Cuando los Oscar trajeron el sonido a la gran pantalla
'El cantor de jazz', una de las primeras pel¨ªculas con sonido sincronizado, se llev¨® una estatuilla honor¨ªfica en la primera gala de los premios
Tan solo un mes despu¨¦s de que se constituyera la Academia en mayo de 1927, el equipo de Vitaphone de Nueva York lleg¨® a los estudios de la Warner en Sunset Boulevard. La major ya hab¨ªa empezado a grabar una pel¨ªcula ambiciosa que ser¨ªa revolucionaria para la ¨¦poca: El cantor de jazz. No se trataba de una pel¨ªcula original -estaba basada en una obra teatral de Broadway-, sus personajes se ve¨ªan demasiado estereotipados incluso para la ¨¦poca y la trama era m¨¢s bien lineal. Pero el director Alan Crosland decidi¨® incorporar un elemento entonces marciano: el sonido.
El Vitaphone o Vit¨¢fono fue un sistema elaborado por la compa?¨ªa Western Electric, entonces propiedad de la marca Bell, que registraba los sonidos en un rollo de pel¨ªcula. Requer¨ªa la construcci¨®n de dos espacios adyacentes al set de rodaje: un cub¨ªculo de madera donde se encontraba la c¨¢mara, que registraba en un negativo la imagen, y una sala de grabaci¨®n, en la que un amplificador transportaba el sonido a un disco de vinilo, donde se recog¨ªa.
Es f¨¢cil imaginar los problemas de sincronizaci¨®n que ten¨ªan las salas de proyecci¨®n al reproducir el audio por un lado y la imagen por otro: para que ambos se recogieran a la vez, se deb¨ªa alinear la aguja del gram¨®fono al principio del disco con la ayuda de una marca al tiempo que el proyeccionista tambi¨¦n se?alaba en su film el comienzo de la pel¨ªcula. Los saltos de las agujas de los vinilos destrozaban la sincronizaci¨®n, que deb¨ªa ser restaurada por el proyeccionista de forma manual. Pero el Vitaphone ten¨ªa otros problemas propios de la era anal¨®gica: los micr¨®fonos captaban tambi¨¦n los sonidos de las viejas l¨¢mparas de los estudios de rodaje, las grabaciones solo ten¨ªan una duraci¨®n media de veinte proyecciones y al ser reemplazados de un formato f¨ªsico a otro, el deterioro de los mismos era notable. La distribuci¨®n tampoco era f¨¢cil porque hab¨ªa que asegurarse de que cada pel¨ªcula se enviaba con su disco correspondiente.
A pesar de las dificultades, la Warner decidi¨® adquirir el derecho de explotaci¨®n del sistema de grabaci¨®n. Se trataba de un movimiento arriesgado, porque a los propietarios de las salas de cine mudo todav¨ªa no les sal¨ªa a cuenta la proyecci¨®n de estas pel¨ªculas debido al costoso despliegue t¨¦cnico ?. Aunque el argumento de venta de la productora era bastante convincente: si ofreces pel¨ªculas con sonido, no tendr¨¢s que pagar a la orquesta nunca jam¨¢s.
Tras una inversi¨®n de 422.000 d¨®lares, El cantor de jazz recaud¨® hasta 2.500.000 d¨®lares en taquilla. Sin embargo, los que acudieron entonces a ver la novedad no iban a deleitarse, sino m¨¢s bien por curiosidad. Para la gran mayor¨ªa de los espectadores, el cine deb¨ªa ser mudo, con alg¨²n que otro efecto de sonido, quiz¨¢s, como sabiamente implement¨® Charlie Chaplin en Tiempos Modernos, pero escuchar la pel¨ªcula con audio a algunos les parec¨ªa una barbarie. El escritor Aldous Huxley incluso describi¨® la canci¨®n de My Mammy en el film de la siguiente manera: ¡°Las carnes se arrastraron cuando el altavoz derram¨® esas palabras empapadas, aquella melod¨ªa grasienta y hundida. Me sent¨ª avergonzado de m¨ª mismo por escuchar tal cosa, por ser incluso un miembro de la especie a la que se dirigen tales cosas¡±. Casi nada.
No solo los espectadores rechazaban la nueva creaci¨®n del Vitaphone, tambi¨¦n los propietarios de peque?as salas de cine se llevaban las manos a la cabeza alarmados ante las grandes sumas de dinero que implicar¨ªa que esta nueva forma de ver pel¨ªculas se convirtiera en la norma. As¨ª, los cines con mayor superficie y m¨¢s ahorros dieron el salto al sonido, desplazando lentamente a aqu¨¦llos que hab¨ªan decidido no comprar los costosos equipos. En esta vor¨¢gine de cambio radical en el formato del cine nac¨ªan los Oscar.
La Academia incluso otorg¨® a El cantor de Jazz una estatuilla honor¨ªfica?(por cierto, a la pel¨ªcula y al anteriormente mencionado t¨®tem del cine mudo, Charlie Chaplin), como reconociendo la novedad en la t¨¦cnica, pero nada m¨¢s. El jefe de producci¨®n de la Warner, Darryl F. Zanuck, fue presentado en los primeros premios otorgados por la Academia de la siguiente manera: ¡°Por producir El cantor de jazz, pionero en la excepcional pel¨ªcula sonora, que ha revolucionado la industria¡±.
Lo cierto es que no fue la primera pel¨ªcula sonora de todos los tiempos. Thomas Edison ya hab¨ªa empezado a dise?ar en 1895 un sistema de visionado para su cilindro fonogr¨¢fico. Cuatro a?os antes del estreno de El cantor de jazz, un conocido inventor de la ¨¦poca llamado Lee De Forest proyect¨® 18 cortometrajes que adquir¨ªan sonido a trav¨¦s del Phonofilm. Sin embargo, la obra de Alan Crosland propuls¨® la implantaci¨®n del sonido en las pel¨ªculas gracias a su enorme ¨¦xito y a la apuesta de las grandes salas por el cine sonoro. Y en esta revoluci¨®n, los Oscar aportaron su peque?o grano de arena.
Babelia
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