¡°No voy a pedir perd¨®n por la suerte. ?Se pide perd¨®n por la desgracia?¡±
Ray Loriga (Madrid, 1967) vive cerca de la calle G¨¦nova, en Madrid. Su medida geogr¨¢fica de todas las cosas, sin embargo, es el estadio Santiago Bernab¨¦u.
Pregunta. ?Por qu¨¦?
Respuesta. Viva donde viva tengo que llegar caminando en menos de una hora. Mi padre dec¨ªa que despu¨¦s del Bernab¨¦u la Tierra ya es plana.
P. Aqu¨ª est¨¢ c¨®modo.
R. Chamber¨ª es el barrio ideal. Est¨¢ el PP, as¨ª que tienes cerca lo que odias, y no paran de pasar chicos y chicas guap¨ªsimas. De esto, por cierto, no pod¨ªa hablar con mi padre. De cuando un chico era guapo. "Pero pap¨¢, ?Paul Newman no es guapo?". "Un buen actor, un buen actor". "Pero pap¨¢, ?no es m¨¢s guapo Paul Newman que Edward G. Robinson?". "Buenos actores los dos". Yo cuando veo Dos hombres y un destino nunca me entero de qu¨¦ va la peli porque estoy todo el rato pensando en qui¨¦n es m¨¢s guapo, si Paul Newman o Robert Redford. Con cada plano voy cambiando de idea: ahora Paul, ahora Robert. Si eso me pasa a m¨ª, imag¨ªnate a Katharine Ross. Debi¨® de estar volvi¨¦ndose loca todo el rodaje.
P. Detectar la belleza tambi¨¦n es un trabajo.
R. Mira, un d¨ªa Mae West pas¨® por delante de una cola de extras y vio a un tipo que se llamaba Cary Grant. Fue al director y le dijo: ¡°Si esa cosa sabe hablar, hazle un contrato¡±.
P. Acaba de ganar el Premio Alfaguara por su nueva novela, Rendici¨®n. Se avecina promoci¨®n y sigue sin tel¨¦fono m¨®vil.
R. Puedo manejar la situaci¨®n por afectos constantes en vez de por afectos distantes. El tel¨¦fono y las redes sociales est¨¢n basados en afectos distantes; la gente que yo quiero est¨¢ cerca y sabe d¨®nde estoy a unas horas controladas.
P. ?Escribe a mano?
R. La primera novela, una que tir¨¦.
P. ?Cu¨¢ntos a?os ten¨ªa?
R. 14, 15 a?os. Se llamaba Nieve en primavera; luego me di cuenta de que Mishima hab¨ªa escrito Nieve de primavera. Adoro a Mishima, y me dije: ¡°Mira, no puedo pisarle el t¨ªtulo a este t¨ªo¡±. La novela era una cosa como de Lampedusa: iba de una familia burguesa que hac¨ªa una fiesta todos los veranos y un verano de pronto nevaba, pero ellos hac¨ªan la misma fiesta. Nadie iba y ellos se congelaban. Le puse tapas y todo: yo so?aba con ser escritor.
P. Pero se hizo periodista.
R. En Diario 16. La primera entrevista que hice en mi vida fue a Ray Bradbury.
P. ?Por eso Ray?
R.Tengo mil razones para ser Ray: Ray Bradbury; Ray, pr¨ªncipe de Arb¨®rea, que era un personaje terciario de Flash Gordon; Sugar Ray Leonard; Sugar Ray Robinson; Raymond Carver, al que llamaban Ray. Pero todo eso vino despu¨¦s. Yo desde ni?o me llamaba Ray.
P. Mientras usted se constru¨ªa a s¨ª mismo la generaci¨®n posterior lo hac¨ªa imit¨¢ndole.
R. Plagiar es muy sano. Si eres un mediocre plagiar no te sirve de nada, pero si tienes ambici¨®n y cierto esp¨ªritu, plagiar es entrenar. Cuando empezaba me sal¨ªan cuentos de Bukowski clavados. Encargaba los libros en Pasajes, que antes se llamaba Librer¨ªa Internacional ¡ªeran de Black Sparrow, los que editaba Ferlinghetti¡ª y tardaban seis meses en llegar. No sabes qu¨¦ emoci¨®n cuando llegaban.
P. En ingl¨¦s.
R. Yo los le¨ªa en ingl¨¦s. Las traducciones para Anagrama las hac¨ªa Jorge Berlanga, que era ¨ªntimo amigo m¨ªo. Cuando sal¨ªan, me dec¨ªa: ¡°?Has notado algo?¡±. Y yo le respond¨ªa: ¡°Este cap¨ªtulo te lo has inventado¡±. ¡°Ya, ?pero cuela?¡±.
