M¨¢s Ang¨¦licas
Hay que aventurarse con espacios que estimulen el pensamiento y el inter¨¦s por la cultura
Las cadenas privadas no tienen por qu¨¦ ocuparse de la cultura porque ya se encarga Telecinco con su S¨¢lvame de andar por casa y el de lujo para la audiencias exigentes, pero si ocurriera un milagro nos desayunar¨ªamos alg¨²n d¨ªa con los canales generalistas retrasmitiendo en directo los exorcismos autobiogr¨¢ficos de Ang¨¦lica Lindell y el documental del cineasta Manuel Fern¨¢ndez-Vald¨¦s sobre la intimidad de una de nuestras dramaturgas m¨¢s internacionales. No soy de mucho teatro, y me oculto con una capucha cuando voy al cine con un cuenco de palomitas, pero de vez en cuando me gusta pensar y los eructos existenciales de Lindell son salut¨ªferos.
Cuando Fern¨¢ndez-Vald¨¦s la descubri¨® tuvo la sensaci¨®n de presenciar el ritual de sacrificio de una mujer en trance, una exhibicionista sin pudor, una suerte de enloquecida que provocaba compasi¨®n y terror. La film¨® durante sus ensayos y el resultado fue ?ngelica (una Tragedia): una joya la pel¨ªcula y una joya su protagonista, que dice cosas como esta: ¡°nos volvemos cada vez m¨¢s viejos, repulsivos y deprimentes, pero necesitamos ser amados. Lo ¨²nico que tenemos que decidir es hasta d¨®nde estamos dispuestos a humillarnos. A cierta edad se sustituye la capacidad de esperanza por la capacidad de humillaci¨®n¡±. C¨®mo no volver¨¦ a cumplir los cincuenta y he sido un atleta, la reflexi¨®n me afect¨® mucho.
La gente se acerca poco a la cultura porque no se crea la necesidad de consumirla, acert¨® Cayetana Guill¨¦n Cuervo, presentadora de ?Atenci¨®n Obras!, en La 2, centrado en las artes esc¨¦nicas y pl¨¢sticas. Si ocurriera el milagro, alguien nos sorprender¨ªan con m¨¢s Ang¨¦licas. No se trata de emitir el manual de instrucciones de Joyce sino de aventurarse con espacios que estimulen el pensamiento y el inter¨¦s por la cultura, y aticen con ella a los padres de la tangana futbol¨ªstica y a las median¨ªas que embisten contra todo aquello que no les cabe en la cabeza, seg¨²n el contrastado aserto de Machado.
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