El imb¨¦cil genial
Georges Simenon sigue siendo tan enigm¨¢tico como una compleja novela de esp¨ªas
Pasan los a?os y ah¨ª sigue el enigma Simenon. Es un misterio que dar¨ªa para una compleja novela de esp¨ªas centrada en las investigaciones de quienes ¡ªAndr¨¦ Gide o Hermann von Keyserling¡ª pusieron especial empe?o en averiguar c¨®mo diablos lo hac¨ªa Simenon para hacer lo que hac¨ªa. Sabemos de las andanzas de esos husmeadores precisamente por el propio Simenon, que en una entrevista para The Paris Review cont¨® que ya en su primer encuentro con Gide en 1936, este, visiblemente intrigado, le hab¨ªa sometido a un exhaustivo interrogatorio sobre su manera de trabajar.
Despu¨¦s de aquel primer encuentro, ¡°el gran Gide¡± ¡ªla mayor autoridad literaria de Francia en aquellos tiempos¡ª le escribi¨® todos los meses, hasta el final de su vida, y siempre para formularle preguntas. Se vieron, adem¨¢s, con cierta frecuencia, y en todas las ocasiones Gide ¡ªque en su casa de la calle Vaneau ten¨ªa las novelas de Simenon abarrotadas de anotaciones en los m¨¢rgenes, aunque este nunca se atrevi¨® a leerlas¡ª aprovechaba para seguir pregunt¨¢ndole; le interesaba el mecanismo de las creaciones de Simenon, y este se divert¨ªa pensando en los motivos que le llevaban a investigarle tanto: ¡°Gide tuvo toda la vida el sue?o de ser el creador en vez de ser el moralista, el fil¨®sofo. Yo era exactamente lo opuesto, y creo que eso era lo que le interesaba¡±.
Cinco a?os antes, ya hab¨ªa tenido Simenon una experiencia similar con otro retorcido husmeador, el fil¨®sofo Hermann von Keyserling: ¡°Me pidi¨® que fuera a visitarle en Darmstadt. Fui y me hizo preguntas durante tres d¨ªas y tres noches. Vino a verme a Par¨ªs y me hizo m¨¢s preguntas y tambi¨¦n un comentario sobre cada uno de mis libros. Por lo mismo que Gide. Quer¨ªa saber c¨®mo lo hac¨ªa para hacer aquello. Despu¨¦s, Keyserling le dijo a alguien que yo era un imb¨¦cil genial (imb¨¦cile de g¨¦nie)¡±. Aquellas anotaciones de Gide que Simenon no se atrevi¨® a leer le sirvieron a Pierre Assouline para la extraordinaria biograf¨ªa que public¨® sobre este en 1992. Parece que a Simenon nunca le molest¨® que le observaran con tanto asombro e incredulidad. Le encantaba verse rodeado de miradas de estupor, de miradas que parec¨ªan preguntarse: ?c¨®mo es que un tipo as¨ª narra tan bien? De hecho, en su entrevista en The Paris Review se nota que le divert¨ªa simular que, en efecto, no era m¨¢s que un supremo pat¨¢n con talento. Ahora bien, ?lo simulaba, o le divert¨ªa parecerlo porque en el fondo ten¨ªa algo de oso peludo? Ah¨ª tenemos el enigma principal del enigma Simenon. En esa entrevista hay un momento memorable cuando le preguntan si es cierto que incluye a veces un cap¨ªtulo ¡°no comercial¡± en sus novelas. Hay un silencio y luego Simenon responde que s¨ª y que su m¨¦todo en este caso es interrumpir la trama para dar una tercera dimensi¨®n, por ejemplo, a una silla, o a cualquier otro objeto. Y a?ade: ¡°Como C¨¦zanne cuando le da peso a una manzana, ?me comprende?¡±. ?Quiso re¨ªrse del entrevistador, o aquello iba en serio? Tal vez solo pretendi¨® darle m¨¢s peso a su enigma.
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