Pornograf¨ªa y vigorexia
El exhibicionismo de algunos int¨¦rpretes puja con los alardes f¨ªsico-deportivos de otros
Me ha quedado muy sensacionalista y llamativo el t¨ªtulo de este post, pero creo que puedo justificarlo en su desarrollo. Y matizarlo tambi¨¦n, pues la alusi¨®n a la pornograf¨ªa en la m¨²sica cl¨¢sica no tiene relaci¨®n con la escena m¨¢s t¨®rrida de la ?Lady Macbeth de Shostakovich, sino con la moda de asimilaci¨®n o de ¨®smosis en que incurren algunos y algunas int¨¦rpretes, subordinando la m¨²sica al vestuario y al exhibicionismo.
Menciono el caso de Yuja Wang por su minifaldas y por sus otras indumentarias atrevidas (la foto superior, en plan sesi¨®n sadomasoquista). Y no desde la mojigater¨ªa, sino desde el embarazo que proporciona la colisi¨®n entre las cualidades art¨ªsticas -las tiene la pianista china de serie, y las ha perfeccionado a¨²n m¨¢s en su promiscuidad musical con Radu Lupu y Kavakos- y la necesidad de construir un personaje, sobre todo cuando se trata obligaciones mercadot¨¦cnicas de las que parec¨ªa exenta la m¨²sica cl¨¢sica. Y no lo est¨¢.
Se amontonan los ejemplos en el ¨¢mbito de la ¨®pera. Porque se ha instalado el predominio del criterio est¨¦tico sobre el canoro. Y son muchos los cantantes a los que se les discrimina por su aspecto inadecuado. Podr¨ªa suceder que Pavarotti o la Caball¨¦ no tuvieran trabajo en 2017. Pongo un ejemplo extremo, pero tambi¨¦n es extremo el proceso selectivo con que se realizan los repartos.
Y es extrema la actitud de unos cuantos solistas de nuestro tiempo. Violinistas con aspecto de Lolita o de escote pronunciado. Efebos fabricados en serie de carreras ef¨ªmeras. Discos en cuyas portadas parecen anunciarse contactos de escort. Instrumentistas -hombres y mujeres, y viceversa- que han perdido el decoro de supeditarse a la obra. Y que convierten el escenario en un espacio de pornograf¨ªa musical, como dec¨ªa al principio.
La vigorexia viene a cuento en el mismo contexto del culto al cuerpo, pero tambi¨¦n me refiero a esta absurda deriva atl¨¦tica que parecen haber emprendido ciertos int¨¦rpretes. La m¨²sica no es un espacio de competici¨®n ni requiere que la sometamos a pruebas de "endurance". Por eso no termino de comprender cu¨¢l es el sentido de interpretar en una misma velada los cuatro conciertos para piano de Rachmaninov y el estrambote de la Rapsodia sobre un tema de Paganini.
Lo hizo Valentina Lisitsa en el Auditorio Nacional con las huestes de la ONE y la mediaci¨®n de Ram¨®n Tebar, aunque la propia solista ucraniana parece una experta en esta clase de proezas f¨ªsicas y mentales, del tal forma que el concierto se percibe m¨¢s como un hito ol¨ªmpico que como un fen¨®meno art¨ªstico. Y se desluce incluso el prop¨®sito de la velada. Que consiste en reunir en un mismo programa toda la obra de Rachmaninov y construir un relato evolutivo que se resiente de la propia prueba de resistencia a la que quedan sometidos la pianista, los m¨²sicos y el maestro.
A?adir¨ªa que tambi¨¦n Rachmaninov queda expuesto al deterioro de este concepto maratoniano, como le sucede a los espectadores. Porque se les exige un desmesurado ejercicio de atenci¨®n. Porque se relativiza el tiempo de reflexi¨®n, de an¨¢lisis, de sentimiento. Y porque se les termina inoculando una sobredosis de barbit¨²ricos sovi¨¦ticos ?que explica la naturaleza liberatoria de los ¨²ltimos compases. ?Y los aplausos con que se exterioriza el placer de haber llegado a la cima de la monta?a.
He visto que mi amigo Antonio Moral, agitador de la vida musical espa?ola en la mejor acepci¨®n del concepto, tiene programadas en un mismo d¨ªa las nueve novenas sinfon¨ªas m¨¢s relevantes del repertorio. Y que va a convertir el acontecimiento del 24 de junio (Madrid) en una gran fiesta musical. Y que van a "competir" cinco orquestas diferentes. Y que nunca se hab¨ªa realizado en el mundo nada parecido, redund¨¢ndose en ese lenguaje entusiasta de los records con que Moral ha dado un golpe de efecto imaginativo a la temporada musical, lejos de las convenciones.
La cuesti¨®n es que otro buen amigo, V¨ªctor Pablo P¨¦rez, ha decidido dirigirlas todas. Incluidas las de Beethoven, Bruckner, Dvorak y Mahler. Y que piensa hacerlo en nueve horas. Aprecio mucho la valent¨ªa de la proeza. Me parece incre¨ªble que pueda consumarse. Se justifica un hospital de campa?a en la puerta del camerino. Y entiendo que la haza?a se haya revestido de ¨¦pica y de excepcionalidad, pero al mismo tiempo sufro con la experiencia -como amigo, como mel¨®mano- porque me parece una descomunal prueba de estr¨¦s. Y porque la m¨²sica termina sometida a un reto deportivo-competitivo que se distancia de su naturaleza art¨ªstica. O que puede convertir el Auditorio Nacional en la etapa reina del Tour, como si las nueve novenas fueran las rampas del Tourmalet.
V¨ªctor Pablo est¨¢ capacitado para cruzar la meta. Re¨²ne la versatilidad y la flexibilidad suficientes para sobrevivir al desaf¨ªo. ?Que requiere fortaleza f¨ªsica y m¨¢s fortaleza mental. Y que evoca aquella tarde en que Espartaco se anunci¨® en solitario con seis toros de Miura en La Maestranza. As¨ª es que aconsejo al maestro P¨¦rez el criterio del propio Espartaco cuando le preguntaron c¨®mo iba a organizarse para lidiar seis toros de Miura. "De uno en uno, de uno en uno".
Babelia
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