Infierno en el Pac¨ªfico

Mientras un sol crepuscular se desangra en el cielo y una lluvia de destrucci¨®n ¡ªhelic¨®pteros en llamas, cuerpos mutilados¡ª suspende el tiempo, King Kong y Samuel L. Jackson, en la piel de un militar reci¨¦n llegado de Vietnam, se baten en un intenso duelo de miradas. Un instante perfecto para definir la muy gratificante naturaleza de Kong: la isla Calavera, segundo largometraje de Jordan Vogt-Roberts. Un sofisticado sentido del humor y una apuesta por los placeres m¨¢s puros del pulp se al¨ªan en una pel¨ªcula que supone un soplo de aire fresco en el paisaje de un blockbuster contempor¨¢neo aquejado de sobrepeso y rimbombancia.

Han pasado doce a?os desde que Peter Jackson resucitara al m¨ªtico gorila en una pel¨ªcula que quer¨ªa ser la rememoraci¨®n hip¨¦rbolica de su primer contacto con el cl¨¢sico de Merian C. Cooper y Ernst B. Schoedsack. Su King Kong (2005) fue el paradigma de la descompensaci¨®n: hermosos momentos de forma pura ¡ªla introducci¨®n, los dinosaurios suspendidos en las lianas, el combate final sobre el Empire State¡ª se ve¨ªan condicionados por el despilfarro de una hora larga de presentaci¨®n de personajes, aparatosa refutaci¨®n de la naturaleza esencialmente sint¨¦tica del lenguaje cinematogr¨¢fico.

Autor familiarizado con los registros de la nueva comedia ¡ªes uno de los realizadores de Funny or Die presents...¡ª y autor de una notable pel¨ªcula de iniciaci¨®n adolescente ¡ªThe Kings of Summer (2013)¡ª, Vogt-Roberts tambi¨¦n parece concernido por recuperar la po¨¦tica del asombro de la pel¨ªcula de 1933, pero su camino es visiblemente distinto y no excluye parentescos con posteriores apropiaciones l¨²dicas del icono como las que firm¨® Ishir? Honda?en los a?os sesenta. El sentido del humor determina la caracterizaci¨®n de personajes ¡ªarquetipos redefinidos con trazos singulares¡ª, pero lo que destaca es una infatigable originalidad en el estilo visual.

Hay cortes de montaje zumbones al servicio del gag ¡ªel paso del gorila devorando a sus v¨ªctimas al explorador mordiendo su sandwich¡ª, afortunadas ideas de dise?o de producci¨®n ¡ªlos nativos aficionados al trampantojo¡ª y soluciones pl¨¢sticas de gran fuerza expresiva: los fogonazos de flash fotogr¨¢fico en el interior de un monstruo oculto en la niebla, la rima entre las patas de la ara?a y la vegetaci¨®n... Por fin, un blockbuster vuelve a ser una fiesta de la imaginaci¨®n. Y no se pierdan la secuencia poscr¨¦ditos: con ella, este cr¨ªtico entendi¨® por qu¨¦ hab¨ªa estado pensando todo el rato en la lib¨¦rrima King Kong se escapa (1967).