Fernando Ram¨®n Moliner, defensor del espacio p¨²blico
Luch¨® por un concepto humanista de la arquitectura y recibi¨® el ¨²nico Premio Nacional de Vivienda que se ha fallado
Tuvo Fernando Ram¨®n Moliner (1929-2017) la suerte de nacer mecido por las palabras y crecer aprendiendo de su sentido m¨¢s terrenal, hasta desarrollar su trabajo sin caer nunca en el des¨¢nimo, con el mismo rigor y coraje con el que vio progresar el de su madre, Mar¨ªa Moliner.
Regres¨® a la arquitectura en Espa?a con Mari, su mujer, despu¨¦s de haber vivido en Inglaterra lo que marcar¨ªa para siempre su manera de entender el oficio del arquitecto: trabajar pensando en los dem¨¢s. El Habraken de los primeros tiempos, Turner, Goodman, Schumacher, Gaviria... Fernando Ram¨®n y un pu?ado de pensadores en el mundo avanzaron a comienzos de los setenta el ideario en el que fundamentar una m¨ªnima y saludable calidad de vida en la vivienda, en el espacio p¨²blico: otra forma de entender la vida en la ciudad de todos.
Desde su Miseria de la ideolog¨ªa urban¨ªstica, Moliner reclam¨® la socializaci¨®n del espacio p¨²blico y su influencia sobre el alojamiento, un espacio que comenzaba a ser secuestrado por la inmensa sombra del capital. Defend¨ªa con ello el derecho de todos a la luz natural, al sol, al murmullo de los ¨¢rboles y a no pasar fr¨ªo ni calor en las casas, solamente utilizando el poder de la normativa y el rigor en la aplicaci¨®n de los factores que hacen posible el confort. Reclam¨® el derecho a disfrutar de las cosas m¨¢s sencillas, exigiendo para todos un lugar seco y ventilado donde habitar, donde el sol de la ma?ana y la brisa en las noches del verano acompa?aran los sue?os de sus usuarios.
Su sentido del com¨²n le llev¨® a practicar el oficio por encima de todo con humildad, a volver la espalda a lo que se apartara de la necesidad de hacer con honestidad una arquitectura volcada en los dem¨¢s. El desencanto con quienes deber¨ªan haber dado ejemplo fue haci¨¦ndole met¨¢lico, cada vez un poco m¨¢s hura?o e inc¨®modo al poder, cada vez un poco m¨¢s esc¨¦ptico pero m¨¢s sabio e ir¨®nico, cada vez¡
Como profesor en la Escuela de Arquitectura de Madrid le conocimos sus disc¨ªpulos, pues de disc¨ªpulos nos tratamos los escasos seguidores que ten¨ªa entonces su manera de abordar el trabajo del arquitecto, tan poco espectacular, tan comprometida. Recalando unos a?os en el Ministerio de Obras P¨²blicas ilumin¨® el futuro de nuestra vivienda social con un estudio de la casa en Espa?a, y unos cuadernos a modo de manuales que descifraban las claves de la arquitectura m¨¢s honrada, aquella que practic¨® toda su vida con el ¨²nico fin de mejorar la existencia a sus semejantes.
En 2009 recibi¨® el Premio Nacional de Vivienda, cuando desde un ministerio se volvi¨® a poner en la agenda de todos los poderes las cuestiones de la vivienda. Fue el ¨²nico Premio Nacional de Vivienda concedido, pues no se volvi¨® a convocar. Pero si hab¨ªa una persona que lo mereciera de verdad, era Fernando Ram¨®n Moliner.
Ahora una brisa se ha llevado al maestro; la misma brisa que defendi¨® para todos en sus casas, la misma que mec¨ªa las hojas de los olivos del verano en su Pobla de Montroig, y secaban el barro de los Oriola, como le gustaba firmar sus cer¨¢micas. Aunque no se le oyera segu¨ªa ah¨ª, y nos tranquilizaba su existencia. Ahora estamos un poco m¨¢s solos.
Javier Ramos Guallart, arquitecto, fue secretario general de Vivienda.
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