Pepe Luis, el sue?o de otra ¨¦poca
Indultado un toro con el que triunf¨® Manzanares, al igual que Morante en otro de vuelta
La reaparici¨®n de Pepe Luis V¨¢zquez bien justifica un viaje a Illescas. No en balde naci¨® con la pureza del toreo en las entra?as, aunque la ausencia de ambici¨®n y serios percances impidieran en su d¨ªa que pudiera emular la majestuosidad torera de su padre. Su paso por el arte taurino fue largo en el tiempo, breve en los ¨¦xitos e intenso en los sue?os; quiz¨¢, por eso es de esos toreros que desborda esperanza cuando decide volver a enfundarse un traje de luces.
Pero el tiempo es un juez implacable, y lo que es peor, la inactividad, que pasa factura cada d¨ªa. L¨®gicamente, Pepe Luis ha perdido el oficio -no torea desde 2012-, pero mantiene el garbo, las maneras y la estampa.
En Illescas esboz¨® detalles fugaces de una clase innata que ilusion¨® al toreo en los a?os ochenta: una media, un cambio de manos, un natural extraordinario, una trincherilla garbosa, todo ello ante su primero, muy terciado y noble torete con el que mostr¨® excesiva y comprensible desconfianza. Mostr¨® sus mejores intenciones ante el cuarto, tambi¨¦n de noble condici¨®n, pero los deseos de su cabeza no coincid¨ªan con los impulsos del coraz¨®n. No hubo entendimiento e, incluso, se llev¨® un susto sin m¨¢s consecuencias.
En fin, que no pudo ser, porque no ¡®lo que no pu¨¦ ser, no pu¨¦ ser¡¯, pero ah¨ª qued¨® la imagen de un torero cl¨¢sico de los que pervivir¨¢n siempre en el sue?o de los buenos aficionados.
V¨¢zquez / V¨¢zquez, Morante, Manzanares
Toros de Jos¨¦ V¨¢zquez -el quinto, devuelto-, correctos de presentaci¨®n, blandos, mansos y nobles; al segundo se le concedi¨® la vuelta al ruedo y el sexto fue indultado. El sobrero, del mismo hierro, manso y bronco.
Pepe Luis V¨¢zquez: estocada contraria (vuelta); casi entera perpendicular (ovaci¨®n).
Morante de la Puebla: pinchazo y estocada (dos orejas); cuatro pinchazos, media baja y un descabello (silencio).
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: pinchazo y estocada baja (oreja); vuelta apote¨®sica tras el indulto del toro.
Plaza de Illescas (Toledo). Feria del Milagro. 11 de marzo. Lleno de 'no hay billetes'.
El resto del festejo fue una divertida algarab¨ªa. Morante se encontr¨® con un nobil¨ªsimo toro en primer lugar y lo tore¨® como solo ¨¦l sabe hacerlo. Lo recibi¨® de capote con un farol en tablas y una tanda de ver¨®nicas excelentes. Repiti¨® el animal en la muleta y el p¨²blico se volvi¨® loco de alegr¨ªa. Al contrario sucedi¨® ante el quinto, un marrajo que hu¨ªa de su sombra, y los tendidos no quisieron entender que Morante acabara con el animal sin m¨¢s pre¨¢mbulos.
Manzanares se llev¨® el mejor lote: dos toros fabricados de pura alm¨ªbar: nobil¨ªsimos y de escasas fuerzas. Bien, con su habitual elegancia y templanza, mulete¨® a su primero, y se cans¨® de dar muletazos al excelente sexto, al que se le perdon¨® la vida. Excelente porque era un pan bendito en la muleta, pero el caballo ni lo oli¨®.
En fin, todo muy divertido.
Y algo m¨¢s. Es saludable visitar de vez en cuando una plaza de tercera para palpar el estado de la fiesta. Y la verdad es que se cae el alma a los pies. Pero no por el trap¨ªo del toro, sino porque lo que all¨ª se celebra no es una corrida, sino un festejo adulterado que se parece a la tauromaquia como un huevo a una casta?a.
Veamos: el presidente demuestra que ni sabe ni tiene autoridad, y el p¨²blico se comporta como estuviera presenciando una verbena popular. Ejemplos: se le dio la vuelta al ruedo al segundo toro sin motivo, del mismo modo que se devolvi¨® el quinto o se le perdon¨® la vida al sexto. Pero es m¨¢s: el presidente le indic¨® a Manzanares que matara a ese ¨²ltimo, e, incluso, le envi¨® un aviso, pero el torero, en un gesto de inaceptable rebeld¨ªa, solt¨® el estoque y se sent¨® en el estribo a esperar que sonaran los otros dos; as¨ª pues el presidente, asustado, mostr¨® el pa?uelo naranja.
El respetable ser¨¢ muy respetable, pero parece no distinguir un toro de un caballo. Lo jalea todo, sobre todo si el torero se pone bonito, aplaude o abronca sin motivo y r¨ªe a carcajadas como si estuviera en un circo.
En fin, que esta fiesta en plaza de tercera no necesita toro, ni fiereza, ni casta, ni sangre; basta con un carret¨®n de entrenamiento y un se?or vestido de luces con aires de bailar¨ªn.
Pero eso es un verbena, y no la fiesta de los toros¡
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.