Un estoconazo de premio
Adame y El Cid cortaron una oreja en tarde de toros descastados e inv¨¢lidos de Fuente Ymbro
Fuente Ymbro / Urdiales, El Cid, Adame
Toros de Fuente Ymbro?¡ªel tercero, devuelto¡ª correctos de presentaci¨®n, inv¨¢lidos, descastados y nobles.
Diego Urdiales: dos pinchazos y estocada -aviso- (silencio); pinchazo y estocada (silencio).
El Cid: estocada muy baja (silencio); estocada baja (oreja).
Joselito Adame: gran estocada (oreja); pinchazo, media estocada y tres descabellos (silencio).
Plaza de La Maestranza. Segunda corrida de abono. 23 de abril. Casi tres cuartos de entrada.
Joselito Adame se perfil¨® a corta distancia y sin muchas probaturas, la mirada fija en el morrillo y la mano derecha en el coraz¨®n, dej¨® una estocada de esas que se pueden calificar como estoconazo por el acierto y la precisi¨®n. No hab¨ªa que estar encima para colegir que hab¨ªa enterrado la espada por el hoyo de las agujas. Y si alguien albergaba alguna duda, el semblante del toro la despej¨®. Recul¨® unos pasos hacia las tablas, se bambole¨® levemente y se derrumb¨® sin puntilla en el albero. La estocada hab¨ªa rozado la perfecci¨®n.
Adame pase¨® una oreja con todo merecimiento porque realizar de ese modo la suerte suprema debe ser motivo justificado de premio. Y, adem¨¢s, fue lo mejor de su labor, a pesar de que los aplausos y las notas del pasodoble hicieran creer lo contrario.
Est¨¢ la fiesta tan necesitada de alegr¨ªa que en cuanto un torero liga tres pases escucha los ol¨¦s como si le hubiera llegado la inspiraci¨®n divina. Mulete¨® con soltura el torero mexicano, pero su labor fue mediocre y superficial, de esas que hace poco recib¨ªan la respetuosa reprimenda del silencio en esta plaza. Pero las cosas cambian, y hasta la otrora exigente banda de Tejera rompi¨® a tocar como si tal cosa.
El list¨®n ha bajado tanto que los subalternos Jarocho y Fernando S¨¢nchez, en ese toro, y Lipi en el segundo, saludaron por pares de banderillas aceptables, pero que, en modo alguno, merec¨ªan que mostraran al p¨²blico la montera.
Peor fue el caso de Urdiales, que agot¨® su paso por la feria sin una ovaci¨®n para el recuerdo. No tuvo toros, esa es la verdad. El primero dobl¨® seis veces las manos y se desplom¨® otras dos, y ya est¨¢ dicho todo. Inv¨¢lido y tullido durante toda la lidia. Y el cuarto tambi¨¦n se arrodill¨® un par de veces y carec¨ªa de fuerzas y sangre brava.
Pero el torero tampoco estuvo muy all¨¢. Trist¨®n, apagado, con poca seguridad y menos prestancia de la que se le reconoce. El primero de la tarde acudi¨® de salida una decena de veces al capote, y solo al final acert¨® Urdiales a dibujar una ver¨®nica y una media. Escaso bagaje. No hubo faena de muleta porque el estado comatoso del animal lo impidi¨®; pero la actitud el torero contribuy¨® al aburrimiento. El mismo tono tuvo su labor ante el cuarto, otro toro blando y premioso, y Urdiales acab¨® su compromiso en Sevilla sin un detalle de la torer¨ªa que se le supone. Hasta el maestro Curro Romero se escondi¨® en una grada para verlo y se march¨® como vino.
El Cid -esta sola corrida en la feria- tampoco record¨® sus tiempos de gracia. A pesar de ello son¨® la m¨²sica en su honor y cort¨® una oreja del quinto, noble tonto, por una irregular faena, culminada con una estocada baja, en la que no se vio al torero artista y seguro de anta?o. Ante el segundo, dubitativo e inseguro, no estuvo a gusto y se le not¨® en demas¨ªa.
Quedaba el sexto. Fernando S¨¢nchez coloc¨® un par de banderillas de categor¨ªa y salud¨® con todo merecimiento. Adame se empe?¨® en torear junto a las tablas y se equivoc¨®. El toro se par¨® pronto y se acab¨® la presente historia.
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