La directora Lucrecia Martel indaga en el territorio misterioso de sus actrices
La cineasta argentina dialoga a cinco voces con las protagonistas de sus pel¨ªculas en el Bafici
Hay directores de cine que necesitan controlar hasta el m¨ªnimo gesto de sus actores, que nada quede librado al azar. No es el caso de Lucrecia Martel (Salta, 1976), una de las voces m¨¢s personales del cine argentino contempor¨¢neo, que en junio estrenar¨¢ Zama, su ¨²ltima pel¨ªcula. En un di¨¢logo a cinco voces celebrado en el Bafici, el festival de cine independiente de Buenos Aires, Martel asegur¨® que los actores que trabajan con ella "no se someten" y disfruta de no entenderlos del todo durante los rodajes porque le ayuda "a estar concentrada en el set". Entre ellos est¨¢n Graciela Borges, Mar¨ªa Onetto, Julieta Zylberberg y Mar¨ªa Alch¨¦, cuatro actrices a las que dirigi¨® en La ci¨¦naga, La mujer sin cabeza y La ni?a santa, respectivamente. Ante una sala repleta, Martel aprovech¨® la oportunidad para indagar en esos territorios misteriosos que suele ver a trav¨¦s del visor de una c¨¢mara y hacerles preguntas movida "por la curiosidad": ?C¨®mo hacen para entrar y salir de los personajes sin caer en la locura?, ?qu¨¦ significa la verdad para sus actuaciones?, ?qu¨¦ sienten al cambiar de lengua?.
Martel: "Cuidemos esto que tenemos, que es un milagro"
Martel se sum¨® al conflicto abierto entre el Gobierno de Mauricio Macri y el mundo del cine por los cambios en marcha en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). "Estamos preocupados porque no se entiende, vienen mensajes de que la cosa no va a cambiar, esperemos que as¨ª sea, pero vamos a tener que estar bien atentos para que sea de esa manera, porque sino se va a complicar. Cuidemos esto que tenemos, que es un milagro", asegur¨® la cineasta, muy aplaudida por la platea.
Las cuatro int¨¦rpretes entraron al juego y mezclaron reflexiones sobre su profesi¨®n con an¨¦cdotas personales, como la que desvel¨® Martel sobre su decisi¨®n de no ser actriz. Cuando cursaba en el Centro de Experimentaci¨®n y Realizaci¨®n Cinematogr¨¢fica (CERC, la actual Enerc) de Buenos Aires, le toc¨® interpretar una escena en la que una hermana le contaba a la otra que acababa de recibir una beca y que por ese motivo la segunda deb¨ªa quedarse a cargo de su madre. Martel era la hermana becada, pero su compa?era ten¨ªa que resistirse a aceptar su huida. "Me puso mal esa situaci¨®n, y me dieron ganas de pegarle. Me di cuenta de que era un sentimiento que no era m¨ªo, pero que me pod¨ªa llevar a la acci¨®n y esa situaci¨®n me dej¨® en claro que yo no pod¨ªa ser actriz. Creo que para ser actor hay que ser un poco demente", expres¨®, sobre la capacidad de los actores de convertirse en personajes sin caer en la locura.
"Uno crea una realidad paralela a la propia que puede llegar a disfrutar. El riesgo es que te puedes querer quedar", se?al¨® Onetto. "A veces un poco te qued¨¢s. Con Hero¨ªna me cost¨® salir de ah¨ª, fue muy largo", confirm¨® Graciela Borges, quien arranc¨® numerosas carcajadas del p¨²blico con sus confesiones. "Yo nunca me divert¨ª haciendo cine. Nunca. Lo tom¨¦ aplicadamente. Parezco el otro Borges yo", afirm¨®, en referencia al escritor Jorge Luis Borges. La veterana actriz, con m¨¢s de medio centenar de pel¨ªculas a sus espaldas, record¨® el d¨ªa en el que, con 14 a?os, su madre la envi¨® a casa de Hugo del Carril. "Una vez ah¨ª ¨¦l me dijo: '?te gustar¨ªa hacer cine?'. 'Depende el personaje', le dije yo y creo que me tom¨® por eso", cont¨® sobre su debut cinematogr¨¢fico.
Desnudas frente a la pantalla
Ante una pregunta del p¨²blico, las presentes negaron haberse sentido marginadas en el mundo cinematogr¨¢fico por el hecho de ser mujeres, pero s¨ª se detuvieron sobre la diferente mirada sobre los cuerpos. "El desnudo masculino es a¨²n un tab¨² tremendo y el femenino es algo, en algunos g¨¦neros, casi obligatorio", se?al¨® Martel, quien puso como ejemplo el cine de Bollywood y la infaltable escena de la protagonista corriendo bajo la lluvia con ropas empapadas y pegadas al cuerpo en las que se marcan sus pezones. "?C¨®mo hacen para combatir el pudor, para ponerse en tetas en el lugar de trabajo?", pregunt¨® a las actrices.
Borges confes¨® que lo pasa muy mal en esas escenas y recuerda que la peor fue la de El infierno tan temido, de Ra¨²l de la Torre: "Cuando hice el desnudo sufr¨ª una semana entera, sufr¨ª como nuinca en la vida", revel¨®. Zylberberg cont¨® que de adolescente le daba mucha verg¨¹enza, pero despu¨¦s se fue acostumbrando. A¨²n as¨ª, apunt¨® que la comodidad o incomodidad de los actores en esas escenas se nota como espectador. "Veo que a veces (a los actores) les dio timidez y lo paso mal, pero tambi¨¦n me pasa si les ponen en culo porque s¨ª", dijo la actriz. En ese sentido, Martel critic¨® los directores que incluyen desnudos femeninos en el gui¨®n "con la misma reflexi¨®n que una publicidad de una bomba de agua usa una mina (mujer) en bikini". En el otro extremo, Onetto record¨® que acept¨® un papel de prostituta a cambio de no aparecer desnuda y despu¨¦s se dio cuenta de que hab¨ªa quedado forzado.
Antes de finalizar el encuentro, la directora de La ci¨¦naga reflexion¨® en voz alta: "Es muy dif¨ªcil tener conciencia del subdesarrollo, lo que intentamos hacer se cae de la gran industria, porque la gran industria del cine no existe en nuestro idioma. [...] Me parece que la lengua es un derecho humano y creo que no se est¨¢ apreciando el idioma como un derecho". En el Talent Campus de Berl¨ªn, la cineasta vio a unos j¨®venes malayos que discut¨ªan entre ellos sobre la conveniencia de hacer su pel¨ªcula en ingl¨¦s en vez de hacerla en malayo. "Parece que eso empuja a nuestra industria desde un lugar legitimado por el mercado, y es terrible", dijo Martel. Las actrices se mostraron tambi¨¦n cr¨ªticas con esa realidad y se?alaron la dificultad de actuar en otro idioma e incluso de traducir algunas pel¨ªculas.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.