El Premio Pritzker 2017 recae en el estudio catal¨¢n de arquitectura RCR
Rafael Aranda, Ramon Vilalta y Carme Pigem reciben el galard¨®n m¨¢s prestigioso de su disciplina
¡°Hab¨ªa dos pritzkers portugueses y solo uno espa?ol. De un plumazo tenemos cuatro¡±. Carme Pigem (Olot, Girona, 1962) bromea ante los amigos y empleados reunidos en el patio de su estudio. Tambi¨¦n han llegado su padre y su suegra. En la antigua Fundici¨®n Art¨ªstica Barber¨ª, ¡°donde se fundieron las cu¨¢drigas de Gargallo del Estadio Ol¨ªmpico¡±, una joven arquitecta pincha discos. Ha empezado la fiesta. Carme y sus dos socios ¡ªsu marido, Ramon Vilalta (Vic, Barcelona, 1960), y Rafael Aranda (Olot, 1961)¡ª llevan tres d¨¦cadas dedic¨¢ndose a la arquitectura con devoci¨®n casi religiosa. Por eso la celebraci¨®n del premio Pritzker, el galard¨®n mundial m¨¢s importante en el campo de la arquitectura, concedido al estudio RCR Arquitectes, formado por el tr¨ªo, tiene algo de liturgia.
¡°El respeto por lo existente y la convivencia entre lo local y lo universal¡± es lo que ha visto en sus trabajos un jurado preocupado por un mundo en el que lo gen¨¦rico est¨¢ arrasando a lo particular. El Pritzker premia este a?o la estrecha colaboraci¨®n entre los tres proyectistas y la b¨²squeda de la universalidad desde el cuidado de las ra¨ªces, al reconocer a este tr¨ªo cosmopolita y a la vez de pueblo que desde que se conocieran en la Escuela ?T¨¦cnica Superior de Arquitectura del Vall¨¨s de la Universidad Polit¨¦cnica de Catalu?a (UPC) apost¨® por dise?ar a seis manos.
Hasta hoy, el galard¨®n solo hab¨ªa reconocido a un espa?ol, Rafael Moneo, en 1996. Los nuevos ganadores tienen claro qu¨¦ otro arquitecto nacional lo merecer¨ªa: ¡°Sin duda, Enric Miralles¡±, fallecido en julio de 2000.
Aunque varios d¨²os de dise?adores se han hecho con el premio, dotado con 100.000 d¨®lares, como Herzog & De Meuron, en 2001, o Sejima & Nishizawa, en 2010, esta es la primera vez que reconoce a tres profesionales, subrayando el componente colectivo del oficio.
Todos creen que ese tri¨¢ngulo es la base de su equilibrio. ¡°Eso y saber de d¨®nde venimos y hasta d¨®nde queremos llegar¡±, opina Aranda, hijo de un obrero de Villanueva de la Tapia (M¨¢laga), el primer miembro de su familia nacido en Catalu?a. La madre de Pigem era locutora de radio en Olot. Su padre la conoci¨® cuanto instalaba cables en la emisora. El de Ram¨®n, profesor de dibujo, muri¨® con 50 a?os. ¡°Crec¨ª viendo c¨®mo mi madre se levantaba a las cinco para trabajar en una f¨¢brica textil¡±.
Ese pasado, insisten, es su vacuna. ¡°No creemos ni en fronteras ni en purezas¡±, aseguran, tratando de desmontar los mitos construidos en torno a su exquisito trabajo. ¡°El hombre de Croma?¨®n no era de ning¨²n sitio. No podemos retroceder¡±, defiende Pigem. ?Qu¨¦ cambiar¨¢ entonces el Pritzker? ¡°Queremos seguir controlando y disfrutando lo que hacemos¡±, responden. ?Conseguir¨¢n hacerlo trabajando en Francia, B¨¦lgica o Dub¨¢i? ¡°Trabajamos igual, a partir del lugar. Es fundamental ir encontrando la arquitectura, evitar que te asalte. Retrasar el encuentro multiplica las sensaciones y convierte un edificio en un descubrimiento¡±, explica Vilalta.
