?Por qu¨¦ hay que amar a Roy Orbison?
El concierto 'Black and White Night' reconcilia con el manoseado universo del rock
Aconsejo hacer la prueba: t¨®mate tres vinos, tal vez cuatro, si¨¦ntete en ese estado ligero y sensible, propenso a dejarse llevar, y pincha a buen volumen el disco Roy Orbison and Friends: A Black and White Night. Ser¨¢ una revelaci¨®n. Amar¨¢s a Roy Orbison.
Sucede con todos los que alguna vez escucharon en la profundidad de la noche una sola de las canciones de este tipo solitario que se escond¨ªa en sus gafas de sol y cantaba ara?ando el alma. Les sucedi¨® a Bruce Springsteen, Tom Waits, Elvis Costello, Jackson Browne, J.D. Souther, Bonnie Riatt o k.d. lang. Todos ellos se citaron sobre el escenario del nightclub Cocoanut Grove, ubicado en el desaparecido Ambassador Hotel de Los Angeles, el 30 de septiembre de 1987 para rendir tributo a un vocalista sin igual. Todos le amaban.
Aquel concierto homenaje tambi¨¦n fue grabado en v¨ªdeo y solo hace falta ver las caras de admiraci¨®n y felicidad de todos durante una actuaci¨®n ¨Cahora reeditada en un cuidado formato digipack- que ha terminado por pasar a la historia como una de las m¨¢s bellas demostraciones de amor sobre un escenario. As¨ª es. Porque, a diferencia de lo com¨²n, nadie est¨¢ en ese concierto para compartir protagonismo con el homenajeado. Todos los presentes, algunos de ellos superestrellas como Springsteen, Waits o Costello, se limitan a ser escuderos de aquel hombre con el coraz¨®n latiendo desbocado en la garganta. Como en un acto de inteligencia, nadie comparte micr¨®fono con ¨¦l, aunque tampoco se trataba de hacerlo. A Roy Orbison, due?o absoluto del escenario, se le quer¨ªa dar el papel protagonista que la historia le hab¨ªa arrebatado, aunque terminar¨ªa por morir 14 meses despu¨¦s.
Salido de Sun Records, la misma discogr¨¢fica germen del rock¡¯n¡¯roll donde debut¨® Elvis Presley, Orbison cosech¨® muchos ¨¦xitos entre 1960 y 1965 en el sello Monument. B¨¢sicamente porque en sus canciones las emociones m¨¢s primarias como el deseo, la soledad o el miedo alcanzaban la estratosfera. Escucharle era como flotar en el espacio. Pero, tras el ¨¦xito, acab¨® sepultado por la vida. En 1966, su mujer Claudette, a la que dedic¨® una canci¨®n, muri¨® en un accidente de moto. Y, dos a?os m¨¢s tarde, lo hicieron dos de sus hijos por un incendio en su casa. Desde entonces, Roy Orbison se calz¨® gafas negras, como un simb¨®lico luto y gesto de refugio ante el mundo, y jam¨¢s volvi¨® a ser el mismo. Tampoco la historia volvi¨® a nombrarle como antes, incluso ni le nombraba.
Basta ese primer verso que, derriti¨¦ndose en los labios, canta Orbison en Only the Lonely ¨C¡°S¨®lo los solitarios saben la forma en qu¨¦ me siento esta noche¡±- para caer rendido al empezar esta actuaci¨®n de Black and White Night. Seg¨²n reza el t¨ªtulo del concierto, una noche en blanco y negro. Como en las primeras pel¨ªculas que nos hicieron llorar, mostr¨¢ndonos el peso de la existencia. La grabaci¨®n se registr¨® en blanco y negro y Roy Orbison se halla t¨ªmido en la penumbra hasta acercarse al micro e inundar todo el concierto de sentimientos a flor de piel, pasi¨®n desparramada a trav¨¦s de su torrencial voz.
Este concierto te reconcilia con el manoseado universo del rock. Te hace olvidar el rentable negocio de la nostalgia. Hay tanto amor por metro cuadrado que es dif¨ªcil asimilarlo. En blanco y negro, se ve a Springteen morderse el labio de asombro al escuchar el timbre de lejan¨ªa infinita de Orbison en ¡®In Dreams¡¯, o a Waits empalmado al piano en ¡®Pretty Woman¡¯, o a Jackson Browne con la mirada encandilada en ¡®It¡¯s Over¡¯ o a Elvis Costello sustituyendo sus gafas de pasta por otras oscuras, emulando a Orbison como un hijo hace con un padre, tal y como hacen todos los miembros de la orquesta de violines durante todo el show.
A Roy Orbison, el gran olvidado cuando se cita a los mejores vocalistas de la historia, hay que amarlo. Su nombre debe figurar junto a otras voces eternas como Aretha Franklin, Frank Sinatra, Elvis Presley o Sam Cooke. En Cr¨®nicas, ese libro glorioso de memorias, Bob Dylan escribe: ¡°Roy Orbison transcend¨ªa todos los g¨¦neros: folk, country, rock and roll, lo que fuera. Su material mezclaba todos los estilos e incluso algunos que no se hab¨ªan inventado ni siquiera. Pod¨ªa adoptar un tono agresivo y perverso en un verso y luego cantar con voz de falsete a lo Frankie Valli en el siguiente. Con Roy no sab¨ªas si estabas escuchando ¨®pera o una banda de mariachis. Te manten¨ªa alerta. Todo en ¨¦l era muy visceral. Sonaba como si cantara desde la cima del monte Olimpo y realmente se lo creyera¡±. En Roy Orbison and Friends: A Black and White Night, Roy Orbison est¨¢ en la cima del monte Olimpo.
Volvamos al disco, girando en el reproductor del sal¨®n o la habitaci¨®n, con la botella de vino medio vac¨ªa. Es de una intimidad divina. No hay nada m¨¢s importante que lo que sucede en esas canciones. La pasi¨®n de la vida sonando en tu coraz¨®n. Y un mensaje latiendo fuerte: Todav¨ªa puede ser mejor si la pr¨®xima vez lo escuchas en buena compa?¨ªa para tambi¨¦n dejarse llevar. Aconsejo hacer la prueba.
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