¡®Betty, la fea¡¯ sigue igual 17 a?os despu¨¦s
El elenco de la serie original de Colombia se vuelve a reunir en una adaptaci¨®n teatral
Betty, la fea, la original, la novela colombiana que lleg¨® a las televisiones en 1999, ostenta todo tipo de r¨¦cords, incluido un premio Guinness por su ¨¦xito. La historia de una joven economista que entra a trabajar a una empresa de moda se cont¨® en 180 pa¨ªses y se adapt¨® 28 veces. Beatriz Aurora Pinz¨®n era, para muchos, un ejemplo de superaci¨®n: una chica fea y lista capaz de enamorar a un empresario y gal¨¢n, y hacerse con el mando de un imperio en el que el f¨ªsico cuenta m¨¢s que el intelecto. Ahora, 17 a?os despu¨¦s de la ¨²ltima emisi¨®n, el elenco colombiano lleva a un teatro de Bogot¨¢ una nueva versi¨®n que, en realidad, es tan fiel a la original que parece un episodio de televisi¨®n, pero sobre un plat¨® distinto.
Los actores han recuperado del caj¨®n de los recuerdos sus vestimentas. Tienen el mismo corte de pelo. Repiten las mismas coletillas que dieron forma a sus personajes. Caminan y gesticulan como si el tiempo se hubiera detenido a principios del nuevo siglo. Todo sigue igual en las vidas de Betty, Armando, Marcela, Hugo o Patricia. Y a tenor de las risas y los aplausos del p¨²blico que asisti¨® al estreno en Bogot¨¢, no pod¨ªa ser una mejor manera de volver.
Casi dos horas de carcajadas que para los que nos criamos en uno de esos pa¨ªses en los que la serie se adapt¨®, eran dif¨ªciles de entender. En Espa?a aterrizaron la Betty colombiana y su adaptaci¨®n. Una serie casi interminable (por el n¨²mero de cap¨ªtulos) que no solo cambiaba el acento, tambi¨¦n recog¨ªa las costumbres del lugar en el que llegaba para quedarse. Un ¨¦xito, menos premiable, que hizo igual de feliz a la gente, pero con otras maneras.
Betty, la fea en su versi¨®n teatral mantiene las mismas bromas machistas que cuando se emit¨ªa por televisi¨®n. El tiempo tampoco ha cambiado esa mala costumbre. A las mujeres se les cae la falda cuando ven a un hombre. Los hombres tienen la licencia de tocarles los pechos en descuidos muy cuidados. Los homosexuales siguen siendo objeto de chistes sexuales de un gusto cuestionable.?
A la salida del teatro, a las risas se sumaron las l¨¢grimas de emoci¨®n. Los asistentes sent¨ªan haber presenciado un momento hist¨®rico. La perpetuaci¨®n de un modelo social que condena al mismo rinc¨®n de siempre a las mujeres no estaba entre sus preocupaciones. Les hab¨ªa dado tiempo a vivir lo suficiente como para volver a ver a Betty y a sus compa?eros.
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