Llama un extra?o
Julio Manrique actualiza 'L¡¯¨¤nec salvatge', de Ibsen, en una gran funci¨®n en Barcelona
Qu¨¦ temporada estamos teniendo en Barcelona! Acaba de llegar al Lliure L¡¯¨¤nec salvatge, un Ibsen grand cuv¨¦e que rara vez se monta, con un reparto que funciona al cien por cien, dirigido magistralmente por Julio Manrique, tras los triunfos de El curi¨®s incident del gos a mitjanit, de Haddon y Stephens; Una altra pel.l¨ªcula, de Mamet, y La treva, de Margulies. La obra, un melodrama que culmina en pur¨ªsima tragedia, te aboca a la l¨¢grima pero sales en volandas, elevado por tanto arte. Marc Artigau, Cristina Genebat y el propio Manrique firman una notable versi¨®n catalana, que ambienta el texto en el presente sin que nada chirr¨ªe.
Desde el principio, la fiesta en el jard¨ªn de los Werle, ya sabes que est¨¢s en buenas manos: la fluidez de los di¨¢logos, la elegancia de los movimientos esc¨¦nicos, la fragilidad bajo el despotismo del millonario (Andreu Benito), la luminosa humanidad de su mujer, Soerby (Miranda Gas), los standards a cargo de ese gran pianista y cantante que es Carles Pedragosa, todo parece formar parte de una misma partitura. Lluc Castells ha creado una escenograf¨ªa de ¨¢rboles invernales, y de ah¨ª pasamos a la planta que sirve de estudio y domicilio para la familia Ekdal. Met¨¢fora, sencilla y clara, de una casa de cristal: un lugar abierto a las miradas ajenas, con vidrios que pueden resquebrajarse en cualquier momento. All¨ª viven Hialmar (Ivan Benet), su esposa Gina (Laura Conejero), su hija Hedvidge (Elena Tarrats), y el abuelo Ekdal (Llu¨ªs Marco). Viven sobre una mentira que Hialmar ignora. El s¨®tano, donde Hedvidge alberga al pato salvaje ca¨ªdo, tambi¨¦n es una ficci¨®n, un bosque inventado donde el abuelo, que contribuy¨® a la destrucci¨®n del bosque real, puede seguir jugando a cazador.
Llega, para alojarse, un extra?o. Muy extra?o: Gregor (Pablo Derqui), hijo rebelde del millonario Werle, quiere ¡°liberar a la gente de la mentira¡±. Es un fan¨¢tico de la verdad, un psic¨®pata que no repara en lo que puede destruir. Un iluminado, pero por el lado oscuro del idealismo. Un personaje hamletiano con lo peor de Hamlet, que Ibsen sit¨²a un paso m¨¢s all¨¢ de Stockman (el ¡°enemigo del pueblo¡±) o el mesi¨¢nico Brand. La tortuosa intensidad con que Derqui se dirige a la peque?a Edvig hace pensar en un cruce entre Robert Mitchum en La noche del cazador y el Seymour Glass de Un d¨ªa perfecto para el pez pl¨¢tano, de Salinger. Su n¨¦mesis es el doctor Relling (impecable Jordi Bosch), l¨²cido y c¨ªnico, defensor de la mentira como mal necesario: ¡°Qu¨ªtale al hombre su mentira y le quitar¨¢s su felicidad¡±. Ninguno de los dos lleva toda la raz¨®n, pero ante el fanatismo no es dif¨ªcil preferir las medias verdades. O las mentiras que ayudan a vivir. No es un debate ret¨®rico, porque hay mucho en juego: Relling advierte enseguida la bomba de relojer¨ªa que hay en Gregor.
El melodrama, que culmina en tragedia, te aboca a la l¨¢grima, pero sales en volandas, elevado por tanto arte
Quiz¨¢s sea esta la tragedia m¨¢s terrible y dolorosa de Ibsen, porque pesa mucho m¨¢s lo real que lo simb¨®lico. Pod¨ªa haber ca¨ªdo en el melodrama desaforado, pero los sentimientos son veraces. Impresiona el ritmo asfixiante de la segunda parte: es como ver cerrarse un cepo sobre unos inocentes. A veces no s¨¦ qui¨¦n es m¨¢s feroz: Strindberg o Ibsen. Ivan Benet, primer¨ªsimo espada, borda el impulso, la mediocridad y la locura ascendente de Hjalmar. Una imprevista compasi¨®n acaba venciendo nuestros deseos de partirle la cabeza al personaje: con Otelo ocurre algo parecido. Incluso terminas sintiendo una cierta pena por un tarado tan da?ino como Gregor, y hay que agradecer a Benet y Derqui la afloraci¨®n de esos sentimientos ambivalentes. Pero todo mi coraz¨®n est¨¢ con los tres personajes femeninos. En la fuerza y el amor constante de Gina: si su marido no se cuelga, como deber¨ªa, ser¨¢ gracias a ella. Tras su trabajazo de alta comedia en La fortuna de S¨ªlvia, de Sagarra, en el TNC, Laura Conejero hace algo a¨²n m¨¢s dif¨ªcil: mostrarnos a una mujer sin maquillaje, metaf¨®ricamente hablando, y con los pies en el suelo. Miranda Gas, actriz cada vez m¨¢s brillante (y cantante fenomenal), nos hace ver a una Soerby que es pura y alegre quintaesencia de la realidad. Elena Tarrats tiene 23 a?os pero da a la perfecci¨®n un rol infantil. Hedvige es la verdadera v¨ªctima de la historia, la criatura que no comprende lo que est¨¢ sucediendo entre sus padres: es extraordinaria la parte de su brutal desam?paro, su dolor y su confusi¨®n mecidos por My Favorite Things como una nana imposible. Debut¨® en Joc de miralls, de Annie Baker, la autora de The Flick, en el Espai Lliure, y est¨¢ volando muy alto. Llu¨ªs Marco, magn¨ªfico Solomon en El preu de Miller, revalida su poder¨ªo como el viejo Ekdal. Jordi Llovet tiene dos papeles breves pero con enjundia, y muy distintos: el servil Petersen y el borracho y alunado Molvik. L¡¯¨¤nec salvatge es una funci¨®n tan dif¨ªcil de olvidar como la imagen del piano bajo la nieve, esa nieve que pronto cubrir¨¢ todo menos el dolor de los Ekdal. Corran al Lliure.
L¡¯¨¤nec salvatge, de Ibsen. Teatre Lliure (Barcelona). Director: Julio Manrique. Int¨¦rpretes: Ivan Benet, Jordi Bosch, Laura Conejero, Pablo Derqui, Elena Tarrats y otros. Hasta el 9 de abril.
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