P. O sea que hemos estado leyendo a Berlanga en lugar de a Bukowski.
R. Met¨ªa muy poquito, ?pero lo hac¨ªa tan bien! Es tan bonito. Es que el trabajo de traductor es ingrato, te pagan tan poco. ?l de pronto met¨ªa un capitulito muy peque?o. Yo lo s¨¦ porque me hab¨ªa le¨ªdo los libros en ingl¨¦s. ?l me dec¨ªa: ¡°?Pero a que funciona?¡±. ¡°Queda precioso, Jorge¡±.
P. Escrib¨ªa Bukowski mejor que Bukowski.
R. Bueno, escrib¨ªa Bukowski al menos tan bien como Bukowski. Sin Bukowski no se podr¨ªa escribir Bukowski. Yo escrib¨ªa cuentos de Carver. El ¨²ltimo libro de Vila-Matas, Mac y su contratiempo, habla de un escritor que piensa que puede mejorar la novela de otro. Al principio todos hemos escrito encima de otras cosas, todos empezamos a bailar encima de otro, si no no se puede escribir. De hecho no hay nada peor para escribir que el que piensa: ¡°Yo tengo algo que decir¡±. Ese es el que ya ha muerto en la escritura.
P. Se piensa caminando.
R. Est¨¢ esa m¨¢xima de Von Kleist, un escritor alem¨¢n maravilloso del XIX, que dec¨ªa: ?Al hablar se nos ocurre una idea?. Hablar para un escritor es escribir. Todos los libros que yo escribo suelen empezar ¡ªy ¨¦se es el p¨¢nico de mis editores¡ª con 300 p¨¢ginas que voy adelgazando. Me dicen: ¡°Bueno, ?va a ser un cuento?¡±. ¡°?Ojal¨¢!¡±. Arrincono en lugar de extenderme.
P. ?C¨®mo vivieron en su casa la disoluci¨®n de su hijo Jorge Loriga en una figura p¨²blica?
R. Mi padre ha sido dibujante de Informaciones, de El Pa¨ªs. Yo me cri¨¦ en peri¨®dicos porque mi madre tambi¨¦n trabajaba y me dejaba con mi padre en la redacci¨®n. Forges el otro d¨ªa me dijo: ¡°?T¨² eras el ni?o ese que me dec¨ªa ¡®No le pongas la nariz tan grande a los dibujos¡¯?¡±. Iba por las mesas a dar ¨®rdenes. Quiero decir que me he criado entre periodistas y que mi padre, por su oficio, trataba con tipos como el que yo fui despu¨¦s.
P. Su madre.
R. Era actriz. Empez¨® haciendo telenovelas en Venezuela, vino a Madrid y fue presentadora en el Circo Price, algo ex¨®tico en la Espa?a de aquella ¨¦poca. Una mujer divorciada con un hijo nacido en Venezuela ¡ªmi hermano, que muri¨®¡ª. Yo nac¨ª en el 67, ese hermano me llevaba 10 a?os. Mi padre, que es de la calle Serrano, ven¨ªa de otro mundo pero le ech¨® huevos y se cas¨® con ella.
P. ?Son dos hermanos?
R. ?ramos tres y ahora dos.
P. Dos hermanos bastante unidos.
R. Mi hermano Fran me lleva a?o y medio. Jug¨¢bamos juntos al f¨²tbol en equipos de barrio. Yo era mediapunta, mi posici¨®n era la de Juanito G¨®mez. Ten¨ªa buen regate pero poco fondo f¨ªsico: no me daba para subir y bajar.
P. ?Y Fran?
R. A Fran le llam¨¢bamos El Jabal¨ª, era lo m¨¢s parecido a Puyol que he visto en la vida. Un jugador de coraz¨®n enorme, duro como el pedernal. Sub¨ªa, remataba c¨®rners, no se agotaba nunca y era mi guardaespaldas. Yo regateaba mucho y me llevaba muchas patadas. T¨² sabes c¨®mo es el f¨²tbol de verdad, ?no? Cuando el ¨¢rbitro no mira mucho y no hay teles.
