Abraham
El ¨²ltimo libro de Gustavo Mart¨ªn Garzo sobre el sacrificio de Isaac es instructivo, deleitable e iluminador
Hay libros que instruyen; otros, que adem¨¢s deleitan; pero, entre todos ellos, quiz¨¢s los m¨¢s raros y valiosos, son los que ¡°iluminan¡± al lector con sus ¡°revelaciones¡±, los que arrojan una nueva luz sobre lo oculto. Encienden la chispa de nuestra inteligencia dando p¨¢bulo a la interrogaci¨®n y liber¨¢ndonos del yermo de nuestras respuestas. Pues bien, instructivo, deleitable e iluminador es el ¨²ltimo libro de Gustavo Mart¨ªn Garzo, No hay amor en la muerte (Destino), donde afronta el misterio m¨¢s insidioso del Antiguo Testamento: el del fallido asesinato inmolador de Abraham perpetrado contra su primog¨¦nito Isaac. Aparte de a la v¨ªctima, que qued¨® amoscada de por vida, este horr¨ªsono crimen en ciernes se carga sobre nuestras espaldas como una insoportable losa, pues sentimos que de alguna manera nos concierne.
Aunque sea muy dif¨ªcilmente justificable este parricidio en grado de tentativa, y poco cre¨ªble que lo propiciase Yahv¨¦, el ¨²nico dios existente, seg¨²n Abraham, lo que agravaba la condena, extendi¨¦ndola a toda la humanidad, no han sido pocos los ex¨¦getas y pensadores que hist¨®ricamente se han visto involucrados en tratar de desentra?ar el misterio. Por ser reciente, es muy interesante la s¨ªntesis que al respecto ha escrito F¨¦lix de Az¨²a en un texto tiulado El ascenso del monte Moria, incluido en el libro colectivo Las im¨¢genes de la Biblia (C¨ªrculo de Lectores), pero Gustavo Mart¨ªn Garzo opta por otra v¨ªa: la de, por una parte, sacar toda la punta literaria posible a ese incomparable venero narrativo que es el Antiguo Testamento, pero, por otra, la de ir cebando el cruento enigma, manteni¨¦ndonos en vilo, desde el principio hasta el final.
Planteada esta historia de forma coral, Mart¨ªn Garzo articula su relato mediante signos gr¨¢ficos diagonales, como los que se usan para separar versos, lo que subraya el alto voltaje po¨¦tico del texto, que est¨¢ muy impregnado del bell¨ªsimo tono l¨ªrico de El cantar de los cantares; esto es: de la melodiosa y muy libre forma de expresarse de las voces femeninas. Pero todo esto sin que se quiebre nunca el absorbente ritmo de la trama narrativa. Por lo dem¨¢s, aunque no lo llegue a plantear expl¨ªcitamente, parece como si el sacrificio de Isaac por parte de Abraham a instancias de Yahv¨¦ hiciera de indeclinable pendant del que Dios padre impuso a su hijo Cristo, condenado a muerte, martirizado y ejecutado de la manera m¨¢s degradante.
Hay, desde luego, mucha tela que cortar en relaci¨®n con estos parricidios sacrificales, que, por otra parte, no han cesado en nuestra sociedad secularizada, como lo supo advertir, en toda su gravedad simb¨®lica, Sigmund Freud. De todas formas, sin meterse en estos berenjenales psicol¨®gicos, como buen mago literario, Mart¨ªn Garzo se sabe guardar en la manga el as de su interpretaci¨®n del conflicto paterno-filial, no sin dejarlo de mostrar al principio, aunque desvel¨¢ndolo solo por completo al final. Porque de lo que trata todo su relato es del crucial ¡°silencio del padre¡±, simult¨¢neamente fuente del desamparo y de la libertad humanos. En este sentido, as¨ª se lo hace expresar a Isaac cuando traiciona a su primog¨¦nito Esa¨² en favor de Jacob: ¡°¡Debes aprender a vivir sin si amor, le dije a mi hijo en mi pensamiento/¡traicionar es dejar ir, dar opci¨®n a los que amamos de que se aparten de nuestro lado/librarles de la terrible herencia de nuestros sue?os¡±. De manera que, contradiciendo en parte el t¨ªtulo de su libro, s¨ª que hay virtualmente amor hasta en la muerte, pues, en efecto, a veces, nos morimos y matamos por amor¡
Babelia
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