Bruno Mars o el reinado a medio construir
El nuevo ¨ªdolo popular de la m¨²sica negra arrolla en Madrid con un espect¨¢culo a¨²n apurado de carisma
Casi ocho a?os despu¨¦s de quedarnos sin Michael Jackson, y a falta de un heredero claro para su trono, bueno ser¨¢ convenir ya en la idoneidad de Bruno Mars durante este interregno. El hawaiano demostr¨® anoche en un atestad¨ªsimo WiZink Center que lo tiene todo para optar a la plaza, incluso una corona con grandes laureles dorados que dominaba el tel¨®n y las pantallas gigantes hasta justo antes de que se desatara la sudoraci¨®n masiva. A partir de ese momento, el espect¨¢culo fue arrollador y abrumador, pero no inapelable. El hombre antes llamado Peter Hern¨¢ndez lo tiene todo para avasallar, desde el repertorio contagios¨ªsimo hasta un despliegue en luminotecnia de muchos quilates (24 o m¨¢s). Pero a¨²n le falta una pizca de mando en plaza, una presencia esc¨¦nica incontestable, la certeza de que estamos ante el mism¨ªsimo amo y no frente a ese avispado meritorio que empieza la faena con un sonido m¨¢s embarullado que mogoll¨®nico.
Mars tiene la fortuna de trabajar en ch¨¢ndal (blanco) y la deferencia de permitir la misma indumentaria (amarilla) a sus m¨²sicos y coristas subalternos. Lo agradecer¨¢n todos, porque las 17 piezas de la velada constituyen un muestrario de la mejor m¨²sica negra bailable de los ochenta y los primeros noventa, con alguna concesi¨®n sutil al meloso philly soul de la d¨¦cada anterior. Como esa balada de linterna, antes mechero, que se llama?When I was your man y con la que titilaba el ext¨¢tico pabell¨®n poco despu¨¦s de las diez de la noche.
El ascendente del Rey del Pop bordea la reincidencia, pero ese no es el ¨²nico cetro vacante que nuestro Bruno pretende ocupar. Sus aspiraciones sucesorias se extienden ahora a Prince, cuyo perfil de chuleta hiphopero (recordemos Gett off) sobrevuela por Perm antes de evocarnos al baladista de guitarra el¨¦ctrica en Calling all my lovelies. O de calcar el riff' de Diamonds and pearls al final de?Marry you, una de las escasas canciones dudosas de la sesi¨®n: hace falta estar muy enamorado para no encontrarle unas cuantas toneladas sobrantes de melaza.
Quienes se rascaran un poco m¨¢s el bolsillo para disponer de una butaca en el Palacio (y qu¨¦ mejor ubicaci¨®n para un pr¨ªncipe) debieron asumir desde el primer segundo la evidencia: nadie iba a permanecer ni por un momento sentado ni con el tel¨¦fono en el bolsillo. As¨ª pues, 15.500 almas alzaron los brazos al tiempo con Treasure, tema colosal desde cualquier ¨¢ngulo; se sobresaltaron con la pirotecnia de?24k, se desga?itaron con Locked out of heaven, levitaron con ese otro pepinazo perfecto que es?Uptown funk. A ratos, as¨®mbrense, nos pudieron venir a la cabeza Bobby Brown o Terence Trent D'Arby, nombres que ni siquiera imagin¨¢bamos recordar. El pr¨ªncipe chandalero escribe, canta e incluso baila muy bien, como se ha demostrado en el concierto de 95 minutos de Madrid de esta noche. Pero hasta que no se le agigante el carisma tendr¨¢ el reinado a medio construir.
Babelia
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