Goyo C¨¢rdenas vuelve a estrangular en Guadalajara
El cineasta Jos¨¦ Buil estrena 'Los cr¨ªmenes de Mar del Norte', basada en el primer asesino serial mexicano
Antes de que la perversa violencia del narcotr¨¢fico extendiera su manto sobre M¨¦xico el nombre de Gregorio C¨¢rdenas Hern¨¢ndez resonaba en las cabezas de los mexicanos. Este estudiante de 27 a?os de Ciencias Qu¨ªmicas pas¨® a la historia como uno de los primeros asesinos en serie del pa¨ªs. Los cuerpos de sus v¨ªctimas fueron hallados el 8 de septiembre de 1942, enterrados en el patio de una casa del centro de la Ciudad de M¨¦xico. El cineasta Jos¨¦ Buil ha decidido revivir aquella ¨¦poca en una cinta que lleva el nombre de la calle donde se hizo el macabro hallazgo: Los cr¨ªmenes de Mar del Norte.
La pel¨ªcula ha sido estrenada este fin de semana en la edici¨®n 32 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara. Buil, de 64 a?os, estudi¨® Periodismo en la UNAM y es egresado del Centro de Capacitaci¨®n Cinematogr¨¢fica. El cineasta ha rodado un gui¨®n suyo basado en una investigaci¨®n sobre los cuatro asesinatos que Goyo C¨¢rdenas cometi¨® en 1942. Las v¨ªctimas del estrangulador de Tacuba, interpretado por Gabino Rodr¨ªguez, fueron la estudiante Graciela Arias, de 21 a?os, y las prostitutas Mar¨ªa de los ?ngeles Gonz¨¢lez, Rosa Reyes Quiroz y Raquel Mart¨ªnez.
Una de las preocupaciones de Buil era encontrar la forma adecuada de contar una historia que tuvo una sobreexposici¨®n en la prensa mexicana de los a?os 40. El director decidi¨® centrar su cr¨®nica de aquellos d¨ªas en el relato de Jorge Rold¨¢n (Norman Delgadillo). El calavera, como lo apodaban, era compa?ero del asesino y compart¨ªa un laboratorio con C¨¢rdenas, un prometedor estudiante becado por Petr¨®leos Mexicanos (Pemex). Buil intent¨® sin ¨¦xito entrevistar a Rold¨¢n, que fue considerado c¨®mplice de los homicidios despu¨¦s de que una agente del servicio secreto mexicano encontrara un pie saliendo de la tierra en el jard¨ªn de Mar del Norte n¨²mero 20. Tiempo despu¨¦s se supo que El calavera no particip¨® en los cr¨ªmenes de su amigo.
Carlos Monsiv¨¢is cuenta en Los mil y un velorios que el n¨²mero 20 de Mar del Norte se convirti¨® en el epicentro de la goyoman¨ªa tras el hallazgo realizado por la polic¨ªa Ana Mar¨ªa Dorantes. ¡°La casa de los cr¨ªmenes alcanza el rango de atracci¨®n tur¨ªstica con puestos de aguas frescas y comida, se componen corridos sat¨ªricos y los vecinos (mediante cuota) permiten el acceso a sus azoteas para que desde all¨ª se contemple el inmoladero¡±, relata el cronista.
El caso de C¨¢rdenas hipnotiz¨® a la prensa y a la sociedad mexicana. El asesino escribi¨® horas despu¨¦s de ser capturado una fr¨ªa confesi¨®n de sus delitos. ¡°Eran mujeres de la calle¡ les ofrec¨ª dinero. Las llevaba a mi casa, donde me saciaba en ellas. Despu¨¦s de tenerlas no s¨¦ qu¨¦ me daba, lo que sent¨ªa: era algo horrible, un odio espantoso contra esas mujeres, por todas las mujeres, un frenes¨ª inexplicable¡ El impulso invencible de destruir, de desgarrar, de matar¡ ?Y las mataba!¡±. El criminal fue enviado al manicomio. Su estancia all¨ª, impulsada por los estudios que le realiz¨® Alfonso Quiroz Cuar¨®n, el padre de la criminolog¨ªa moderna, solo nutri¨® a la prensa de nuevas teor¨ªas. El asesino divulgaba versiones de sus diarios y tom¨® mientras estaba ingresado clases de psiquiatr¨ªa. Fue puesto en libertad en 1976.
Buil, que ya hab¨ªa escrito y producido junto a su esposa Maryse Sistach una trilog¨ªa sobre la maldad joven en el siglo XXI, evita en Los cr¨ªmenes de Mar del Norte la sordidez y apuesta por una cr¨®nica en blanco y negro. El resultado es un film noir que rinde tributo al cine de Hollywood de la d¨¦cada de los 40 y 50. El director juega, como tel¨®n de fondo, con la Segunda Guerra Mundial y la psicosis que esta gener¨® en los mexicanos en 1942. En mayo de ese a?o el presidente Manuel ?vila Camacho declar¨® la guerra a las potencias del Eje despu¨¦s de que el buque Potrero del Llano fuera hundido por un submarino en el Golfo de M¨¦xico.
El retrato que Buil hace de Goyo C¨¢rdenas se convierte en una nost¨¢lgica mirada a la nota roja de anta?o. En la ¨¦poca m¨¢s violenta de la historia de M¨¦xico, la leyenda del estrangulador de Tacuba ha sido olvidada. La figura ha sido eclipsada por narcotraficantes que deg¨¹ellan decenas de personas, disuelven en ¨¢cido a sus v¨ªctimas o arrojan los cad¨¢veres a fosas rebosantes. Monsiv¨¢is lleg¨® a calificar como ¡°el caso del siglo¡± los cr¨ªmenes de C¨¢rdenas. Hoy esa maldad necesita matices. Se trata de un asesino serial de mediados del siglo XX. La perversidad ha evolucionado.
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