Los fusilados sin perd¨®n de la Gran Guerra
Cien a?os despu¨¦s de la ofensiva de Nivelle, que provoc¨® motines en el frente, las familias de los soldados ajusticiados no han logrado el perd¨®n colectivo en Francia
En la primavera de 1917, el general franc¨¦s Robert Georges Nivelle orden¨® una ofensiva en el frente occidental, conocida como la Batalla del Camino de las Damas. En apenas unas horas qued¨® claro que los soldados eran enviados a una muerte segura e in¨²til: dos meses despu¨¦s se hab¨ªan producido 110.000 bajas y ning¨²n avance. En cuesti¨®n de d¨ªas, comenzaron a estallar motines de poilus ¡ªpeludos, el nombre que recib¨ªan los reclutas¡ª, que los mandos trataron de frenar a golpe de condenas a muerte. En aquel episodio se inspir¨® Stanley Kubrick para rodar la pel¨ªcula m¨¢s famosa sobre la I Guerra Mundial, Senderos de gloria. Cien a?os despu¨¦s, los fusilados para dar ejemplo son un caso abierto.
A diferencia de Reino Unido, en Francia no se ha decretado un perd¨®n global a los ajusticiados, pese a que el Gobierno orden¨® una investigaci¨®n hist¨®rica en 2013 con motivo del centenario del conflicto, que se prolong¨® entre 1914 y 1918. Son recordados en el Museo del Ej¨¦rcito, en Par¨ªs, y el Ministerio de Defensa ha creado una base de datos con todos los casos. Sin embargo, sus nombres no aparecen en los monumentos a los ca¨ªdos. Sigue siendo un asunto doloroso. El motivo es que el perd¨®n debe ser caso por caso, no puede ser colectivo.
V¨ªctimas, no cobardes
Los soldados ejecutados por su propio bando solo por poner en duda ¨®rdenes absurdas se han convertido en uno de los s¨ªmbolos de la I Guerra Mundial. Lo que entonces se consideraba cobard¨ªa, hoy ser¨ªa estr¨¦s de combate o, en algunos casos, sensatez ante una muerte segura. El problema es que solo el terror pod¨ªa mantener en marcha la maquinaria de una guerra basada en la carne de ca?¨®n, con ofensivas en las que soldados abandonaban el refugio de sus trincheras para lanzarse contra un enemigo parapetado sin ninguna oportunidad de ¨¦xito. Como dice uno de los generales en la pel¨ªcula de Kubrick: "Si no se enfrentan a las balas alemanas, tendr¨¢n que v¨¦rselas con las nuestras". "La idea de que soldados puedan ser ejecutados por sus propias tropas nos choca hoy much¨ªsimo, pero no en aquella ¨¦poca", explica la fot¨®grafa Chloe Dewe Mathews, autora del libro Shot at Dawn (Ivory Press), en el que recorre lugares donde se produjeron fusilamientos. Y a?ade: "Lo que entonces eran cobardes o desertores hoy ser¨ªan considerados v¨ªctimas de la guerra".
Cuando arrancaron las conmemoraciones, Joseph Zimet, el director de la Misi¨®n del Centenario, calific¨® los fusilamientos como el ¨²ltimo ¡°quiste en la memoria¡± de la I Guerra Mundial. Tres a?os de conmemoraciones despu¨¦s, el asunto ha vuelto a la actualidad. ¡°Desde hace a?os, las organizaciones militantes piden la rehabilitaci¨®n colectiva de los fusilados para dar ejemplo, lo que incluye a los fusilados por amotinamiento. Pero no hemos llegado a un acuerdo nacional¡±, explica por correo electr¨®nico el general en la reserva Andr¨¦ Bach, autor de varias obras sobre el asunto y que, con otros historiadores, ha formado la asociaci¨®n Prisme1418 dedicada a investigar todos los casos, en coordinaci¨®n con las familias. El historiador Antoine Prost, que dirigi¨® el informe oficial, sostiene en cambio que Francia ¡°esencialmente s¨ª ha hecho las paces con el tema de los ajusticiados¡±.
825 fusilados
En total, est¨¢n documentados en Francia 825 casos de fusilados, de los que 563 son por desobediencia militar, 136 por delitos de derecho com¨²n y 126 por espionaje. El momento en que se produjeron m¨¢s fusilamientos fue al comienzo de la guerra, pero el reguero de motines en el frente, hace ahora cien a?os, desencaden¨® una avalancha de condenas a muerte. Durante unas semanas, la crisis de los motines alcanz¨® tal dimensi¨®n que fueron suspendidas las concesiones de gracia.
La asociaci¨®n Prisme1418 explica que ¡°el malestar soterrado, que comenz¨® con las batallas de Verd¨²n y Somme, aumentaba desde 1916. La ofensiva de Nivelle, que se vendi¨® como un batalla decisiva, se revel¨® enseguida como un fracaso muy costoso en vidas¡±. Durante ese periodo se produjo un aumento considerable de las condenas a muerte, unas 338 en abril y mayo en ese sector, aunque solo se llevaron a cabo al final 34 ejecuciones, 24 por amotinamiento. El general Bach insiste en que hay que distinguir a los amotinados de los otros fusilados para dar ejemplo. En total, entre 40.000 y 80.000 soldados participaron en los motines.
Estos d¨ªas, la prensa francesa ha recogido el relato de familiares de fusilados que se han desplazado a los escenarios de la batalla, en el norte de Francia, cerca de la ciudad de Reims. Marcel Lebouc, que particip¨® en el mot¨ªn de Berzy-le-Sec, fue fusilado el 28 de junio a los 24 a?os. Su nieto, Michel, de 61 a?os, asegura que su familia nunca supo donde fue enterrado. Joseph Bonniot fue pasado por las armas el 20 de junio a los 33 a?os. ¡°En nuestra familia, siempre fue considerado una mancha¡±, confes¨® uno de sus descendientes.
¡®Viaje al fin de la noche¡¯
Jacques Tardi trata el asunto en sus c¨®mics devastadores sobre el conflicto, como Puta Guerra o La guerra de las trincheras, que han contribuido como pocas obras a difundir los horrores de la I Guerra Mundial. Y en las primeras p¨¢ginas de Viaje al fin de la noche, una de las obras m¨¢s perturbadoras del siglo XX, Louis-Ferdinand C¨¦line escribe: ¡°Fue a partir de esos meses cuando comenzaron a fusilar a soldados, para remontarles la moral¡±.
Tanto el primer ministro socialista Lionel Jospin como el presidente conservador Nicolas Sarzkozy reconocieron el horror de los fusilamientos. Pero, como explica Bach, las organizaciones y las familias quieren que se vaya m¨¢s all¨¢. ¡°Exigimos una rehabilitaci¨®n colectiva. Hemos utilizado este periodo de conmemoraci¨®n de los motines para recordarlo: el problema no est¨¢ en su reintegraci¨®n en la memoria colectiva, porque siempre han forma parte de ella, sino en recordar la responsabilidad del Ej¨¦rcito. Nuestro objetivo final es denunciar los horrores de las guerras¡±.
Babelia
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