La mujer m¨¢s extraordinaria
'Consideraciones sobre la Revoluci¨®n Francesa' refleja la suprema inteligencia de Madame de Sta?l en su defensa, en primera persona, de los valores ilustrados
Presentar a Madame de Sta?l no parece necesario, dada la difusi¨®n de su biograf¨ªa a causa de la relevancia de su personalidad (¡°la mujer m¨¢s extraordinaria que se haya visto nunca¡±, seg¨²n Stendhal), pero quiz¨¢s podamos recordar, a fin de disponer de un ajustado marco para estos dos libros salidos de su pluma, que fue hija de Jacques Necker, el conocido financiero y ministro de Luis XVI, y que se distingui¨® por su vida poco convencional, por su actitud decidida en el amor, en la creaci¨®n literaria y en la actividad pol¨ªtica, rompiendo muchos moldes en una sociedad dominada abrumadoramente por los c¨®digos masculinos. En su obra literaria destacan sus dos ¨¦xitos novel¨ªsticos (Delphine y Corinne ou l¡¯Italie), dos influyentes ensayos (De la litt¨¦rature y De l¡¯Allemagne) y dos textos (los que aqu¨ª nos ocupan) que son al mismo tiempo memorias personales y reflexiones pol¨ªticas sobre una de las ¨¦pocas m¨¢s decisivas de la historia francesa y de la historia universal, la de la Revoluci¨®n y la del imperio de Napole¨®n.
Diez a?os de destierro (Penguin Cl¨¢sicos) es un libro de memorias donde la autora da cuenta del tiempo en que hubo de vivir fuera de Francia por exigencia de varios de los sucesivos Gobiernos franceses, aunque en realidad se ci?e a los a?os en que fue desterrada por Bonaparte, que se convertir¨ªa, despu¨¦s de una primera etapa de admiraci¨®n (como la que sentir¨ªa tambi¨¦n Ludwig van Beethoven antes de su posterior decepci¨®n, cuando compuso la Heroica), en su aut¨¦ntica b¨ºte noire, en alguien a quien fustigar¨ªa una y otra vez con sus aceradas palabras. La obra, dividida en dos partes, qued¨® inconclusa, ya que su redacci¨®n fue abandonada en 1812 durante su estancia en Suecia, como muy bien se?alan en su muy solvente introducci¨®n Laia Qu¨ªlez y Julieta Yelin, responsables de la edici¨®n, que se enriquece con la inclusi¨®n del excelente retrato de la escritora redactado a?os m¨¢s tarde por Charles Augustin Sainte-Beuve.
Mucho m¨¢s interesantes y significativas (sin restarle m¨¦ritos a la obra anterior) son las Consideraciones sobre la Revoluci¨®n Francesa, publicadas p¨®stumamente en 1818. Se trata de una valoraci¨®n general del dilatado y trascendental periodo hist¨®rico vivido en Francia (y m¨¢s all¨¢) desde los a?os finales del reinado de Luis XVI hasta la restauraci¨®n borb¨®nica de 1814 primero y de 1815 tras los Cien D¨ªas. El valor inicial de la obra es el de ser un testimonio en primera persona, el de una protagonista que conoci¨® a buena parte de los personajes y que, adem¨¢s, cuando no lleg¨® a participar directamente en los hechos, se interes¨® hondamente por ellos, dado que la pol¨ªtica fue una de las grandes pasiones de su vida.
Naturalmente, su aproximaci¨®n a los acontecimientos narrados (y juzgados) se hace a partir de las ¨ªntimas convicciones de la autora. Hija confesa de los ideales de la Ilustraci¨®n, el primero en su escala es el de la libertad, que antepone a cualquiera de los dem¨¢s. Una libertad concebida como lo hicieron los primeros revolucionarios, al estilo de los girondinos, y por tanto opuesta a la libertad considerada como dogma ¡°abstracto¡± que puede (y debe) imponerse a los dem¨¢s al modo en que la pensaron los jacobinos, en especial Maximilien Robespierre, el Incorruptible. Aqu¨ª entra naturalmente otra de las opciones caracter¨ªsticas de Madame de Sta?l, el moderantismo que mitiga el ardor de su indudable progresismo, potenciando la monarqu¨ªa constitucional sobre la rep¨²blica, predicando la compatibilidad de la libertad con la religi¨®n o proponiendo el sistema de gobierno de Inglaterra como modelo de equilibrio pol¨ªtico que (liberado de algunas deficiencias) pod¨ªa aplicarse en Francia, con lo cual rend¨ªa tributo a la anglofilia de su adorado progenitor, que en muchas ocasiones aparece inesperadamente como contrafigura de sus odiados ¡°tiranos¡±, con Napole¨®n a la cabeza, aunque hay que decir en su favor que nunca se uni¨® al coro de las voces que atacaron al Emperador una vez derrotado en Waterloo.
Este moderantismo (y a pesar de su defensa de la reina Mar¨ªa Antonieta) no la llev¨® a exculpar a la monarqu¨ªa francesa de sus cr¨ªmenes hist¨®ricos (el exterminio de los templarios, la represi¨®n de la jacquerie, la masacre de la Saint-Barthel¨¦my, las dragonnades, la represi¨®n de los camisards), de modo que no pudo estar de acuerdo con la douceur de vivre prerrevolucionaria evocada por algunos. En cambio, los condicionantes de clase agazapados en su conciencia surgen aqu¨ª y all¨¢ en sus juicios: Robespierre es s¨®lo un abogado del Artois, ¡°de rasgos innobles, tez p¨¢lida y venas de color verde¡± (adem¨¢s de malvado, envidioso e hip¨®crita), mientras Napole¨®n es un advenedizo, un hombre ¡°de estatura innoble, de alegr¨ªa vulgar, de cortes¨ªa (en caso de tenerla) torpe, de modo de ser rudo y grosero¡± (adem¨¢s de un ¡°nuevo rico¡± y un ¡°soldado gentilhombre¡±, casi entre Plauto y Moli¨¨re).
Digamos, por ¨²ltimo, que la edici¨®n y la traducci¨®n de Xavier Roca-Ferrer son irreprochables, y que su introducci¨®n es muy ilustrativa y hasta imprescindible para muchos lectores, aunque no compartamos su improcedente comparaci¨®n del par Napole¨®n/Madame de Sta?l con el par Stalin/Alexander Solzhenitsin, y aunque nos parezca de dudoso gusto su met¨¢fora taurina de Waterloo como el ¡°descabello¡± subsiguiente a la estocada de Leipzig. En definitiva, tal vez debamos quedarnos, sobre todo, con la suprema inteligencia de Madame de Sta?l, con su defensa de los valores ilustrados (tan necesarios en nuestros d¨ªas) o con el precioso discurso sobre el amor a la libertad que pone punto final a su obra.
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Autor:?Madame de Sta?l. Edici¨®n, traducci¨®n, presentaci¨®n y notas de Xavier Roca-Ferrer.
Editorial: Arpa (2017).
Formato:? tapa dura (800 p¨¢ginas).
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