Los ¨²ltimos de Tetu¨¢n

El pasado colonial espa?ol, semiolvidado por el cine desde la llegada de la democracia, comienza a ser revisitado por una nueva generaci¨®n, alej¨¢ndose adem¨¢s, como no pod¨ªa ser de otro modo, de las exaltaciones patri¨®ticas de los dolores del franquismo. Desde una visi¨®n m¨¢s cr¨ªtica, y con el poso del tiempo y de la Historia como aliados, Gonzalo Tapia ha dirigido la interesante y m¨¢s que digna Neckan, pel¨ªcula ambientada en el Tetu¨¢n de 1956, justo en los d¨ªas de la retirada espa?ola del Norte de Marruecos, uni¨¦ndose as¨ª, en un corto periodo, a Palmeras en la nieve, sobre Fernando Poo y Guinea Ecuatorial, y 1898: Los ¨²ltimos de Filipinas.

Basada en una historia original de Juan Ram¨®n Ruiz de Somavia e I?aki Gonz¨¢lez Esparza, y guion final de Michel Gaztambide y el propio Tapia, Neckan es un relato alrededor de una muerte violenta en el pasado, acaecida en la v¨ªspera del Alzamiento, que a¨²na bien el drama familiar, el melodrama rom¨¢ntico, la intriga de espionaje y el cine pol¨ªtico, en una ¨¦poca en la que empezaban a correr tiempos de cierto aperturismo en la dictadura, provocados por las ansias de ser aceptados en la ONU. Con las misteriosas callejuelas de la Medina como aliadas, la pel¨ªcula casi nunca decae (solo esa innecesaria sesi¨®n de gimnasia al borde del rid¨ªculo), gracias a una perfecta graduaci¨®n de la informaci¨®n, y a una serie de intrigantes personajes que, salvando las distancias, hacen recordar las grandes historias de la Patricia Highsmith m¨¢s ex¨®tica: El talento de Mr. Ripley y Las dos caras de enero.

"A veces la verdad tiene un prestigio que no se merece. Saberla s¨®lo conduce al dolor", dice el gran personaje de la pel¨ªcula, interpretado con rostro impenetrable, gesto sutil y vozarr¨®n de ardor guerrero por el habitual profesor, y no demasiado prol¨ªfico en cine, Hermann Bonnin. Verdad y pasado; fascistas, jud¨ªos y masones; poder y colonialismo. Tapia ha compuesto su mejor pel¨ªcula desde Lena (2001), y deja una frase para la reflexi¨®n: "La verdadera guerra la ganaron los curas y la perdieron los maestros".