La profesionalidad de lo impersonal

Con apenas cuatro pel¨ªculas, y sin escribir una sola l¨ªnea, Fernando Gonz¨¢lez Molina se ha convertido en el narrador m¨¢s exitoso del ¨²ltimo cine espa?ol, en el director perfecto de una serie de triunfadoras novelas que, en principio, poco se parecen, pero que en su paso al cine han adquirido bajo su control la imagen, el estatus y el tono m¨¢s id¨®neos para que esas pel¨ªculas fueran las perfectas hijas cinematogr¨¢ficas, comercialmente hablando, de sus victoriosas madres literarias. Lo que no quiere decir que sus pel¨ªculas sean buenas. A pesar de su juventud, hay mucho oficio, control y sabidur¨ªa narrativa y visual, teniendo en cuenta a qui¨¦n van dirigidas. Pero no hay brillantez.

Tres metros sobre el cielo y Tengo ganas de ti, novelas de Federico Moccia adaptadas por Ram¨®n Salazar, Palmeras en la nieve, novela de Luz Gab¨¢s adaptada por Sergio G. S¨¢nchez, y El guardi¨¢n invisible, novela de Dolores Redondo adaptada por Luiso Berdejo, comparten a Gonz¨¢lez Molina como director. Tambi¨¦n el triunfo en taquilla de las tres primeras, y el presumible de la cuarta. El guardi¨¢n invisible, que nunca se hace larga, aunque lo sea, es pulcra, tiene un excelente ritmo y una puesta en escena de artesano, impersonal pero efectivo. No hay autor¨ªa, y probablemente nadie se la pida. Es decir, pese a sus variados paralelismos (cr¨ªmenes en serie, ambiente siniestro, influencia del entorno, polic¨ªas patrios...), no es La isla m¨ªnima.

El retrato de roles es bueno, y las tramas sobre el pasado de los personajes, fundamentalmente el de la mujer polic¨ªa protagonista, enriquecen. Sin embargo, la pel¨ªcula resulta a veces demasiado ret¨®rica y redicha en su parafernalia del lenguaje policial, con todos esos enlaces entre frases ("si bien..."; "por lo dem¨¢s...", y otros del estilo), tan forzados gramaticalmente y tan poco coloquiales, que adem¨¢s llevan a ciertos int¨¦rpretes a verbalizar los textos con impostura, casi declam¨¢ndolos.

La producci¨®n, el empaque de la m¨²sica de Fernando Vel¨¢zquez y la enigm¨¢tica belleza del entorno del Bazt¨¢n otorgan sabor y olor a la intriga, que siempre fluye bien. Pero, como contrapartida, nunca se fuerza el elemento social, clave en la historia, al que le falta ambig¨¹edad, incomodidad, dureza. Y el elemento m¨¢gico, el m¨¢s discutible, puede que sume en el lenguaje de una novela, presto a la imaginaci¨®n del lector, pero siempre resta en el de la pel¨ªcula, quiz¨¢ imposible de resolver visualmente.

El guardi¨¢n invisible es una pel¨ªcula muy profesional, que sabe a lo que va. Y tambi¨¦n demasiado acad¨¦mica, incluso en las pistas sobre la identidad del culpable, que, a poco que haya espectadores listos, adivinar¨¢n desde demasiado pronto.