Jane Eyre y una comedia redonda

Ariadna Gil se prodiga poco en teatro. Yo no la ve¨ªa desde su estupendo trabajo en Los hijos de Kennedy, que Pou mont¨® en 2013, en el Alc¨¢zar. Ahora es Jane Eyre, gran ¨¦xito en el Lliure de Gr¨¤cia, en una puesta ¨¢gil y comunicativa de Carme Portaceli. Jane Eyre es un personaje bomb¨®n: sensata, apasionada, valiente, con la libertad siempre como norte. Ariadna Gil, estupenda de voz y gestualidad, lo hace suyo desde el principio y lo sirve con una convicci¨®n y una autoridad constantes. Quiz¨¢s un punto excesivas: es tan rotunda su megahero¨ªna que da la impresi¨®n de tener la partida ganada desde el principio, por muchas trabas que le pongan. Esos ojos miran como misiles tierra-aire; ese cuerpo tiene algo de ninja. Tal vez sea cosa m¨ªa, pero no alcanzo a atrapar el temblor (un poco m¨¢s, solo un poco m¨¢s) de sus dudas, sus agobios. Ir¨®nicamente, con Abel Folk tengo una leve carencia en sentido inverso, y subrayo lo de ¡°leve¡± porque estoy hablando de notables trabajos. A mi juicio, Abel Folk, otro int¨¦rprete al que siempre apetece ver, exhala bonhom¨ªa. El se?or Rochester, desde luego, no es el Heathcliff de Cumbres borrascosas. No pido un ogro, solo echo un poco en falta algo m¨¢s de hosquedad, de misterio oscuro. El Rochester de Folk est¨¢ muy matizado, pero hay una cierta sobredosis de santo var¨®n cuando deber¨ªan brotar, sugiero, unas cuantas chispas.

Notable adaptaci¨®n en catal¨¢n, con ¨¢giles elipsis, de Anna Maria Ricart, que cuenta con claridad la historia en dos horas, aunque dulcifica un tanto el final. Me gusta mucho la idea de dar voz a Antoinette, la esposa oculta, con fragmentos de Ancho mar de los Sargazos, formidable novela de Jean Rhys, que se merecer¨ªa un espect¨¢culo completo. Gabriela Flores, conmovedora en el rol de Helen, a¨²n no ha atrapado plenamente, creo yo, el perfil de la criolla: su locura roza la sobreactuaci¨®n. Completan el reparto la siempre s¨®lida Pepa L¨®pez (otro feliz reencuentro), Joan Negri¨¦, Jordi Collet y Magda Puig: meritorios trabajos, pues dibujan con r¨¢pidas pinceladas a una veintena de personajes. Magda Puig tiene una delicada elegancia, Collet destaca como un temible Blockhurt, y Joan Negri¨¦ sirve un intenso St. John.

Muy buena resoluci¨®n escenogr¨¢fica de Anna Alcubierre: pasillo frontal, en blanco, con espejos a los lados y un gran piano. Fin¨ªsimo vestuario de Antonio Belart, con dominantes en negro y gris. Y bellas proyecciones (mansiones, tormentas) de Eugenio Szwarcer.

Tuve un problema con el sonido. La pianista Clara Peya, que tambi¨¦n firma la partitura, y la chelista Alba Haro son excelentes int¨¦rpretes, pero su m¨²sica suena muy alta, forzando a gritar a los actores en algunos pasajes. Prefiero la belleza de sus composiciones elegiacas: me parece que las piezas m¨¢s convulsas enfatizan innecesariamente lo que estamos viendo. Pese a estos desniveles, Jane Eyre funciona como un ca?¨®n: llena cada noche desde su estreno y es acogida con grandes aplausos.

Pese a algunos desniveles, 'Jane Eyre' funciona como un ca?¨®n: llena cada noche desde su estreno y es acogida con grandes aplausos

Tambi¨¦n he disfrutado de lo lindo con Fairfly en el Tantarantana barcelon¨¦s. Nunca es tarde: me hab¨ªa perdido los anteriores trabajos de La Cal¨°rica y al fin he podido aplaudir su talento autoral (Joan Yago) y actoral (Queralt Casasayas, Xavi Franc¨¦s, Aitor Galisteo-Rocher, Vanessa Segura), guiados por Israel Sol¨¤. Resumo: a cuatro amigos que est¨¢n a punto de perder su trabajo se les ocurre una idea que puede revolucionar el mundo. Esa idea, que al principio parece una memez delirante (solo dir¨¦ que va de larvas de mosca), resulta factible. Y crece. Y se convierte en un enorme negocio que cambia para siempre las vidas de los personajes. Fairfly es una feroz cr¨®nica sobre la crisis y el mito del ¡°emprendedorismo¡±, esa moderna forma de esclavitud. Sus personajes, pens¨¦, son primos hermanos de Los temporales, la no menos estupenda funci¨®n de Luc¨ªa Carballal.

Y aventuro dos posibles influencias mayores, muy bien asumidas: Jordi ?Casanovas en la mirada y el asunto, Aaron Sorkin en la velocidad de los di¨¢logos. Fairfly tiene un notable perfume Flyhard, la factor¨ªa de comedia del off barcelon¨¦s: proximidad, econom¨ªa, voluntad de atraparte desde el minuto uno. Presupuesto de crisis: una mesa y cuatro sillas. El p¨²blico alrededor. Yago y Sol¨¤ levantan la historia porque, como sus protagonistas, juegan en serio. Estructura impecable: los saltos en el tiempo fluyen y se producen sin cortes. Perfiles muy bien observados, con sencillez y verdad, reconocibles, con suaves toques par¨®dicos, pero sin t¨®picos ni caricatura. Interpretaciones de una naturalidad pasmosa, con poder¨ªo y un crescendo el¨¦ctrico. Fairfly funciona como una m¨¢quina, con ritmazo y tensi¨®n que no decaen ni un momento. Mucha risa, que deja un retrogusto l¨²cido y amargo: no se puede jugar contra la banca.

Una de las mejores comedias que he visto ¨²ltimamente, redonda como la mesa en torno a la que gira. Atenci¨®n, productores y programadores: ah¨ª hay un ¨¦xito. Y dir¨ªa que incluso internacional. A por ¨¦l.

¡®Jane Eyre¡¯, de Charlotte Bront?. Directora: Carme Portaceli. Int¨¦rpretes: Ariadna Gil, Abel Folk y otros. Teatre Lliure (Barcelona). Hasta 26 de marzo.

¡®Fairfly¡¯, de Joan Yago. Direcci¨®n: Israel Sol¨¤. Int¨¦rpretes: Queralt Casasayas, Xavi Franc¨¦s, y otros. Teatre Tantarantana (Barcelona). Hasta 26 de marzo.