Bolcheviques en el poder
La revoluci¨®n rusa de 1917, que este a?o cumple un siglo, culmin¨® con la llegada de Lenin y su partido al liderazgo de un imperio en transformaci¨®n
Durante el verano de 1917, la confianza en que ¡°la Gran Revoluci¨®n Rusa¡± unir¨ªa a los ciudadanos hab¨ªa dado paso a la divisi¨®n. Bajo ataques desde la derecha y la izquierda, los Gobiernos de Lvov y Kerensky se enfrentaron al desplome de las ilusiones sobre la capacidad del pueblo para fortalecer su concepto de democracia y ciudadan¨ªa Cuando se comprob¨® que las masas no lo apoyaban, esos Gobiernos recurrieron cada vez m¨¢s a la fuerza del Estado como ¨²nica forma de persuasi¨®n.
Las diferencias se hicieron irreconciliables. El lenguaje de clases, de revoluci¨®n social y no s¨®lo de reforma pol¨ªtica se impuso a los otros lenguajes (liberal, democr¨¢tico, constitucionalista) que compitieron en ese escenario de crisis de autoridad. Lo que hab¨ªa comenzado en febrero con un mot¨ªn en la guarnici¨®n militar de Petrogrado, se hab¨ªa convertido tan solo ocho meses despu¨¦s en una violenta y radical revoluci¨®n social, extendida al campo, a las f¨¢bricas, al frente y a los pueblos no rusos del imperio. A esa rebeli¨®n le faltaba que alguien supiera llenar el vac¨ªo de poder que estaban dejando el fracaso y la soledad del Gobierno de Kerensky tras el golpe frustrado del general Kornilov. El camino estaba despejado para un partido revolucionario y contrario a la guerra. Y ah¨ª aparecieron los bolcheviques. Y Lenin.
La Revoluci¨®n de Octubre de 1917 fue uno de los principales acontecimientos del siglo XX y los historiadores han mostrado en torno a ¨¦l diferentes interpretaciones. Las investigaciones m¨¢s recientes de Christopher Read, S. A. Smith, Peter Holquist o Rex A. Wade superan las cl¨¢sicas disputas entre la propaganda sovi¨¦tica y la antimarxista y subrayan la importancia del eslogan ¡°Todo el poder para los s¨®viets¡± y de c¨®mo el apoyo popular a esas instituciones surgidas desde abajo allan¨® el camino a la conquista del poder por los bolcheviques.
El Gobierno provisional careci¨® de legitimidad desde el principio. Desde el verano, estuvo atrapado por una serie de crisis en cadena: en el frente, en el campo, en las industrias y en la periferia no rusa. Pocos Gobiernos podr¨ªan haber hecho frente a todo eso, y menos sin un ej¨¦rcito en el que confiar. El apoyo de trabajadores, soldados y campesinos a los s¨®viets, la instituci¨®n dedicada a promover la revoluci¨®n social, se combin¨® con la decisi¨®n fatal de los Gobiernos provisionales de continuar la guerra. Y el fiasco del golpe de Kornilov en agosto de 1917 ya hab¨ªa mostrado que la derecha estaba todav¨ªa desorganizada y la contrarrevoluci¨®n no ten¨ªa en ese momento posibilidades de vencer.
Con visional y los dirigentes del s¨®viet mostraban su incapacidad para solucionar los problemas, los bolcheviques se convirtieron en la alternativa pol¨ªtica para los desi?lusionados y para quienes buscaban un nuevo liderazgo. Como no ten¨ªan responsabilidad pol¨ªtica, recogieron los frutos de la divisi¨®n y declive de los otros dos partidos socialistas, los mencheviques y los socialrevolucionarios. Su rechazo al Gobierno provisional les dio, a los bolcheviques en general y a Lenin en particular, lo que el menchevique Nikolai N. Sukhanov (1882-1949) llam¨® en sus memorias una posici¨®n ¡°comod¨ªn¡±, por la que pod¨ªan representar y adaptarse a cualquier cosa.
