Revulsivo meridional
El reencuentro con los sevillanos, que llevaban seis a?os sin grabar, supone una inyecci¨®n de originalidad y lirismo
Detenerse un tiempo prudencial y recobrar el ¨ªmpetu y el pulso. He aqu¨ª un comportamiento propio de los artistas sin af¨¢n acomodaticio y, en general, entre aquellos seres humanos que aborrecen el adocenamiento. Los sevillanos Maga echaron el freno despu¨¦s de una primera d¨¦cada estimulante, cuando percibieron una curva descendente en las inspiraciones. Ahora, seis a?os m¨¢s tarde, propician casi una suerte de redescubrimiento. Y los recuperamos como una invitaci¨®n al entusiasmo, porque la banda que compareci¨® el pasado jueves en el Teatro Barcel¨® es tan vigorosa e inteligente como de costumbre, pero se ha rearmado con un repertorio muy superior a la media de la escena peninsular.
Miguel Rivera y sus aliados han erigido un l¨ªrico universo de melod¨ªas sinuosas, como en la inaugural Domingo, con una preciosa voz que en esa y no pocas ocasiones deriva en falsete. Es divertido comprar c¨®mo al hombre de los rizos se le entiende con nitidez cristalina al cantar mientras que su intenso deje sure?o dificulta la comprensi¨®n de algunos parlamentos. Pero ese ingrediente meridional sirve, precisamente, como absoluto revulsivo en muchas de las nuevas p¨¢ginas.
Hay algo especial en una banda que encuentra inspiraci¨®n (La casa en el n¨²mero 3) en argumentos tan ins¨®litos como el deterioro de la residencia natal del poeta Vicente Aleixandre. Y que en el cancionero de Salto horizontal, el disco de la flamante reaparici¨®n, busca intersecciones entre la pincelada electr¨®nica y ese lirismo que casi remite a la cultura popular (Incendios a merced del viento). Esa sensaci¨®n se acent¨²a con De plata, de resonancias gaditanas y que, por intencionalidad, puede recordar al Barronal de Ni?os Mutantes. Y alcanza su apogeo con la morisca Esmeralda (que deja en el aire un delicioso aroma a salitre y pared encalada) y la excelente Cuando nadie me escriba, acaso una suerte de indie lorquiano al que se le intuyen posibilidades muy sabrosas.
Rivera sigue siendo un sentimental muy necesario para nuestro rock, tan capaz de metabolizar las herencias terru?eras como de seguir escuchando a otros tipos sensibles como ¨¦l, desde Morrisey a James Mercer (The Shins). No es f¨¢cil rozar el lleno en Barcel¨® y lograr la camarader¨ªa colectiva con piezas de acordes tan oscuros como Agosto esquimal, o silenciar las charlas mientras se desgrana entre el p¨²blico una versi¨®n desnud¨ªsima de Azul cabeza abajo. Los reencuentros no siempre son felices, pero este tiene algo de alborozado. Escuchar a cientos de personas coreando la nueva e intrincada Por las tardes en el fr¨ªo de las tiendas lo certifica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.