El mundo nunca es suficiente
La retrospectiva de Pello Irazu en Bilbao invita al espectador a reflexionar sobre los lenguajes escult¨®rico y pict¨®rico
Por razones inexplicables, el Museo Guggenheim de Bilbao ha mostrado desde su inauguraci¨®n una severidad especial hacia la obra de los artistas vascos contempor¨¢neos. Y no es porque no haya muchos o carezcan de excelencia; al contrario, salen, metaf¨®ricamente o no, de debajo de las piedras, acumulan y ampl¨ªan herencias (Oteiza), forman colectivos y tendencias cr¨ªticas. El sentido de ruptura y el vigor exhibido por la ¡°nueva escultura vasca¡± (Pello Irazu, Juan Luis Moraza, Mar¨ªa Luisa Fern¨¢ndez, Txomin Badiola, ?ngel Bados) no han sido superados por ninguna otra corriente art¨ªstica en el Estado espa?ol; s¨®lo el conceptual catal¨¢n, que explosion¨® durante los setenta, mantuvo tambi¨¦n su natural idiosincrasia para encontrar y desarrollar su propia historia dentro del conocimiento de la tradici¨®n.
Esta ¡°tensi¨®n institucional¡± entre la creaci¨®n vasca y la internacionalidad dota a la obra de Pello Irazu (Andoain, 1963) de un sesgo especial. En raras ocasiones el trabajo de un artista se ha mostrado tan l¨²cido, tan complejo, tan integrado esc¨¦nicamente en las salas del Guggenheim, indicio no de complacencia, sino de t¨¢ctica contra la dicci¨®n monumental del edificio de Gehry y su colecci¨®n de arte norteamericano. Astutamente comisariada por Lucia Agirre, la retrospectiva abarca tres d¨¦cadas y es muchas retrospectivas posibles, ensambladas, cosidas, filtradas deliberadamente en la atenci¨®n de un fl?neur ideal preparado para recorrer un bulevar/pasillo donde se despliega la obra menor ¡ªpinturas, dibujos y collages sobre papel¡ª interrumpida oportunamente por otras de mayor escala, esculturas y fotograf¨ªas cuyas formas, construcciones y colores se articulan como un subtexto del tema principal: el proceso de b¨²squeda y hallazgo de un lenguaje que aspira a asimilar la simultaneidad de la percepci¨®n a las nuevas formas de la pintura y la escultura, la manera en que ambos formatos aparecen y el mundo personal al que estos signos se refieren.
Irazu emplea el collage como medio de contradiscurso para ordenar historias independientes extra¨ªdas de peri¨®dicos, o usa fragmentos de materiales sacados del estudio. Para ¨¦l, se trata de constelar los signos, crear discontinuidades espaciales y juegos transformacionales (Mallarm¨¦), plegarlos unos sobre otros para producir juegos textuales. El resultado no es pintura, ni escultura, ni arquitectura, es lo anti de las tres, o dicho de otra manera, un activador del material, de espacios y espectadores. En este sentido, la mayor parte de las obras seleccionadas son el resultado de la transformaci¨®n constructiva a la que la pintura queda reducida (postminimal), como un icono medieval cuya materialidad rechaza toda ilusi¨®n del mundo real y en su lugar nos conduce a un reino inmanente de soportes y elementos (acuarela, pintura, maderas y cartones, espejos, acero, aluminio, cinta adhesiva) que aparecen conectados, creando un efecto de extra?amiento. Un ejemplo es la pieza Formas de vida (2000), en la que la construcci¨®n misma, absorbida en su espacio dom¨¦stico, est¨¢ obligada a seguir siendo virtualidad (planchas y l¨ªneas compiten por llamar la atenci¨®n) activada ¨®pticamente por las relaciones geom¨¦tricas; o Pliegue 04, una escultura/dibujo en tres dimensiones realizada por Irazu pocos a?os despu¨¦s de su par¨¦ntesis anglosaj¨®n (Londres-Nueva York, 1989-1998), un periodo caracterizado por el uso de materiales industriales m¨¢s ligeros y accesibles, como el contrachapado, pl¨¢stico, ladrillo y objetos de uso cotidiano. La misma cancelaci¨®n de la diferencia entre muralismo y tridimensionalidad, pedestal y marco la vemos en las esculturas Intruso (2000), A la parte dormida (1993) y Monumento (2002).
Trabajos m¨¢s recientes, Noli me tangere (2009) y La Anunciaci¨®n (2014), plantean el espacio del taller y los procesos de producci¨®n como una lucha entre las superficies de los m¨®dulos que act¨²an y la distribuci¨®n del color. Esta b¨²squeda de lo irreducible explica la centralidad que tiene para el artista guipuzcoano la relaci¨®n entre pintura y arquitectura: es el mismo panorama, donde s¨®lo existe la fusi¨®n de las unidades de planos. No hay nada pesado ni farragoso en ello; al contrario, responde a la consigna de un superagente: el mundo nunca es suficiente.
¡®Panorama¡¯. Pello Irazu. Museo Guggenheim Bilbao. Hasta el 25 de junio.
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