Los vientos de cambio que soplaban desde el verano, impulsados por las cr¨ªticas a las autoridades y las alabanzas a los s¨®viets, comenzaron a plasmarse desde finales de agosto en poder institucional. Bolcheviques, socialrevolucionarios de izquierda y mencheviques internacionalistas tomaron el control de los diferentes s¨®viets de distrito de Petrogrado, de los sindicatos y comit¨¦s de f¨¢bricas, y de comit¨¦s de soldados y campesinos en algunas provincias. El 25 de septiembre, el s¨®viet de Petrogrado, el principal basti¨®n de poder desde la revoluci¨®n de febrero, eligi¨® una nueva direcci¨®n de izquierda radical, y Le¨®n Trotski, que hab¨ªa salido de la c¨¢rcel el 4 de septiembre y que acababa de ingresar en el partido bolchevique, se convirti¨® en su presidente, sustituyendo al menchevique Chjeidze. Al mismo tiempo, los bolcheviques asumieron el control del s¨®viet de Delegados Obreros de Mosc¨².
Con tantos poderes en sus manos, pod¨ªan reivindicar que hablaban y actuaban en nombre de la ¡°democracia del s¨®viet¡±. Ese control del s¨®viet de Petrogrado y de otros en las provincias es lo que permiti¨® la Revoluci¨®n de Octubre, y sin ese proceso de conquista del poder en las semanas anteriores, ser¨ªa dif¨ªcil imaginarla. La Revoluci¨®n de Octubre comenz¨® como una defensa de la idea del poder de los s¨®viets, posibilitada por una crisis profunda del Gobierno de Kerensky.
Puede ser que ¡°octubre¡± fuera un ¡°golpe¡± en la capital, se?ala Allan K. Wildman, ¡°pero en el frente fue una revoluci¨®n¡±. Los soldados no s¨®lo no quisieron echar abajo a ese incipiente poder bolchevique, sino que frustraron los esfuerzos desesperados de Kerensky y del anterior ¡°defensista¡± comit¨¦ ejecutivo del s¨®viet de Petrogrado ¡°para trastocar la victoria bolchevique, trasladando tropas desde el frente¡±. La participaci¨®n de marinos de la flota del B¨¢ltico, que ya hab¨ªan tenido una influencia notable en 1905 y en febrero y julio de 1917, fue tambi¨¦n muy visible en octubre. El golpe de Kornilov hab¨ªa destruido all¨ª la escasa autoridad que les quedaba a los oficiales.
La apuesta bolchevique hab¨ªa logrado su objetivo primordial, sin apenas resistencia. Petrogrado parec¨ªa seguro, pero, pese a su importancia como centro de poder pol¨ªtico y de comunicaciones, era s¨®lo una ciudad. Hab¨ªa que comprobar qu¨¦ pasar¨ªa m¨¢s all¨¢ de la capital, en el frente, en las otras ciudades y provincias y en la periferia del vasto imperio ruso. Y ver c¨®mo responder¨ªan los trabajadores y los campesinos al nuevo poder; y todos los otros socialistas de izquierda que hab¨ªan quedado fuera del Gobierno bolchevique.
A comienzos de noviembre, los bolcheviques ten¨ªan el control de las principales ciudades de la regi¨®n industrial del centro, norte y este de Mosc¨², en los Urales, en las partes m¨¢s cercanas del frente y entre los marinos de la flota del B¨¢ltico. Derrotados sus adversarios militares por el momento, asegurados los principales centros de poder, Lenin y los bolcheviques pudieron dedicarse a temas apremiantes: conseguir la paz, atender a las reformas radicales que hab¨ªa reclamado desde abajo el movimiento de los s¨®viets y reorganizar el poder, presionados por los socialrevolucionarios, para que ampliaran su Gobierno y convocaran la Asamblea Constituyente, algo que los anteriores Gobiernos provisionales hab¨ªan aplazado una y otra vez hasta que finalizara la guerra.
Fragmento de ¡®La venganza de los siervos¡¯ (Cr¨ªtica), de Juli¨¢n Casanova, catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad de Zaragoza, que se publica esta semana.
Babelia
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