Isma¨ªl Kadar¨¦: ¡°De ni?o me cre¨ªa Shakespeare¡±
El eterno candidato al Nobel publica ¡®La mu?eca¡¯, relato de juventud donde se reconcilia con una madre ingenua y cr¨¦dula, gracias a la que se convirti¨® en escritor
Isma¨ªl Kadar¨¦ (Gjirokastra, Albania, 1936) se despierta de la siesta con el verbo algo enredado. ¡°Hoy tengo mal el franc¨¦s¡±, advierte el eterno candidato al Nobel en su apartamento con vistas sobre los Jardines de Luxemburgo, cuya decoraci¨®n no parece haber cambiado ni un ¨¢pice desde que se exili¨® en Par¨ªs a principios de los 90, huyendo de la Albania comunista. El escritor toma asiento en su sof¨¢ mientras escruta un ejemplar de su ¨²ltimo libro, publicado por Alianza.?La mu?eca, dice leyendo el t¨ªtulo en castellano, pero sin llegar a pronunciar la e?e. Le aclaramos el insondable misterio de la tilde. ¡°Ah, no lo sab¨ªa¡±, se admira el escritor, mientras su esposa, la tambi¨¦n escritora Helena Kadar¨¦, acerca un par de caf¨¦s. La mu?eca es un relato sobre su infancia, con el que el autor de El general del ej¨¦rcito muerto rinde homenaje a una madre exageradamente c¨¢ndida, con la que el autor no siempre fue amable ni justo.
PREGUNTA. ?Sigue esperando el Nobel?
RESPUESTA. Decir que no lo espero ser¨ªa una falsedad. Soy escritor y, para m¨ª, la literatura es la cosa m¨¢s sublime del mundo. ?C¨®mo puedo afirmar que el Nobel no me interesa? Ser¨ªa una idiotez... Formo parte de los eternos candidatos al premio, por lo que supongo que me hallo en una espera pasiva. Tengo una historia ¨ªntima y extra?a con el premio. En 1976 escrib¨ª El ocaso de los dioses de la estepa, con la concesi¨®n del Nobel a Pasternak como tel¨®n de fondo, donde describ¨ªa el patetismo de la vida literaria sovi¨¦tica. En aquel momento ya aparec¨ªa en la lista de finalistas para el Nobel. Desde entonces han pasado 40 a?os.
En la Albania comunista, la adoraci¨®n a la madre era la adoraci¨®n al partido
P. ?Por qu¨¦ llama mu?eca a su madre?
R. Era una mujer ingenua, que no estaba muy en contacto con la realidad. Era un personaje muy infantil, que se cre¨ªa todo lo que le contaban. Cuando empec¨¦ a ser conocido, una vecina le dijo: ¡°Ahora que tu hijo es famoso, ?te va a cambiar por otra madre!¡±. La pobre se tom¨® la broma al pie de la letra. Lleg¨® a casa desesperada, creyendo que la iba a cambiar por una actriz de teatro¡
P. ?En qu¨¦ se parece a ella?
R. Supongo que todos los escritores compartimos cierta ingenuidad. No he necesitado trabajarla como personaje literario, porque era como si ya lo fuera por s¨ª sola, sin necesidad de a?adir nada. Mis padres parec¨ªan personajes creados de manera artificial gracias al arte de la literatura. Cada vez que los o¨ªa hablar, me quedaba estupefacto. Por ejemplo, me enfadaba mucho al o¨ªr sus conversaciones matutinas¡
P. ?Le parec¨ªan demasiado banales?
R. S¨ª, eso es. Ya a los 12 a?os, las encontraba triviales, fastidiosas, sin inter¨¦s alguno. Me preguntaba por qu¨¦ no reflexionaban sobre cosas m¨¢s serias. Me irritaba que hablaran de cu¨¢nto costaba la comida y otras cosas as¨ª de idiotas. Mi padre y mi madre eran muy diferentes, pero ten¨ªan algo en com¨²n: ambos me dejaron vivir con una independencia extraordinaria. Muchos autores han tenido madres tir¨¢nicas y malvadas. Yo, no. En realidad, mi madre no ten¨ªa ninguna autoridad sobre m¨ª.
P. En el libro dice que, gracias a eso, pudo convertirse en escritor.
R. Bueno, en realidad dir¨ªa que lo fui desde siempre. Desde que le¨ª a Shakespeare supe que iba a convertirme en escritor. Supe que ten¨ªa otro remedio que ser escritor y que iba a escribir igual que lo hac¨ªa ¨¦l. No le esconder¨¦ que padec¨ªa ese mal llamado megaloman¨ªa¡ De ni?o estaba convencido de que era Shakespeare.
