La novela madre de Cercas
El autor presenta en Madrid ¡®El monarca de las sombras¡¯, la obra sobre su t¨ªo falangista, Manuel Mena, como una deuda contra¨ªda con su herencia materna
Un amigo de Javier Cercas define el arte de cocinar novelas como quien hace una lasa?a: ¡°Vas poniendo capas¡±, dice el escritor que present¨® la ¨²ltima de las suyas este mi¨¦rcoles en la Fundaci¨®n Telef¨®nica de Madrid. En El monarca de las sombras (Random House) est¨¢ su l¨¢mina sobre la guerra civil, su tomate sobre la familia, el queso rallado de la emigraci¨®n¡ Pero quien la mete al horno es do?a Blanca Mena, su madre.
Esta es su deuda de familia, al fin y al cabo. En medio, cabe todo, como bien sabe Cercas, fiel a otra de sus herencias: la cervantina. Por ejemplo, un paralelismo entre Gran Hermano y el cine de Antonioni, las miradas de aquellos que le acompa?an a Ibahernando, en C¨¢ceres, sin saber que los utiliza para que miren por s¨ª mismos el territorio de su nuevo relato. T¨¦cnicas de notario para adquirir distancia acerca de una historia que, como le avisaron, podr¨ªa hacerle da?o. ¡°Fue mi primo, el diputado socialista Alejandro Cercas, que aparece tambi¨¦n en el libro, quien me dijo: ?sabes d¨®nde te metes?¡±.
Tem¨ªa que saliera herido de esa carga, de esa ¨ªntima indagaci¨®n, en principio, inc¨®moda: ¡°En Ibahernando, mi familia era patricia. Com¨ªan, de haberme quedado, quien sabe, a lo mejor hubiera sido veterinario, como mi padre o se?orito, aunque de esos ya no quedan¡±, le contaba Cercas a Miguel Aguilar, su editor en Random House.
Se trataba de peque?os propietarios: ¡°Adeptos al r¨¦gimen y en el lado equivocado, el de los nacionales¡±, comenta Cercas. Pero salieron. Se fueron. ¡°Ten¨ªa 4 a?os cuando mi madre agarr¨® a sus cinco hijos para seguir a mi padre, que se hab¨ªa marchado previamente¡±. A Girona, en Catalu?a. Otra geograf¨ªa, otro idioma, adem¨¢s. ¡°Mi madre puso el dedo en el mapa y recuerdo aquello como si fuera el fin del mundo, un lugar que quedaba en el otro extremo, cerca de Francia¡±.
¡°Esta es una novela moral¡±, dice su autor, ¡°y belicosamente antibelicista¡±
Ella dej¨® en Ibahernando la foto de Manuel Mena, su t¨ªo. ¡°O en realidad su hermano mayor, porque viv¨ªa con ellos¡±. Cercas cuenta en las primeras p¨¢ginas del libro que cuanto m¨¢s observaba a aquel hombre joven, no pod¨ªa entender qu¨¦ mensaje le lanzaba su mirada: ¡°A veces pienso que esos ojos son un espejo y que la nada que veo en ellos soy yo. A veces pienso que esa nada es la guerra¡±, escribe.
Muri¨® en la batalla del Ebro. Ten¨ªa 19 a?os. Pero el halo de su memoria llega 80 a?os despu¨¦s hasta el presente. Se trata de una estampa que ha agarrado a Cercas por la solapa ¨Co que lo lleva haciendo desde que supo desde su propia dimensi¨®n ignota, que su sobrino era escritor- para sentarle a contar su influjo. ¡°Al final del viaje he entendido que, pese a haberse apuntado en el bando equivocado de la Historia, no soy moralmente mejor que ¨¦l¡±. Que en las carnicer¨ªas existen aquellos que Cercas define como canallas de las buenas causas, pero, tambi¨¦n, entre los que tomaron la direcci¨®n incorrecta, gentes de buena fe.
¡°Esta es una novela moral¡±, dice su autor, ¡°y belicosamente antibelicista¡±. Una historia que trata de encaminar consensos y ensanchar un presente donde debe caber el pasado. ¡°Vivimos una aut¨¦ntica dictadura del presente. Y en deuda perpetua con el pasado hasta que no resolvamos su enigma. Como dice Hanna Arendt, no somos culpables del mismo, pero s¨ª responsables. Y nuestra obligaci¨®n es conocerlo a fondo para poder manejarlo¡±.
Quien desee borrar las huellas de la guerra, esa oscura pasi¨®n de muchos, recobrada, amenazante, alimentada por instintos depredadores que llevan siempre por detr¨¢s, cuidado, a alg¨²n poeta que los alienta, se equivoca. Ah¨ª anda. Y siempre regresa: ¡°Envuelta en palabras ponzo?osas, con su oropel de enga?o y seducci¨®n¡±, avisa Cercas. Lo hace ayudado por un urgente paralelismo: ¡°El fascismo y el comunismo en los a?os treinta, eran modas. Modas que cautivaban a la juventud anunciando lo nuevo frente a lo caduco, la pol¨ªtica racional, aburrida y pragm¨¢tica de cierta democracia¡±. La resonancia con la encrucijada de hoy es tan evidente que ensordece.
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