Muere Bob Silvers, profeta de los libros
El fundador de la 'New York Review of Books' falleci¨® este lunes en su casa de Manhattan a los 87 a?os
¡°Con gran dolor¡± la revista literaria m¨¢s importante del mundo, la New York Review of Books, anunci¨® la muerte de su extraordinario fundador, Robert Silvers. Bob, como le llamaban todos, falleci¨® este lunes en su casa de Manhattan a los 87 a?os.
Silvers (Mineola, Estados Unidos, 1929) inaugur¨® esta publicaci¨®n excepcional gracias a una huelga en el principal peri¨®dico de la ciudad, el New York Times, en 1963.
?l me cont¨® la historia de la New York Review of Books en una entrevista que le hice, a instancias de su amiga Elena Foster, para un libro que ella edit¨® con el t¨ªtulo Un oficio de locos (Ivorypress). Elena Foster, que mantuvo una larga relaci¨®n con este y con otros grandes editores internacionales, como sir George Weidenfeld, declar¨® su pesar. Unos d¨ªas antes ¨¦l le hab¨ªa contado que iba a someterse a un chequeo. En la nota de la revista se dice que Silvers padeci¨® una ¡°enfermedad muy r¨¢pida¡±.
As¨ª explic¨® Silvers en la citada entrevista el nacimiento de esta enorme contribuci¨®n a la lectura y a la cr¨ªtica literaria en Estados Unidos y en el mundo:
-Toda mi experiencia en The New Yok Review of Books ha sido un privilegio. Tenga en cuenta que la pusimos en marcha sin ning¨²n dinero y durante una gran huelga period¨ªstica, la huelga de los impresores, que perjudic¨® a The New York Times, en 1963. Me llam¨® mi amigo Jason Epstein y me dijo: ¡°Este es un momento hist¨®rico para lanzar una revista sobre libros, ?no te das cuenta? No sale The New York Times, y los editores se est¨¢n volviendo locos, porque los libros salen de las imprentas y no existe un lugar donde se pueda hacer verdadera cr¨ªtica literaria. Si dise?amos una buena maqueta con una lista tentativa de cr¨ªticos y hacemos con ello una buena revista, no habr¨¢ un editor que se niegue a comprar una p¨¢gina de publicidad¡±.
Al principio de la entrevista me hab¨ªa preguntado: ¡°?Cu¨¢nto tiempo tenemos?¡± ¡°El que usted quiera¡±, le dije. Y ¨¦l sigui¨® contando, mientras jugaba con una manzana, que era lo que com¨ªa a esa hora de la tarde. La charla fue muy larga; aqu¨ª solo publico un muy breve extracto.
-La situaci¨®n de partida era la siguiente: yo era editor de Harper's Magazine. Cre¨¦ una edici¨®n especial sobre literatura americana y encargu¨¦ a la gran ensayista Elizabeth Hardwick un art¨ªculo sobre cr¨ªtica literaria. Se titul¨® El declive de la cr¨ªtica literaria. En su opini¨®n, la entonces dominante secci¨®n de cr¨ªtica literaria de The New York Times era triste, mediocre, y carec¨ªa precisamente de esa calidad literaria que ella reclamaba para la cr¨ªtica. Cre¨® pol¨¦mica porque los libros de Harper?s eran publicados por Harper?s Publishers, quienes precisamente necesitaban buenas cr¨ªticas, como tambi¨¦n The New York Times. As¨ª que Cass Canfield, entonces director de la editorial y un gran hombre, tuvo que escribir un art¨ªculo en Harper's Magazine pidiendo disculpas y asegurando que la cr¨ªtica literaria en The New York Times era del m¨¢ximo nivel. Elizabeth Hardwick no tard¨® en responder: ¡°El se?or Canfield habla como si representara al lector com¨²n, y la verdad es que no encuentro ninguna raz¨®n para confiar a estas alturas en el lector com¨²n¡±. De repente, mi ilusi¨®n de poner en marcha una revista de libros se enfrentaba a la realidad de no poder contar ya con publicidad. As¨ª que cuando me llam¨® Jason Epstein viv¨ªamos en esa situaci¨®n, era preciso hacer una revista de libros y sal¨ªa a nuestro encuentro esta posibilidad. De modo que nos reunimos con su mujer, Barbara Epstein, y mire, est¨¢ viendo su biblioteca aqu¨ª mismo¡ Esa es nuestra historia, as¨ª comenzamos. Hasta hoy¡±.
En el primer n¨²mero estaban Susan Sontag, Gore Vidal, James Baldwin, Jason Epstein, W. H. Auden, Norman Mailer, Robert Lowell, Barbara Probst Solomon, Robert Penn Warren, Mary McCarthy¡ Los empresarios para los que trabajaba hasta entonces despidieron a Bob Silvers augur¨¢ndole que lo ver¨ªan pronto: ¡°?Fant¨¢stico! Vas a vivir una gran experiencia y estar¨¢s de vuelta en un mes¡±.
Aquel primer n¨²mero vendi¨®, me cont¨® ¨¦l, jubiloso, ¡°?cien mil ejemplares!¡±. Ah¨ª comenz¨® la leyenda de su gran revista y la leyenda de este hombre concienzudo que le¨ªa l¨ªnea a l¨ªnea, con exigencia y conocimiento, todos los originales que recib¨ªa seg¨²n sus encargos. Hasta hace una semana, cuando decidi¨® hacerse un chequeo; una enfermedad veloz interrumpi¨® para siempre su vida. Su revista le sobrevivir¨¢, ojal¨¢ que para siempre, como los libros, como la lectura que ¨¦l quiso exigente, comprometida, imprescindible.
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