¡®Sierra de Teruel¡¯, vida y milagros de la pel¨ªcula que se rod¨® en los estertores de la Guerra Civil
El drama de Andr¨¦ Malraux sobre el derribo de un avi¨®n republicano en la contienda vivi¨® todo tipo de penalidades hasta su proyecci¨®n en Espa?a en 1977
Un complejo juego de azares ha permitido que en el nuevo milenio contin¨²e viva Sierra de Teruel (1939) y que, as¨ª, pudiera ser emitida ayer lunes por La 2 en el espacio Historia de nuestro cine, una pel¨ªcula clave del cine espa?ol que estuvo muy cerca de perderse para siempre. Los derechos de este antiguo largometraje los tiene el productor Enrique Cerezo, y se ha proyectado escasas veces -tres o cuatro- en la televisi¨®n, la primera tras la dictadura, en 1977.
Sierra de Teruel naci¨® del empuje del escritor Andr¨¦ Malraux. Personaje fundamental en la cultura francesa del siglo XX, al tiempo que un hombre de claroscuros y aristas, Malraux, militante comunista, se traslad¨® a Espa?a cuando ya era una personalidad de las letras gracias a una novela del calibre de La condici¨®n humana (1933), con el objetivo de defender la causa republicana y lleg¨® a fundar la Escuadrilla Espa?a para la aviaci¨®n del gobierno de la Segunda Rep¨²blica. M¨¢s adelante, se unir¨ªa a un emblema tan poco izquierdista como el general De Gaulle, quien lo nombr¨® ministro del Interior, y m¨¢s tarde de Cultura de 1958 a 1969. Malraux llegar¨ªa incluso a renegar de los sucesos de Mayo del 68, preocupado por lo que consideraba ¡°nihilismo¡± de los estudiantes.
Su ¨²nica obra como cineasta es Sierra de Teruel, en la que Malraux adaptaba una parte de su novela L¡¯espoir. La obra trata del derribo de uno de los aparatos de una escuadrilla de las Brigadas Internacionales que lucha en la Guerra Civil. El pueblo entero colabora para traer desde la sierra a los brigadistas muertos o malheridos.?
Hoy permanece como una obra legendaria, pero en su momento fue protagonista de dificultades sin cuento. Malraux inici¨® el rodaje en plena Guerra Civil y en condiciones precarias, en julio de 1938, en Barcelona, Tarragona y Collbat¨®, entre otras localidades catalanas. Lo hizo acompa?ado por el dramaturgo Max Aub, que ejerci¨® de traductor del guion y ayudante de realizaci¨®n, adem¨¢s de entregarse a diferentes labores de producci¨®n y log¨ªstica. Sin embargo, el avance de las tropas franquistas hacia Barcelona provoc¨® la suspensi¨®n del rodaje en enero de 1939. El equipo hubo de finalizar la pel¨ªcula en Par¨ªs, aunque las penalidades de la pel¨ªcula estaban lejos de terminar.
La ocupaci¨®n nazi de Francia provoc¨® el secuestro de Sierra de Teruel y la destrucci¨®n de todas sus copias. Sin embargo, una de las bobinas sobrevivi¨®, enlatada bajo un t¨ªtulo falso. Nunca se sabr¨¢ si fue por error o por la iniciativa de alg¨²n empleado del laboratorio Path¨¦ de Par¨ªs. No llegar¨ªa a estrenarse en Francia hasta 1945, en Estados Unidos se proyect¨® en 1947 en una copia con algunas alteraciones y con el t¨ªtulo de Man's Hope. En Espa?a no pudo verse hasta 1977. Es a finales de los a?os sesenta cuando el filme comienza a adquirir notoriedad en territorio franc¨¦s y llega a proyectarse en el Festival de Venecia en 1965.
Sierra de Teruel bebe de las fuentes del cine revolucionario sovi¨¦tico, pero al mismo tiempo anticipa algunas de las claves del futuro neorrealismo italiano. Malraux pretendi¨® filmar una obra comprometida y militante, utiliz¨® algunos actores no profesionales, se sirvi¨® de escenarios naturales y luch¨® por reflejar la relaci¨®n entre la peripecia individual? de los brigadistas y el contexto social e hist¨®rico. Malraux, con la indudable ayuda de Max Aub, supo imprimir en las im¨¢genes de Sierra de Teruel un aire vitalista e impetuoso, que contrastaba con la situaci¨®n de la Rep¨²blica en aquellos momentos. Incluso rode¨® de cierta ¨¦pica algunas de sus secuencias, como el memorable tramo final en el que las gentes del pueblo rescatan a los aviadores accidentados, empapado de ecos del mejor cine de John Ford.
Perdida y encontrada, muerta durante un tiempo y m¨¢s tarde resucitada, Sierra de Teruel ofrece, vista hoy, un ejemplo de cine militante y contestatario, al tiempo que sirve como ejemplo hist¨®rico de la colaboraci¨®n de dos intelectuales comprometidos con su tiempo, ansiosos de aprovechar como fuente de ideas el medio cinematogr¨¢fico, lejos de su habitual territorio literario.
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