Apestando a Adolf Hitler
?A qu¨¦ ol¨ªa el l¨ªder nazi? Al parecer nada bien, sobre todo despu¨¦s de Stalingrado
Llevo d¨ªas apestando a Hitler. Literalmente. Hace un tiempo el canal tem¨¢tico Historia tuvo la curiosa idea de apoyar su serie sobre la II Guerra Mundial Un mundo en guerra con el lanzamiento promocional de una gama de perfumes que recogieran la esencia de los principales l¨ªderes de la contienda. Cuando me lleg¨® al diario una muestra de esos ¡°perfumes de la Historia¡±, traspapel¨¦ los peque?os botellines que encapsulaban los olores de Churchill, Stalin, Mussolini, Roosevelt, Tojo y Hitler entre las monta?as de libros, carpetas y recuerdos de viajes y me olvid¨¦ del asunto. Hasta que el otro d¨ªa empez¨® a emanar un efluvio intenso bajo el ordenador.
El doctor Morell, su m¨¦dico personal, ha dejado constancia de la calidad tipo blitzkrieg de los flatos y evacuaciones del F¨¹hrer
Era el frasco de Adolf Hitler que se hab¨ªa volcado y abierto, como si el l¨ªder nazi tratara de regresar desde su botella en estos tiempos revueltos. El F¨¹hrer envasado huele muy perturbadoramente. A m¨ª me recuerda el aroma de una vieja peluquer¨ªa masculina, de aquellas de Var¨®n Dandy y loci¨®n Floyd, mezclado con el olor de ves¨¢nica prepotencia que reinaba en el despacho del director de mi viejo colegio. La nota de cata que ven¨ªa con el perfume indica que trataron de reproducir? ¡°el aroma de las SS, de la desesperaci¨®n de las v¨ªctimas o de finalizar de una vez por todas la contienda¡± (deb¨ªan tener en mente al Bruno Ganz de El hundimiento), ¡°todo esto traducido en aromas de cuero, pimienta negra e incienso¡±.
Como parte del l¨ªquido se ha vertido, adem¨¢s de encima de m¨ª, en la zona de mi compa?ero de mesa, Carles Geli, he estudiado su reacci¨®n, a ver si le entraban ganas de invadir Polonia. Pero se ha limitado a arrugar la nariz y preguntar de d¨®nde sale el pestazo. Al menos Tojo huele a t¨¦ verde. El experimento odor¨ªfero, para el que los responsables se basaron en los paisajes y ambientes en que se movieron los personajes o los colores y texturas de sus uniformes y trajes, resulta interesante, pero en realidad Hitler, que sepamos, no ol¨ªa a perfume ninguno: no usaba colonia (aunque todo pide que utilizara Hugo Boss).
La persona que he conocido que m¨¢s cerca estuvo de Hitler, el bar¨®n Philipp von Boeselager, que trat¨® de asesinarlo varias veces y comparti¨® mesa con ¨¦l, me lo describi¨® como un tipo repulsivo y sin modales, pero no entramos a hablar de su olor. Ahora ya es tarde, porque Boeselager ha muerto. Hubiera sido curioso ver qu¨¦ opinaba de lo del perfume. Otras fuentes han resaltado que Hitler en realidad ol¨ªa a sulfuro de hidr¨®geno, esto es, a huevos podridos, a causa de su incontrolable flatulencia, especialmente a partir de Stalingrado. Albert Speer testimoni¨® las malas digestiones del F¨¹hrer que se levantaba apresuradamente despu¨¦s de comer y corr¨ªa a sus habitaciones muy p¨¢lido. Y eso que no com¨ªa carne, pero hay que ver qu¨¦ da?o pueden hacer la coliflor y el br¨®coli en dosis masivas. El doctor Morell, su m¨¦dico personal, ha dejado constancia de la calidad tipo blitzkrieg de los flatos y evacuaciones de Hitler, pese a las lavativas de manzanilla. As¨ª que en realidad, el mejor envasado del l¨ªder nazi probablemente sea una bomba f¨¦tida. Y valga lo de bomba.
Babelia
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