Est¨¦tica del crimen
Ocurre, hoy, en la est¨¦tica, lo que ya sucedi¨® con la ¨¦tica: econom¨ªa criminal, estados canalla, gobiernos corruptos que se corresponden con su gemela est¨¦tica del mal

Hace unos d¨ªas, Adidas realiz¨® la promoci¨®n de sus nuevas prendas no como marca exclusiva sino como una marca pirata. Los ch¨¢ndales, las camisetas se expon¨ªan sobre mantas, colgadas de las verjas o transportadas en bolsas de basura, al estilo de los mercadillos. Eran originales pero adquir¨ªan el cach¨¦ de mostrarse como falsas: las costuras del rev¨¦s, los logos torcidos, el corte imperfecto. La copia ilegal ha ganado a la ley. La concupiscencia a la penitencia.
Ocurre, hoy, en la est¨¦tica, lo que ya sucedi¨® con la ¨¦tica. Econom¨ªa criminal, estados canalla, gobiernos corruptos que se corresponden con su gemela est¨¦tica del mal. No es un fen¨®meno nov¨ªsimo puesto que hace a?os, las prendas que cos¨ªan los internos de una c¨¢rcel en Ohio eran las m¨¢s apreciadas por las elites. Se expend¨ªan, en unidades limitadas, con el certificado del alcaide y el sello de la penitenciar¨ªa. As¨ª multiplicaban su valor.
Ni lo correcto, lo aut¨¦ntico o lo un¨ªvoco, pertenecen a nuestra ¨¦poca. Lo falso (a nivel industrial), el artificio (la inteligencia artificial, etc.) lo ambiguo (el sexo y sus muchas versiones), componen la nueva realidad. M¨¢s exactamente: la indiferencia entre lo verdadero y lo falso, lo que es y no es arte, lo que es verdad o no, pueblan la escena sin referencias.
?Ser¨ªa mejor ser bueno que malo? Ser¨ªa. Pero ahora, ni los pol¨ªticos son de fiar, ni las medicinas, los juguetes , las discotecas o los mercados son seguros. El terrorismo ha impuesto su patr¨®n que hace hacer estallar las costuras de las prendas o los maleados cuerpos de los ciudadanos. Igualmente, una est¨¦tica de guerra, con o sin explosivos, traspasa el mundo de la creaci¨®n. Espantar, desordenar, confundir es su emblema.
Kissenger, por ejemplo, es el nombre de un nuevo gadget que hace posible sentir el beso a trav¨¦s del m¨®vil y en un prost¨ªbulo de Barcelona ofrecen mu?ecas (dice Mill¨¢s) con una piel sedosa para aquellos clientes que prefieren relacionarse con cuerpos bien terminados.
Se cre¨ªa que la ¨¦poca industrial acabar¨ªa con la esclavitud y Duchamp hizo saber que un objeto en serie pod¨ªa ser un objeto ¨²nico. O viceversa. Todo depende del punto de vista y de la vista del punto.
?Pero qui¨¦n marca la perspectiva? ?Qui¨¦n decidir¨¢ el marco n¨ªtido si incluso la Justicia se halla en la misma bolsa de la basura?
?Para bien, para mal? Interrogaci¨®n ociosa porque, como es bien sabido, nunca antes alcanzaron tanta importancia los desechos. En varias ciudades, el alumbrado urbano proviene de la energ¨ªa benefactora de las basuras. Lo fosco se vuelve fulgor y la pulcritud inmundicia. De ah¨ª tantas ferias de arte cargadas de mierda. El ¨²ltimo Arco ha sido un gran ejemplo.
?Soluci¨®n? Hace 50 a?os dec¨ªamos. ¡°?Soluci¨®n? La revoluci¨®n¡±. Pero hoy se alude a no se qu¨¦ oloroso guisado de chorizos con lentejas.
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