P. Pegan hasta en el carnet, s¨ª.
R. Pues mi hermano era el que sal¨ªa de la cueva y al t¨ªo que me hab¨ªa pegado, mientras yo estaba sangrando, le dec¨ªa: ¡°Como le vuelvas a pegar te vas de aqu¨ª sin piernas, que soy su hermano¡±. Era un defensa muy elocuente. ¡°Le has pegado una vez, le puedes pegar dos pero a la tercera te dejo sin piernas aunque me expulsen de la liga¡±. Mi hermano era muy fuerte y hubo un momento en que empec¨¦ a pensar que yo regateaba muy bien por el miedo que daba mi hermano: se me apartaban.
P. ?Usted era pele¨®n?
R. M¨¢s de di¨¢logo. De los de ¡±mejor lo aclaramos y nos tomamos una cerveza¡±. Mi hermano era m¨¢s pele¨®n que yo y m¨¢s noble. Yo era negociador. Nunca me han gustado los golpes, y en la cara menos. En la cara de otro alguna vez los he dado y a m¨ª me los han dado tambi¨¦n. No s¨¦ qu¨¦ duele m¨¢s porque siempre me he quedado con la sensaci¨®n de ¡°?le habr¨¦ hecho da?o?, quiz¨¢ no era para tanto¡±.
P. Usted boxe¨®.
R. Fue en una ¨¦poca en Reina Victoria, de hecho entrenaba con Berdonce [Manel Berdonce, Tigre de Tetu¨¢n, excampe¨®n de Espa?a]. Berdonce, que luego ha sido entrenador nacional, es un magn¨ªfico boxeador y un buen amigo.
P. ?Con Poli tuvo relaci¨®n?
R. S¨ª. ?l se entrenaba en Vallecas cuando nosotros est¨¢bamos haciendo la revista Canto de la tripulaci¨®n con Mart¨ªnez Corrochano y Alberto Garc¨ªa-Alix. Y en aquella ¨¦poca, te hablo del a?o 89, Poli viv¨ªa en el mismo barrio. Cuando lo ve¨ªamos entrenarse nos pon¨ªamos detr¨¢s de ¨¦l a correr mientras le cant¨¢bamos [tararea el tema de Rocky] como si fu¨¦ramos los ni?os de la peli, aunque algunos ¨¦ramos mayores que ¨¦l. Le hac¨ªamos siempre la broma cuando pasaba por nuestra calle. Luego nos tom¨¢bamos unas ca?as. El combate con Whitaker fue el momento de nuestras vidas.
P. Un acontecimiento.
R. Y le plant¨® pelea, macho. Nadie lo esperaba. A Poli le rompi¨® una costilla y Poli se rompi¨® un pu?o. Pero hubo un golpe de Poli en ese combate que Whitaker no vio venir: un upper, si no recuerdo mal, que ah¨ª se le pod¨ªa haber acabado la broma a Whitaker. ?Pero era un boxeador de tal tama?o, de tal clase Whitaker!
P. Ah¨ª se rompi¨® algo para Poli, ?no?
R. Es una pena. He conocido a Evangelista, a Poli. Yo conoc¨ª a Berdonce cuando estaba empezando, estaba aspirando al Campeonato de Espa?a. Luego fue campe¨®n de Europa y tuvo una carrera estupenda y adem¨¢s muy sensata. Berdonce trabajaba en una obra con una taladradora neum¨¢tica en el momento en el que este peri¨®dico nuestro decidi¨® quitar el boxeo cuando era pol¨ªticamente incorrecto. Eso destruy¨® el boxeo.
P. Cuente.
R. En aquella ¨¦poca Telecinco estaba ya dando combates en abierto. Daban el Arena Capital y uno mexicano todos los domingos, hab¨ªa mucha afici¨®n y los combates se petaban. Pero en EL PA?S se decidi¨® que los toros se pod¨ªan dar y el boxeo no. Luego los combates los daban pagados en Canal+.
P. ?Qu¨¦ ocurri¨® con Berdonce?
R. Cuando yo me encuentro a Berdonce me dice: ¡°La excusa para que deje el boxeo es que me va a dejar sonado. ?T¨² sabes lo que es estar con un taladro neum¨¢tico en agosto en mitad de una carretera durante 10 horas al d¨ªa por un sueldo de mierda? Antes me va a dejar sonado el puto taladro que el boxeo. En el boxeo soy alguien, en el taladro soy una mierda. As¨ª que no me digan a m¨ª c¨®mo cuido mi cabeza¡±. Y mira Berdonce a lo que ha llegado, a seleccionador nacional ol¨ªmpico.
