El rejoneo, en fase de derribo
Gal¨¢n y Ventura cortaron una oreja a una muy floja y descastada corrida de Boh¨®rquez
El espect¨¢culo de rejoneo est¨¢ de capa ca¨ªda; al menos, el que se celebr¨® en la Maestranza result¨® ser un pe?azo a pesar de que se cortaron dos orejas. Pero todo el festejo result¨® anodino, superficial y carente de emoci¨®n. Ayudaron los toros de Boh¨®rquez, aut¨¦ntico desecho, feos de nacimiento, m¨¢s feos a¨²n con los pitones cortados reglamentariamente, sin un ¨¢pice de casta en las entra?as, inv¨¢lidos y sin ganas de pelea. Salieron todos adormilados, o, quiz¨¢, anestesiados; molestos por una jornada laboral imprevista. Y varios de ellos se desplomaron en el albero, presagiando su inmediato porvenir. En fin, un peque?o desastre.
Tampoco brillaron la amazona y los caballeros; una y otros lucieron m¨¢s como jinetes que como toreros a caballo. De hecho, hubo poco toreo: un par de muletazos de Ventura a lomos de Nazar¨ª, y poco m¨¢s. Abundaron las pasadas en falso, los fallos al clavar y alg¨²n que otro horror a la hora de matar.
Ahora que se habla de Nazar¨ª¡ He ah¨ª lo m¨¢s torero de la tarde; m¨¢s, incluso, que su compa?ero Sue?o, otra figura de la cuadra de Ventura.
Sali¨® Nazar¨ª en el tercio de banderillas del segundo de la tarde. Una belleza, l¨ªneas estilizadas, brillante, elegante y mirada altiva. Templa con naturalidad, torea con la gracia de los elegidos. A continuaci¨®n, Fino, que llama al toro con la mano derecha, hace piruetas y quiebra en la cara de su oponente. Un rej¨®n en lo alto, de efectos fulminantes, permite al caballero pasear la primera oreja. Pero no fue la suya una actuaci¨®n de premio. Conect¨® con facilidad, pero no fue, ni mucho menos, Ventura el rejoneador completo de otras tardes.
BOH?RQUEZ / GAL?N, VENTURA, VICENS
Toros despuntados para rejoneo de Ferm¨ªn Boh¨®rquez, de fea estampa, correctos de presentaci¨®n, muy blandos, descastados y sosos. Destac¨® el sexto por su movilidad.
Sergio Gal¨¢n: pinchazo que descorda al toro (ovaci¨®n); rej¨®n muy trasero (oreja).
Diego Ventura: rej¨®n en lo alto fulminante (oreja); pinchazo, rej¨®n y un descabello (ovaci¨®n).
Lea Vicens: pinchazo, rej¨®n trasero y un descabello (silencio); rej¨®n que hace guardia, pinchazo, bajonazo y otro rej¨®n retrasado (ovaci¨®n).
Plaza de la Maestranza. S¨¦ptima corrida de abono. 30 de abril. Casi lleno.
Tampoco se super¨® ante el quinto, tambi¨¦n blando, manso y parado como los dem¨¢s. Lo esper¨® en el centro del ruedo con intenci¨®n de clavarle un rej¨®n de castigo al primer encuentro. No fue posible porque el toro no hizo por ¨¦l. Tampoco lo consigui¨® en el segundo envite, y, en el tercer intento, qued¨® el palo y el rej¨®n clavados en el lomo, lo que desluci¨® la suerte. Se luci¨® montando a Sue?o, pero la muy escasa fortaleza del toro le oblig¨® a varias pasadas en falso. Al final, con la colaboraci¨®n de D¨®lar, y sin la ayuda de las riendas, intent¨® colocar un par de banderillas a dos manos y fall¨® con estr¨¦pito en el encuentro primero. En fin, que no fue la tarde de Diego Ventura.
Abri¨® plaza Sergio Gal¨¢n, un buen caballero y un torero tan t¨¦cnico como soso. Esper¨® a su primero en el mismo t¨²nel de toriles. Caballo y jinete fueron perseguidos con furia en una corta carrera, y, en un segundo arre¨®n, ambos pasaron apuros. Y ah¨ª se acab¨® el fuelle del toro de Boh¨®rquez. No quiso m¨¢s pelea. A ese lo despertaron en los corrales para salir al ruedo y se neg¨® en redondo a seguir con la tarea. Que corra el caballo, dijo, y todo lo que sigui¨® fue un r¨ªo de soser¨ªa. Gal¨¢n lo intent¨®, pero no sac¨® nada. Su actuaci¨®n fue aseada, simplemente. Y a la hora de matar, en lugar de hundir el estoque, apuntill¨® al toro sin pretenderlo que cay¨® descordado para no levantarse jam¨¢s.
Dos veces se desplom¨® el cuarto antes de morir. Acert¨® Gal¨¢n con un par a dos manos, y ese fue el punto culminante de otra actuaci¨®n sin historia. Mat¨® con prontitud y pase¨® una oreja.
Y Lea Vicens brill¨® m¨¢s como amazona que como torera a caballo. Luci¨® m¨¢s en la doma que clavando rejones y banderillas. Y ella, que lo sabe, no desaprovech¨® momentos para arrancar aplausos del respetable por el dominio de su cuadra. Templa bien, pero clava siempre a la grupa, lejos del toro, falla con frecuencia y da la impresi¨®n de que le queda mucho que aprender de la lidia a caballo.
Un espect¨¢culo, en fin, manifiestamente mejorable para evitar lo que parece inevitable: que est¨¢ en fase de derribo a causa de unos toros monitorizados, inservibles, sin movilidad, y unos caballeros y amazonas necesitados de m¨¢s torer¨ªa.
El toro tonto, sin fuerza ni casta, tampoco sirve para el rejoneo. Todo suena a fraude, a caricatura, a espect¨¢culo anodino. Urge, pues, una renovaci¨®n del espect¨¢culo para que no desaparezca por falta de emoci¨®n.
Babelia
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