P. ?C¨®mo reaccionaron sus padres cuando les dijo que escog¨ªa este oficio?
R. No se inmutaron. Pensaron que era una moda de aquella ¨¦poca. A los 12 a?os escrib¨ª un cuento para un concurso organizado en un peri¨®dico alban¨¦s. Lo publicaron, pero a?adieron un comentario dur¨ªsimo: ¡°Es usted muy joven, tiene que trabajar m¨¢s y, sobre todo, leer m¨¢s¡±. Al verlo publicado, no me import¨® nada esa cr¨ªtica. Estuve felic¨ªsimo al descubrir mi nombre escrito en el peri¨®dico. Lo encontrar¨¢ grotesco, pero me pareci¨® una gran victoria.
P. ?Ha escrito este libro como una reconciliaci¨®n con su madre?
R. Bueno, lo escrib¨ª m¨¢s bien como un reconocimiento a la libertad que me dio, que me permiti¨® tomarme muy poco en serio muchas cosas, empezando por la escritura. Su car¨¢cter infantil me ayud¨® a no mistificar la figura materna. En la escuela nos ense?aban que la figura de la madre era sagrada. Ten¨ªa que ser la persona m¨¢s amada, alguien a quien no traicionar¨ªas nunca bajo ninguna circunstancia. Ese ¨¦xtasis de la madre ten¨ªa una explicaci¨®n pol¨ªtica. Durante el r¨¦gimen comunista, la madre era el partido, que en alban¨¦s es un sustantivo femenino. La adoraci¨®n de la madre era la adoraci¨®n del partido. Mi madre me liber¨® de eso. Me permiti¨® romper con esa solemnidad idiota.
P. ?Se considera un escritor disidente?
R. Me parece un error juzgar la literatura de los antiguos pa¨ªses comunistas dividiendo entre disidentes y no disidentes. Para m¨ª, los mejores escritores eran los que olvidaban esta distinci¨®n. En el fondo, los cr¨ªmenes eran tan enormes que los esfuerzos de un escritor parec¨ªan rid¨ªculos respecto a aquella inimaginable monstruosidad. Nunca quise escribir para burlarme del r¨¦gimen. Cuando uno respeta y sublima la literatura hasta el punto de convertirla en algo divino, en algo que forma parte del reino de los cielos, es cuando logra ganar.
P. Lleva 25 a?os en el exilio. ?Qu¨¦ efectos ha tenido en su obra?
La civilizaci¨®n europea, con sus pros y sus contras, sigue siendo la mejor que existe
R. Ninguna. Si lee un escrito m¨ªo de antes del exilio y otro de despu¨¦s, no lograr¨¢ encontrar ninguna diferencia. Descubrir lo que le estoy contando fue una gran sorpresa. Los escritores de mi generaci¨®n nos pregunt¨¢bamos c¨®mo escribir¨ªamos en un r¨¦gimen libre, intuyendo en nuestro foro interior que lograr¨ªamos firmar aut¨¦nticas maravillas. Al caer el r¨¦gimen, entend¨ª que iba a seguir escribiendo igual, porque me segu¨ªan interesando los mismos asuntos que antes.
P. Dos d¨¦cadas despu¨¦s de la rebeli¨®n de 1997, ?sigue siendo Albania el verso libre de Europa?
R. No, ya no podemos decir eso. Hoy existe en Albania una libertad total. Hasta el punto que, vulgarmente, se dice que resulta incluso excesiva. La libertad exagerada no existe, aunque la rozamos cuando empieza el caos.
P. Creci¨® creyendo que Europa era un ideal. ?Lo sigue pensando?
R. La civilizaci¨®n europea, con sus virtudes y sus defectos, sigue siendo la mejor del mundo. Est¨¢ lejos de la perfecci¨®n, pero la propia humanidad tambi¨¦n lo est¨¢. No se le puede recriminar a un le¨®n su tendencia a comerse a otros animales. La humanidad ha hecho cosas que van todav¨ªa m¨¢s all¨¢, por lo que no tenemos derecho a aspirar a un destino m¨¢s dulce. Europa tiene un lado cruel, sin lugar a dudas. Y un lado injusto, sin lugar a dudas. Pero, cuando ponemos los pros y los contras en la balanza, sigue siendo la mejor civilizaci¨®n que existe.
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