Police y el poso de un se?or mayor
Un distinguido Sting evidenci¨® en Barcelona que el paso del tiempo no siempre asesina los recuerdos
Daba envidia verlo, incluso un poco de rabia, tan tieso y juvenil, tan delgado. S¨ª, vest¨ªa de negro, pero estaba inapelablemente delgado. All¨ª, plantado en el escenario del Sant Jordi Club en Barcelona, iniciando su gira europea frente a 4.600 personas, bastantes de su edad, que hab¨ªan agotado las entradas. S¨ª, estaba estupendo. Bueno, de voz bien, no muy bien, pero ?qu¨¦ caray!, el tiempo pasa incluso para ¨¦l, para ese Sting que haciendo de ¨¦l mismo y recuperando las esencias de The Police logr¨® a sus 65 a?os animar a esos espectadores ya maduros, abrumadora mayor¨ªa, dici¨¦ndoles que si no pierdes la cabeza como otros intentando parecer mucho m¨¢s joven de lo que en realidad eres, puedes salir bien parado. Incluso dar envidia. Y un pel¨ªn de rabia.
As¨ª de saque, Sting hizo de buen pap¨¢, y a las ocho en punto, una hora antes del inicio de su actuaci¨®n, cant¨® un balad¨®n de su ¨²ltimo disco para luego presentar a la banda de su hijo Joe, que actuaba como aperitivo. El chaval, de 1976, no tan chaval, le devolvi¨® el favor saliendo con pap¨¢ como parte de su coro de geometr¨ªa variable, a veces eran tres, a veces cinco, siempre varios para apoyar la voz de Sting, que a¨²n manten¨ªa agudos y capacidad de despegue. ?Ah!, y en plan familia feliz padre e hijo hicieron voces en la tenue Shape Of My Heart. El resto del grupo tambi¨¦n reun¨ªa padres e hijos, ya que el guitarra, Dominic Miller, ve¨ªa como su v¨¢stago Josh se encargaba de la otra guitarra. Todo tan en su lugar que parec¨ªa ficticio.
El concierto de Sting comenz¨® puntual. Otro tanto a favor de quien debe saber que sus seguidores bastante ten¨ªan con sacudirse un bocadillo de combate de esos que venden incluso en este tipo de conciertos. No era cuesti¨®n de esperar a que empezase la digesti¨®n. Y, por supuesto, la cosa comenz¨® con Police. No sonaba con el br¨ªo cortante de antes de los m¨®viles, a trav¨¦s de los cuales, enhiestos en las manos de los seguidores m¨¢s ardientes se pudo seguir Synchronicity II, Spirits In The Material World o un Englishman In New York que la pista cant¨® con tanto ardor que meti¨® el estribillo antes de tiempo. Escenario limpio, parrillas bajas de focos para acentuar la proximidad de escenario de club, juegos de luces sencillos, una mesita baja junto a Sting con, se supone, alguna bebida natural, sostenible y eco que revalorizar¨ªa un geri¨¢trico al completo, y banda sencilla, como todo lo dem¨¢s: bater¨ªa, dos guitarras y el bajo del jefe, tapando lo que los m¨¢s envidiosos desearon fuese un poco de barriguita. Por cierto, no la hab¨ªa.
Canciones que no volver¨¢n
De vuelta al repertorio, Sting supo mezclar las canciones de su ¨²ltimo disco ¡ªreencuentro con piezas m¨¢s r¨ªtmicas, menos de se?or mayor¡ª con esos ¨¦xitos que parec¨ªan sonar como hace muchos a?os. No era exactamente as¨ª, pues pese a los arreglos muy similares y la bien ecualizada voz de Sting, hab¨ªa un poso de educaci¨®n, de comedimiento, de elegancia propia de gentlemen, que marcaba una l¨ªnea tenue pero perceptible con el recuerdo de sus conciertos de anta?o. Igual es que no estaba el payasete de Copeland. Pero bien, nada tremebundo que permitiese cuestionar lo que se o¨ªa, una simple apreciaci¨®n que solo recordaba que quienes vieron al tr¨ªo en pleno vigor tampoco son como eran. Por medio sonaron unas cuantas canciones nuevas, acelgas al lado de picante, cuyo ¨²nico inter¨¦s era que las cantaba Sting: una p¨¢lida emulaci¨®n de canciones que dif¨ªcilmente volver¨¢n.
La parte final del repertorio, que sufri¨® variaciones de matiz con respecto al visto por los norteamericanos, comport¨® que como periscopios en busca de objetivo, emergieran de nuevos los m¨®viles: Message In A Bottle, Walking On The Moon y un So Lonely que ma?ana llevar¨¢ afon¨ªa al trabajo de bastantes espectadores. Quiz¨¢s pensando en ellos, la actuaci¨®n acab¨® con Fragile pieza no incluida en repertorios anteriores. Sensibilidad de manual para acabar suavemente un concierto que los all¨ª presentes repetir¨¢n cuando Sting retorne. Aunque sea solo por el morbo de volverlo a ver.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.