Cuernos

A?os despu¨¦s de que hubiera enviudado y mucho antes de caer en la desmemoria del Alzh¨¦imer, pregunt¨¦ a mi madre si le hab¨ªan puesto los cuernos alguna vez. ¡°No lo s¨¦ hijo m¨ªo, pero yo nunca investigu¨¦ demasiado y tu padre me hizo muy feliz¡±. Este columnista posiblemente haya sido cornudo pero tampoco investig¨® para no tropezar con las astas y quedar ensartado. Los protagonistas de la serie italiana Alta infidelidad, estrenada en enero, cometen el error de indagar sobre el origen de sus molestias frontales para acabar confirmando que no se rascan un divieso sino unas protuberancias ¨®seas de r¨¢pido y vergonzante crecimiento.

Abordado con m¨¢s dramatismo que comicidad, el nuevo espacio sobre el adulterio del canal DKISS se sirve en cap¨ªtulos de 30 minutos, sus desenlaces son diferentes y algunos insustanciales porque el guionista apenas se detiene en un aspecto fundamental del fen¨®meno: el proceso de maduraci¨®n del cuerno, imprescindible para su clasificaci¨®n y cr¨ªtica. No es lo mismo un pit¨®n desechable, de s¨¢bado noche, que una cuerna de floraci¨®n estacional. Los lugares y situaciones de cada episodio son reales, y las experiencias, narradas en primera persona por v¨ªctimas y victimarios.

Moraleja: no incurrir en el error de husmear sobre los cambios de humor y rutinas de sus parejas porque en el negociado de la traici¨®n se miente mucho. El cuerno tiene muy mala prensa y nadie puede garantizarle que su costilla o costillo no haya tenido un desliz durante los per¨ªodos de broncas, aburrimiento, inapetencia sexual y hambrunas.

Cuando tuve mi tercer hijo a la edad de Matusal¨¦n, un amigo me pregunt¨® si hab¨ªamos consumido mucho butano en fechas previas al embarazo. La alusi¨®n al butanero era pertinente porque el enga?o siempre est¨¢ ah¨ª, al acecho, atra¨ªdo por la novedad y la frescura. S¨®lo queda la templanza: abrazarse ciegamente al catecismo del cornudo consentido, nunca la perder¨¢s si a tu lado se sabe libre, aunque sea mentira, como en la serie italiana.