Una estupidez formidable y universal
V¨¦ase la fauna que malvive colgada de los 'tuits' de Trump, o de los de su vecina de rellano
Razones y osad¨ªas fue una excelente antolog¨ªa de opiniones de Flaubert, publicada en 1997, y cuya selecci¨®n de frases, pr¨®logo, traducci¨®n y notas son de Jordi Llovet. Llama la atenci¨®n que otros dos geniales libros del mismo linaje de tajantes veredictos, traducidos tambi¨¦n en la misma d¨¦cada de los 90 ¡ªOpiniones contundentes (Nabokov) y Testamento (Gombrowicz)¡ª, se hallen en la misma injusta situaci¨®n de vivir fuera de los cat¨¢logos, aunque en el caso de Nabokov parece que va a repararse este a?o el agravio. De Testamento y de Razones y osad¨ªas, en cambio, no hay indicios de reedici¨®n. Del libro Conversaciones con Dominique de Roux de Gombrowicz, me acuerdo de sus brillantes pullas a la tan generalizada estupidez humana y de sus ataques a la gran payasada criminal de los populismos, y tambi¨¦n de su defensa ac¨¦rrima de la que consideraba la corriente m¨¢s moderna de pensamiento: ¡°el redescubrimiento del individuo¡±.
Unidos por un cierto aire de familia, estos tres libros distan mucho de ser correctos pol¨ªticamente y, de ser le¨ªdos hoy en d¨ªa, podr¨ªan parecer, m¨¢s que nunca, tres perfectos obuses contra ¡°el pensamiento colectivo¡±, tan radicalmente diferente de las ideas del individuo que se decide a pensar por s¨ª mismo. Qui¨¦n sabe si no fueron descatalogados al intuirse que no encajar¨ªan nunca en la previsible atm¨®sfera, mediocre y menguada, de los a?os que estaban por venir y en los que ya se ve¨ªa que pod¨ªa acabar imponi¨¦ndose una cierta dictadura de la correcci¨®n pol¨ªtica. En cualquier caso, si algo hay claro es que la inteligencia y libertad de los juicios emitidos en los tres libros, as¨ª como la maravillosa confianza de los autores en s¨ª mismos, se leen hoy como verdaderas perlas en un mundo en el que ya es poco habitual que alguien, con opiniones libres y contundentes, exponga criterios exclusivamente propios.
¡°No hay nada que desprecie m¨¢s que las actividades en grupo, ese ba?o comunal en el que lo peludo y lo resbaladizo se mezclan en una multiplicaci¨®n de mediocridad¡±, dec¨ªa Nabokov en Opiniones contundentes. Cuando hizo esa exaltaci¨®n de lo individual, aun hab¨ªa diferencias entre la memoria del mono y la memoria humana, pero ahora todo ha cambiado; v¨¦ase, por ejemplo, la fauna que malvive colgada de los tuits de Trump, o simplemente de los tuits de su vecina de rellano. El panorama mundial de la imbecilidad se ha ensanchado. En el fondo, cat¨¢strofes de semejante tama?o ya fueron advertidas por Flaubert cuando le escribi¨® a George Sand en 1871: ¡°Hay un ¨²nico mal que nos aqueja: la Estupidez. Pero es una estupidez formidable y universal. Cuando se habla del embrutecimiento de la plebe, se habla en t¨¦rminos injustos e incompletos, pues en realidad habr¨ªa que ilustrar a las clases ilustradas, empezando por la cabeza, que es la parte m¨¢s enferma; el resto seguir¨¢¡±.
Ya s¨®lo le falt¨® detectar que en el futuro nos esperaban l¨ªderes que por sus gestos y palabras juzgar¨ªamos locos muy perturbados, pero que en sus raros momentos de lucidez nos parecer¨ªan simples mamarrachos.?
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