
Libros agujerados como si les hubiera atravesado el coraz¨®n una tuneladora, libros triangulo, libros almanaque, libros con las hojas dentadas como un serrucho, libros acorde¨®n que se abren y se cierran seg¨²n los tres colores del sem¨¢foro: Stop. Wait. Go.
El mexicano Ulises Carri¨®n (Veracruz, 1941 - ?msterdam, 1989), autor de culto durante d¨¦cadas y desenterrado ahora por una serie de reediciones y retrospectivas, desbord¨® los m¨¢rgenes de la literatura tradicional en una tentativa po¨¦tica de aniquilaci¨®n del canon. ¡°Fue un anarquista que supo escapar de todos los formatos y disciplinas¡±, dijo en verano el director del Museo Reina Sof¨ªa de Madrid sobre la muestra de antilibros, nolibros, pseudolibros, cuasilibros que este mes aterriza en el Museo Jumex Ciudad de M¨¦xico con el t¨ªtulo de uno de sus textos: Querido lector, no lea.
Su amigo y editor, Felipe Ehrenberg (Ciudad de M¨¦xico, 1943) le recuerda como un ¡°artista poi¨¦tico, un pensador original y ¨²nico¡±, y de la capital de M¨¦xico, de donde los dos se autoexiliaron al filo de los setenta, dice que es una ¡°mand¨ªbula sin ortodoncia, todos los dientes est¨¢n chuecos¡±. La plaza del museo, un edificio color crema, as¨¦ptico y funcional, est¨¢ en obras. En la calle, los coches hacen doble y triple fila. Suenan los cl¨¢xones. Repiquetea el martillo de los obreros. Ehrenberg tuerce el bigote blanco y amarillo mientras fuma unos cigarrillos de liar finitos y largos como cerbatanas.
Cuando Ulises entra en contacto con la manualidad, con la tinta y el papel, sale del huevo
Ya dentro de la sala, en una pantalla colgada de la pared, dos manos arrancan las hojas de dos libros en un primer¨ªsimo plano. La obra de Carri¨®n se llama El libro. Ehrenberg la retitula: ¡°destrucci¨®n y rescate¡±.
Los dos artistas, quiz¨¢s los m¨¢s representativos del conceptualismo mexicano, empezaron a trabajar juntos gracias un mime¨®grafo, una especie de impresora manual gigante, que en los setenta estaba prohibida en M¨¦xico porque se utilizaba para hacer panfletos pol¨ªticos. Ehrenberg ten¨ªa una en su casa en Londres y hab¨ªa fundado una editorial con nombre de un soldado franc¨¦s que defendi¨® un fuerte ante los ¨¢rabes colocando como empalizada a sus compa?eros muertos pero armados con fusiles: ¡°Hasta entonces, Ulises produc¨ªa en la m¨¢s absoluta quietud de la maquina de escribir. Cuando entra en contacto con la manualidad, con la tinta y el papel, sale del huevo¡±.
Con dos antolog¨ªas de cuentos publicadas y la etiqueta de promesa literaria, Carri¨®n decide romper en 1972. ¡°Se va a vivir fuera porque era gay y eso era muy grueso en M¨¦xico. Ni su familia lo aceptaba. Y se va tambi¨¦n porque quiere publicar sus textos de otra manera y en otro idioma¡±, explica su amigo. Siguiendo la estela de Mallarm¨¦ o Keats y los vapores de las vanguardias dada¨ªsta, surrealista y fluxiana, Carri¨®n se convierte en un ap¨®stol de la autonom¨ªa del lenguaje: ¡°Un escritor, contrariamente a la opini¨®n popular, no escribe libros. Un escritor escribe textos¡±, se preguntaba en el libro/manifiesto El arte nuevo de hacer libros, reeditado recientemente por la editorial mexicana Tumbona.
Textos tachados, borrados, corridos, desdoblados; textos que lloran l¨¢grimas de tinta, textos borrosos como si los estuviera mirando un miope, textos separados por cesuras, encerrados en tubos de colores, juegos tipogr¨¢ficos en la p¨¢gina en blanco: XJR. PZS. BTQ.
Entre sus investigaciones ¨Ctextuales, audiovisuales y sonoras¨C tambi¨¦n entraban los canales de circulaci¨®n y venta: ¡°?D¨®nde radica el l¨ªmite entre el trabajo de un artista y la organizaci¨®n y distribuci¨®n de su obra?¡±. En su primera galer¨ªa, In-Out Center, un espacio de apenas 20 metros cuadrados en los bajos de la casa holandesa donde ¨Crecuerda su amigo¨C ¡°Ulises trabajaba cuidando a una se?ora mayor¡±, profundiz¨® su alejamiento de todo lo que se acercara a la instituci¨®n-arte. El propio Ehrenberg present¨® all¨ª en 1972 una de sus performances, at¨¢ndose hilos al cuerpo que conectaban con peque?as cajitas de tabaco rellenas de objetos encontrados en la calle.
La sala de la exposici¨®n del Jumex es blanca, con una distribuci¨®n geom¨¦trica y con mucho espacio entre las obras. A Ehrenberg le parece que el montaje es muy est¨¦ril. ¡°Nosotros no trabaj¨¢bamos as¨ª, no trabaj¨¢bamos en el vac¨ªo. Nuestra vida era muy barroca, llena de botellas, tabaco, comida, ni?os¡±. En su inter¨¦s ca¨®tico por desnudar al m¨¢ximo la esencia de las ideas y el m¨¦todo en c¨®mo se propagan, los dos amigos trazaron toda una genealog¨ªa del rumor.
Carri¨®n ¨Cque morir¨ªa de sida a los 48 a?os¨C propag¨® el chisme de que hab¨ªa contra¨ªdo una enfermedad mortal. Ehrenberg iba contando que hab¨ªa hecho una obra que med¨ªa un kil¨®metro de largo por dos metros de ancho, y que desde el techo goteaba un l¨ªquido rojo hacia abajo donde hab¨ªa colocado un banco de peces y de se?ores con corbata.
Ehrenberg, que ha sido profesor, agregado cultural en Brasil y tiene parte de su archivo vendido a la Tate Modern de Londres, nunca hab¨ªa entrado al Museo Jumex.
-?C¨®mo cree que le habr¨ªa sentado a su amigo esta exposici¨®n?
-Como a Frida y Rivera si pudieran verse retratados en el billete de 500 pesos.
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