Una de sus primeras obras, el Estadio Tussols-Basil de Olot (2000) es una pista de atletismo salpicada por los ¨¢rboles, que llegaron antes que la pista.
Tambi¨¦n las personas han definido la arquitectura de RCR. ¡°Las casas han sido nuestro laboratorio¡±, explica Pigem. Sus primeros logros fueron viviendas extraordinarias para gente corriente: la casa para un herrero o una peluquera del pueblo. Su vocaci¨®n perfeccionista ha hecho que los persiguiera la leyenda de que obligaban a firmar contratos que imped¨ªan modificar sus trabajos. Ellos lo desmienten: ¡°A lo que obligamos es a construir bien; luego el tiempo puede intervenir. No para tapar, para sumar¡±, indica Vilalta.
Lo esencial son las ra¨ªces
No resulta f¨¢cil entender esta arquitectura de alta costura, arraigo local y ambici¨®n universal en el marco de un pueblo del prepirineo gerundense de 34.000 habitantes. ¡°Cuando decidimos vivir en Olot, los de [la revista] El Croquis vinieron y nos dijeron que ten¨ªamos que salir al mundo¡±, recuerda Aranda. Son felices de no haberlo hecho: ¡°Cuando vives en un pueblo has de tener claro qu¨¦ aporta lo que construyes. Te lo tropiezas a diario. Se convierte en tu conciencia¡±.
En 2009, la muestra del pintor franc¨¦s vivo m¨¢s cotizado, Pierre Soulages, se convirti¨® en la m¨¢s vista en la historia del Pompidou. Para entonces, el propio artista ya hab¨ªa encargado a RCR el dise?o del museo al que dejar¨¢ su legado en Rodez, al otro lado de los Pirineos. Cuentan que el edificio de apartamentos que acaban de concluir en Dub¨¢i est¨¢ en la ciudad real, no en la de postal. El cliente les ha encargado ahora su casa.
Los autores del flamante y rompedor restaurante Enigma de Albert Adri¨¤, en Barcelona, fueron, mucho antes, los dise?adores de Les Cols, tambi¨¦n en Olot: ¡°Entre huertos y gallinas tuvimos que plantearnos c¨®mo hablar a lo que ya exist¨ªa¡±. Decidieron hacerlo de t¨² a t¨²: sin alterar el lugar, pero con voz propia. Con la chef Fina Puigdevall dejaron claro c¨®mo la vanguardia y la alta cocina deben convivir con la agricultura y el kil¨®metro cero.
Algunos maestros modernos descubrieron que viajar por el mundo lleva a recuperar las ra¨ªces. RCR defiende lo contrario: para ellos son las ra¨ªces lo esencial para poder volar. El principal premio de arquitectura acaba de darles la raz¨®n.
Minimalismo y naturaleza
Aunque los integrantes del estudio RCR (las iniciales de los nombres de pila de sus tres miembros) consideran que arquitectura solo hay una ¡ª¡°la que contribuye al bienestar f¨ªsico y espiritual¡±¡ª, en una era en la que la disciplina se debate entre ser postic¨®nica o aceptar la construcci¨®n como fondo de inversi¨®n, ellos defienden un valor cl¨¢sico: la belleza, ¡°fundamental para todo en la vida¡±. Premiando a RCR, el Pritzker deja atr¨¢s la defensa de una arquitectura social (las construcciones de emergencia de Shigeru Ban o las viviendas incrementales de Aravena) determinante para apuntalar el futuro de la profesi¨®n. La obra exigente, de factura artesana y corte minimalista de RCR supone un reconocimiento a la arquitectura entendida como una forma de arte que incide en la vida cotidiana sin renunciar a sus aspiraciones est¨¦ticas.
Babelia
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