¡®Suite¡¯ decadente
Jarvis Cocker y Chilly Gonzales plasman en un ¨¢lbum c¨¢ustico la sordidez tras los oropeles de Hollywood
"No soy Jesucristo, pero s¨ª compartimos iniciales¡±, declamaba Jarvis Cocker en una canci¨®n de This Is Hardcore, el ¨¢lbum que perge?¨® junto a Pulp despu¨¦s del monumental ¨¦xito del hit ¡®Common People¡¯ y un disco perfecto, Different Class. La letra, c¨¢ustica y humor¨ªstica, serv¨ªa para definir el complejo de un hombre normal aupado a una posici¨®n de ¨¦xito, y sus ecos a¨²n resuenan en Room 29, su nuevo trabajo como solista junto al compositor Chilly Gonzales.
La relaci¨®n entre ambos trabajos es de todo menos imaginaria. Room 29 vuelve para hacer de la desaz¨®n vital el tema central del disco, ampar¨¢ndose no ya en el propio personaje de Cocker, sino en unas voces colectivas situadas en el Chateau Marmont, el famos¨ªsimo hotel de Los ?ngeles en el que se hospedan estrellas hollywoodienses durante juergas y resacas.
Porque de eso se trata aqu¨ª, de resacas. Cocker, acompa?ado con maestr¨ªa por Gonzales, enhebra una serie de relatos musicales plagados de decadencia y ennui, con el suficiente humor para reventar el clich¨¦ del reverso oscuro de Hollywood que podr¨ªa resultar manido cuando se habla de un hotel como el Marmont.
Por el disco ¡ªy la habitaci¨®n 29¡ª pasean el legendario Howard Hughes y su voyerismo de starlettes, Clara Twain, hija de Mark y esposa del pianista Ossip Gabrilowitsch, y Paul Bern, marido de Jean Harlow, que se suicid¨® despu¨¦s de pasar su luna de miel con la estrella en la habitaci¨®n 29.
Room 29 se concibe como un disco conceptual, algo a lo que Jarvis Cocker se ha acostumbrado, dado su inter¨¦s por disciplinas m¨¢s all¨¢ de la m¨²sica (ha realizado instalaciones art¨ªsticas, es editor en Faber & Faber y se ha sabido de la publicaci¨®n de su siguiente libro por un adelanto millonario).
El ¨¢lbum viene acompa?ado de una lista de lecturas posibles, entre las que se incluye The Big Screen, del historiador cinematogr¨¢fico David Thompson, y la iconoclasta novela Myra Breckinridge, de Gore Vidal. Pero no estar¨ªa de m¨¢s haber incluido Hollywood Babylonia, del inclasificable Kenneth Anger, puesto que es la sordidez del oropel hollywoodiense lo que Cocker quiere plasmar. Rubias platino, productores obsesivos y estrellas suicidas forman parte de una trastienda antigua y fetichista, tan pasada de moda como el piano de cola de la habitaci¨®n. En sus propias palabras, el disco es el resultado de haberse acercado demasiado a las im¨¢genes formativas de su idea de Hollywood.
Quiz¨¢s por eso, como en This Is Hardcore, Cocker se ha rodeado de un envoltorio m¨¢s cl¨¢sico que en sus otros trabajos. Si para el disco posbritpop busc¨® los arreglos de Scott Walker, Room 29 echa mano de Chilly Gonzales, que obtiene protagonismo por derecho en cuatro canciones instrumentales.
Los destellos de la iron¨ªa de Jarvis Cocker brillan en ¡®The Other Side¡¯, quiz¨¢s la ¨²nica composici¨®n verdaderamente contempor¨¢nea del disco. En ella, el personaje quiere pasar ¡°al otro lado¡± ¡ªsea lo que sea esa abstracci¨®n¡ª despu¨¦s de una noche infernal junto a chavales pijos con rastas pasados de coca¨ªna. Y la ¨²nica conclusi¨®n que saca es que ¡°al otro lado hay muy mala cobertura¡±. Cocker abandona el personaje retro para volver a ser el perdedor que se mira a s¨ª mismo. Quiz¨¢s ah¨ª entronca con la verdadera decadencia y el que es su arte contempor¨¢neo por naturaleza: narrar la futilidad que raya en el absurdo en el siglo XXI.
Room 29. Jarvis Cocker & Chilly Gonzales. Deutsche Grammophon
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.