P. Trat¨® a Evangelista.
R. Evangelista se puso de portero en una discoteca para que nadie se acercase a su hija, que era una chica maravillosa que trabajaba de camarera. Una noche termin¨® discutiendo con ?ngel Cristo por ver qui¨¦n era m¨¢s valiente. ¡°Yo meto la cabeza dentro de un le¨®n¡±. ¡°?Amaestrado!¡±, respond¨ªa Evangelista, que contraatacaba: ¡°Yo me he peleado con Ali¡±. ¡°?Ya era viejo!¡±, respond¨ªa Cristo. Yo estaba delante y la verdad es que me resultaba imposible saber si era m¨¢s peligroso meter la cabeza dentro de un le¨®n o darse de pu?etazos con Ali. Y es verdad que el le¨®n estaba amaestrado y Ali ya era mayor, pero t¨ªo.
P. ?Por qu¨¦ empieza Lo peor de todo?
R. [Recita el inicio] ¡°Lo peor de todo no son las horas perdidas ni el tiempo por detr¨¢s y por delante, lo peor de todo son estos espantosos crucifijos hechos con pinzas para la ropa¡±. Por eso mismo empez¨®. Porque estaba en clase haciendo esos putos crucifijos y dije: ¡°Esto no puede ser ni Dios, ni arte, ni literatura, ni nada¡±.
P. ?Los hac¨ªa en clase?
R. S¨ª, nos obligaban. El D¨ªa del Padre, el D¨ªa de no s¨¦ qu¨¦. Hab¨ªa que recortar un cart¨®n con unas pincitas barnizadas y dos pinzas que eran el Cristo. Y digo: ¡°Idos a tomar por culo, esto no puede ser, esto es absurdo¡±.
P. ?Qu¨¦ hac¨ªa cu¨¢ndo la escrib¨ªa?
R. Yo era un escritor tirado que viv¨ªa en la calle Ballesta de Madrid, que era el Bronx, no como ahora que es Triball. Viv¨ªa con un compa?ero y no nos daba ni para pagar el piso entre los dos. Estaba todo lleno de putas y de traficantes. Y yo ya trabajaba en una tienda de moda, donde estuve cinco a?os. Entr¨¦ de chico de los recados a los 17 y sal¨ª de escaparatista. Cuando lo dej¨¦ mi madre se preocup¨®: ¡°?Y ahora qu¨¦ vas a hacer?¡±.
P. ?Qu¨¦ tal le fue?
R. Durante una ¨¦poca tuve un encargado racista que nos recomendaba que prohibi¨¦semos la entrada a negros. A?o 1989. Veo que se acercan dos negros enormes, y en medio Miles Davis. Vamos a ver: yo me corto el cuello antes de prohibirle a un negro entrar en un sitio, pero le corto el cuello a media ciudad si ese negro es Miles Davis. Al d¨ªa siguiente daba un concierto en el Palacio. Por supuesto lo recibo, hablo en ingl¨¦s con ¨¦l y le invito a mirar nuestra ropa. El encargado me hac¨ªa gestos con las manos y ven¨ªa detr¨¢s de m¨ª susurrando que nos iban a robar todo. Y efectivamente Miles Davis sacaba un mont¨®n de ropa de las perchas y se la iba dejando a uno de sus guardaespaldas; el encargado estaba p¨¢lido. No me olvidar¨¦ nunca del momento en que llegaron a la caja: un mill¨®n y medio de pesetas. ¡°Cash, Mr Davis?¡±. Uno de los guardaespaldas sac¨® un sobre y dej¨® el dinero sobre la mesa.
P. ?Qu¨¦ hizo?
R. Miles Davis me dijo que quer¨ªa que fuese yo el que le llevase la ropa al hotel, donde se lo probar¨ªa todo. ¡°Ritz or Palace, Mr Davis?¡±. Porque Miles Davis no iba a alojarse en la Pensi¨®n F¨²tbol, ?me entiendes? Al llegar a su suite me dijo que era muy amable y sac¨® dos entradas para el concierto del d¨ªa siguiente. Yo le di las gracias pero saqu¨¦ otras dos de mi pantal¨®n: las tengo desde hace seis meses, se?or Davis.
