B-52, el bombardero m¨¢s temido y su chatarra m¨¢s apreciada
Un sorprendente documental nunca visto en Espa?a recorre la historia del s¨ªmbolo del poder de EE UU en el festival Punto de Vista
En la era del falso documental y de la postverdad, uno puede desconfiar del testimonio del piloto vietnamita que asegura haber derribado el segundo B-52 durante la guerra con EE UU -el primero, insiste, lo tumb¨® un amigo suyo- o del piloto norteamericano que habla con pasi¨®n de las toneladas de bombas que arroj¨® sobre Han¨®i. Tambi¨¦n se puede dudar del tipo al que se le dilatan las pupilas cuando glosa con er¨®tica delectaci¨®n el atractivo de la chatarra donde un artillero de cola del mort¨ªfero bombardero dej¨® escritos mensajes en una de las obras de su particular museo, que recuerda a las creaciones del artista Robert Rauschenberg,
Pero no es ficci¨®n, todo es real, tan real como la capacidad destructora del avi¨®n que empez¨® a volar en la d¨¦cada de los cincuenta y que pronto se convirti¨® en el s¨ªmbolo de la guerra fr¨ªa y el emblema del poder de EE UU. Y tan real como el director y productor alem¨¢n Hartmut Bitomsky que, con un aire al escritor G¨¹nter Grass, present¨® en la noche del martes su documental B-52 dentro del ciclo Volar del festival de cine documental Punto de Vista, que se celebra del 6 al 11 de marzo en Pamplona.
"Es la primera vez que hago una pel¨ªcula a sugerencia de un espectador. Me dijo, tras ver una pel¨ªcula m¨ªa en EE UU que le hab¨ªa gustado, que ten¨ªa un buen proyecto para m¨ª: hacer una pel¨ªcula sobre los B-52: fui al desierto de Tucson, en Arizona, donde se almacenaban los bombarderos y tuve claro que har¨ªa la pel¨ªcula", coment¨® el realizador alem¨¢n, de 74 a?os, con una cuarentena de pel¨ªcula como director y productor a sus espaldas, una instituci¨®n del cine documental en su pa¨ªs que, sin embargo, es desconocido en Espa?a.?
No es dif¨ªcil imaginar la reacci¨®n del realizador ante la poderosa imagen de centenares de B-52, una gigante de metal de 48,5 m de largo con una envergadura de 56,4 metros, en mitad del desierto, la mayor¨ªa a medio desguazar, otros a la espera de su reparaci¨®n. De los cerca de 700 bombarderos de este tipo que llegaron a volar, con armas convencionales o nucleares, quedan operativos un centenar.? Las secuencias en que la c¨¢mara sigue los movimientos de la excavadora para portar en equilibrio una enorme ala son tan magn¨¦ticas como terribles los destrozos que causaba el avi¨®n. La ¨²ltima vez que entraron en combate fue en las guerras de Kosovo, Irak y Afganist¨¢n.
Bitomsky consigui¨® el permiso del Pent¨¢gono para entrevistar a pilotos y responsables del Ej¨¦rcito, adem¨¢s de filmar en Tucson. Tambi¨¦n logr¨® im¨¢genes de archivo del ej¨¦rcito de EE UU. A cambio, deb¨ªa mostrar una imagen positiva del ej¨¦rcito y de los B-52. La pel¨ªcula se estren¨® en el festival de Venecia de 2001 y con el posterior ataque del 11-S el permiso del Pent¨¢gono qued¨® en una nebulosa, explic¨® el director. En consecuencia, hizo la pel¨ªcula que quer¨ªa. Para ello invirti¨® el dinero de una beca Rockefeller que le concedieron, si bien necesit¨® cuatro a?os para completar el presupuesto.
No escribi¨® un guion, sino que, conforme iba rodando, una informaci¨®n le llevaba a otra. A diferencia, por ejemplo del director Michael Moore, Bitomsky no parece buscar la confirmaci¨®n de una idea preconcebida en su pel¨ªcula. Tambi¨¦n sale en pantalla, pero adopta una actitud aparentemente neutral. "Me interesa ense?ar el objeto de la pel¨ªcula y explorar todas las posibilidades del ser humano frente a ese objeto", se?al¨®. De modo que, tras dejar extenderse a un piloto de B-52 que lleg¨® a lanzar 2.500 toneladas de bombas en Vietnam, sale un vietnamita que recuerda c¨®mo recuper¨® el cad¨¢ver de su mujer partido en dos tras un bombardeo en Han¨®i. Tambi¨¦n incide en c¨®mo influy¨® el modelo del B-52, de una anchura hasta entonces desconocida, en la ampliaci¨®n y mejora de los modelos de aviones comerciales y, por tanto, en el abaratamiento de los billetes.
Filmada en 33 mil¨ªmetros, la pel¨ªcula es una muy interesante rareza que relata la historia de los ¨²ltimos 60 a?os a trav¨¦s del bombardero m¨¢s temible, incluyendo una menci¨®n al incidente nuclear que tuvo lugar en la poblaci¨®n almeriense de Palomares en 1966, cuando colisionaron a 10.000 metros de altura un avi¨®n nodriza y un B-52 que portaba bombas nucleares. El bombardero volv¨ªa de una misi¨®n en la frontera turco-sovi¨¦tica en los tiempos de la guerra fr¨ªa, de la llamada disuasi¨®n.
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