P. ?Qu¨¦ pasa despu¨¦s de Lo peor de todo?
R. Lo peor de todo lo publica [Constantino] B¨¦rtolo en Debate cuando era de los hermanos Luc¨ªa. Fue Benjam¨ªn Prado quien le mand¨® el libro. Luego B¨¦rtolo se lo ley¨® y me llam¨®: yo me fui a Recoletos sin tener ni idea de lo que iba a pasar. Ten¨ªa 22 o 23 a?os. Fui a su despacho y me dijo: ¡°Me ha encantado, lo vamos a publicar¡±. Sal¨ª de all¨ª sin cre¨¦rmelo. ?Y qu¨¦ pasa? Pues que cuando se publica la primera cr¨ªtica es de Ignacio Echevarr¨ªa en EL PA?S y se titula: ¡°Ray Loriga: el extranjero¡±, con una foto m¨ªa.
P. ?Ten¨ªa ya la est¨¦tica de melena, pendientes, anillos: la portada de H¨¦roes?
R. No, en aquella ¨¦poca era rocker: ten¨ªa un poco de tup¨¦. La foto me la hice yo mismo en un fotom¨¢ton de Col¨®n. Tengo que decir que la retoqu¨¦ un poco con un boli para que quedase mejor, un poco m¨¢s guapo, porque el tup¨¦ no me quedaba del todo bien. As¨ª que lo retoqu¨¦ como un mil¨ªmetro.
P. Echevarr¨ªa.
R. Su art¨ªculo no se me olvidar¨¢ nunca: en esa ¨¦poca la cr¨ªtica literaria pod¨ªa significar guillotina o carrera. Y con ese t¨ªtulo de ¡°el extranjero¡±, Echevarr¨ªa me comparaba con Camus. Yo no me lo pod¨ªa creer. Luego Santos Sanz Villanueva sac¨® otra cr¨ªtica preciosa en Abc. Y de pronto yo ten¨ªa una carrera. No hab¨ªa vendido muchos libros pero ten¨ªa un pedazo de carrera.
P. ?C¨®mo se le ocurre el t¨ªtulo?
R. El t¨ªtulo original m¨ªo era Un japon¨¦s antrop¨®fago. No le gustaba a B¨¦rtolo y yo le estaba dando vueltas cuando Christina [Rosenvinge] me dijo: ¡®?Por qu¨¦ no titulas con las primeras palabras?¡¯.
P. ?C¨®mo gestiona el ¨¦xito?
R. Murillo, en Plaza&Jan¨¦s, me hizo una oferta que no pude rechazar. Era por tres novelas. Me ofreci¨® una promoci¨®n hispanoamericana y me llev¨® desde Miami hasta la Patagonia.
P. Esa ¨¦poca la ha contado alguna vez.
R. Ten¨ªa la sensaci¨®n de ser una estrella del rock. Me cruc¨¦ con Bon Jovi en Colombia y como yo llevaba el pelo te?ido de rubio la gente me confund¨ªa: ¡°?Bon Jovi, Bon Jovi!¡±. ¡°No, oiga, no¡±. Era muy divertido. Y tampoco hay que pedir perd¨®n por la suerte. ?Se pide perd¨®n cuando se tiene una desgracia?
P. Su carrera es privilegiada.
R. Hay algo que siempre me ha jodido mucho: que se me pudiese ver como un tap¨®n para otras generaciones. Cuando salieron los Nocilla estuve all¨ª con Agust¨ªn [Fern¨¢ndez Mallo] y dije que todo eso era de puta madre, porque son unos magn¨ªficos escritores. Cuando Xavi Calvo public¨® su primera novela, yo la present¨¦. Cuando un escritor me ha pedido algo y me ha gustado su novela, yo le he ayudado. Otra cosa es que el libro no me guste: si no me gusta, no voy hacer algo contra mi conciencia. Tampoco voy a escribir una cr¨ªtica de guillotina. Se lo digo en privado: ¡°Oye, lo siento, not my cup of tea¡±. No digo que no sea bueno, s¨®lo que no es mi tacita de t¨¦. Es una expresi¨®n estupenda para no insultar a nadie, por cierto.
P. ?Cu¨¢l es su tacita de t¨¦?
R. Eduardo Iglesias es un escritor buen¨ªsimo; yo me he ido con ¨¦l de gira a presentar su libro Cuando se vac¨ªan las playas. Es un escritor que me gusta mucho. Le han publicado en Francia y en Alemania pero en Espa?a no cuaja. Claro que en Espa?a no ha cuajado Thomas Pynchon nunca. Yo intent¨¦ vender a Murakami a las editoriales durante mucho tiempo, intent¨¦ vender a John Fante y no me lo compraba nadie. Y eso que ya estaba muerto. Los derechos de Fante los ten¨ªa Paid¨®s y yo dec¨ªa: ¡°Oye, ?por qu¨¦ no lo public¨¢is?¡±. Al final Jorge Herralde me hizo caso y tampoco fue un ¨¦xito. Pero es que no debemos guiarnos por el ¨¦xito. A m¨ª me encanta Eduardo Iglesias y me peleo por ¨¦l porque me peleo por los escritores que me gustan. A veces funciona, pero cada mercado es distinto y hay casos muy raros. Pynchon es un ejemplo, o Kurt Vonnegut. ?Qui¨¦n cojones ha le¨ªdo a Vonnegut en Espa?a? Incluso a Ballard: a no ser que salga una pel¨ªcula no vendes un Ballard, y a veces ni as¨ª.
P. ?Ha llegado a pensar que era un escritor olvidado?
R. De ninguna manera. De hecho, me he sentido siempre afortunado. No me gusta presumir de nada, pero quiz¨¢s soy uno de los pocos escritores sin rencores que existen sobre esta faz de la tierra.
P. ?Es m¨¢s f¨¢cil con ¨¦xito?
R. Ahora con Alfaguara me dicen que tengo que ir desde Nueva York hasta no s¨¦ donde, que vamos a hacer Am¨¦rica en tres trozos. A lo mejor a otros les vuela la cabeza, pero yo ya he hecho esto. Ya he estado en Miami, ya he estado en Puerto Rico, esta gira ya la hice con Plaza&Jan¨¦s a los 24, cuando la cabeza se me iba mucho m¨¢s por razones obvias que se pueden imaginar. Y a¨²n as¨ª lo pude manejar.
P. Lo ten¨ªa todo para perder contacto.
R. Te voy a decir por qu¨¦ no me pas¨®: porque la misma pasi¨®n que me trajo a esto es la pasi¨®n que me sujeta. Y cuando yo empec¨¦ a triunfar mis amigos eran Escohota [Antonio Escohotado], Carlos Moya... Tipos mayores que yo, m¨¢s inteligentes que yo. Siempre me puse en la posici¨®n de aprender, no en la de presumir. A todos se nos va la pinza alguna vez pero en general he intentado que no se me subiera el ¨¦xito. Adem¨¢s, siempre he tenido la man¨ªa de tener Moby Dick al lado, o a Conrad, o a Shakespeare. Llego al hotel, veo esos libros y me digo: ¡°Pero qu¨¦ te has cre¨ªdo, gilipollas. Mira esto. A d¨®nde vas t¨² con tus p¨¢ginas¡±.
P. Ha conocido a todo el mundo.
R. Conozco a todo el mundo porque soy muy viejo: empec¨¦ siendo un cr¨ªo, como Macaulay Culkin. Soy una especie de Macaulay Culkin muy raro. Co?o, he conocido a Lauren Bacall.
P. ?C¨®mo fue?
R. En una fiesta en casa de Julian Schnabel en Nueva York. Yo estaba fumando en la puerta y me llega una se?ora guap¨ªsima y me dice: ¡°Pareces un chico muy listo. ?No tendr¨¢s otro cigarrillo?¡±. Era Lauren Bacall hablando como en las pel¨ªculas. ¡±Por supuesto, Miss Bacall¡±, contest¨¦. Le doy el cigarro, se lo enciende y me pregunta: ¡°?De d¨®nde eres?¡±. ¡°De Madrid¡±. ¡°Entonces conoces a Chema Prado¡±. Prado era el director de la Filmoteca Nacional. ¡±S¨ª, claro que le conozco¡±. ¡°Sab¨ªa que eras un chico muy listo. Ven, vamos a fumar tranquilamente y te voy a pedir un favor¡±. Yo manten¨ªa el tipo como si eso me pasara todo los d¨ªas. Esa mujer hab¨ªa estado con Humphrey Bogart, hab¨ªa que estar al nivel. Que no estaremos nunca, pero se puede fingir un rato. Me dice: ¡°?Me puedes coger de la mano, cruzas toda la fiesta y me llevas a Chema Prado sin que tenga que saludar a nadie?¡±.
P. Y entr¨®.
R. Cruzamos y todo el mundo hist¨¦rico: ¡°?Miss Bacall, Miss Bacall!¡± Ella me dec¨ªa: ¡°Don't stop, don't stop¡±. As¨ª que no par¨¦ hasta Chema Prado. Se abrazaron y ella se dio la vuelta hacia m¨ª: ¡°Sab¨ªa que eras un chico muy listo¡±. Entrar a una fiesta de la mano de Lauren Bacall es lo mejor que me ha pasado en la vida. Qu¨¦ chula era.
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